El Rey de España, ni
España,
leían
a José María Panero,
recluido
de por vida hasta su muerte,
en
el Hospital Rey Juan Carlos I,
en
Las Palmas de Gran Canaria,
después
de pasear su loca,
hablar
de su vida y orinar
la
tierra que lo vio nacer
Dejó
un puñado de cenizas,
Fue
un trofeo de la poesía,
allí
su monólogo deslumbrante
grabó
en las pobres paredes,
de
las noches de José María Panero,
como gotas de nieve
negra,