Estética, política y el posible territorio de la ficción en 2666 de
Roberto Bolaño
Ángeles Donoso Macaya
Revista Hispánica Moderna, Volume 62, Number 2, December
2009, pp. 125-142 (Article)
Published by University of Pennsylvania Press
DOI: 10.1353/rhm.0.0023
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Washington University in Saint Louis
La ùnica experiencia necesaria para escribir es la experiencia
del fenómeno estético. Pero no me refiero a una cierta educación
más o menos correcta, sino a un compromiso o, mejor dicho,
a una apuesta, en donde el artista pone sobre la mesa su vida,
sabiendo de antemano, además, que va a salir derrotado.
Esto último es importante: saber que vas a perder.
(Roberto Bolaño)
‘‘Posible’’
La figuración de un posible
no como contrario de imposible
ni como relativo a probable
ni como subordinado a verosıímil)
El posible es solamente
un ‘‘mordiente’’ fıísico (género vitriolo)
que hace arder toda estética o calística.
(Marcel Duchamp)
La exposición y la reflexión sobre las variadas formas del mal, el terror y la violencia han sido una constante en la obra literaria del escritor Roberto Bolaño, por lo que no sorprende que estos términos—mal, violencia y horror—hayan sido frecuentemente utilizados por la crı´tica para definir o describir su obra. Por lo mismo, podría parecer repetitivo plantear la idea de que en 2666. En los últimos años, la críica sobre Roberto Bolaño y su obra ha aumentado de manera considerable, tanto en Chile como en el extranjero. A las ya conocidas compilaciones de Manzoni (Argentina, 2002) y Espinosa (Chile, 2003), se suman Manzoni, Gras y Brodsky (Barcelona, 2005); Moreno (Poitiers, 2005); Herralde (Chile, 2005); Moreno (París, 2006);
Benmiloud y Este`ve, (Bordeaux, 2007); y en el 2008, Bolaño salvaje, coordinado por Edmundo Paz Soldán y Gustavo Faverón Patriau (publicado en España). Sobre la cuestión de la violencia y el mal, ver, por ejemplo, los artículos de Candia, Domínguez Michael, Galdo, González y Labbe´. En lo relativo a las obras de Bolan˜ o, el u´ ltimo libro publicado por Anagrama en 2007 lleva por tıítulo El secreto del mal. Si bien ‘‘La forma del mal’’ es el tı´tulo de uno de los cuentos incluidos en la publicación, vale la pena notar que no hay ninguún libro que Bolaño haya publicado en vida que aluda en su título directamente al ‘‘mal’’ o a la 126 Revista Hispa´nica Moderna 62.2 (2009) (2004), novela póstuma del escritor, la articulación entre ficción y violencia esfundamental. Sin embargo, serı´a necesario reflexionar de manera más específica cerca del modo en el que la violencia opera en la novela y trama la ficción. En otras palabras, habrı´a que considerar cómo se relaciona la violencia con el ordenamiento y la distribución de ciertos elementos y signos. Propondreéque la recurrencia a la violencia como motivo en la escritura tiene que ver en Bolaño
con una cuestión ética, lo cual se entronca definitivamente con una estética. En las distintas novelas de Bolan˜o, el lector asiste al encuentro del arte—en este caso, de la literatura—y la política en el territorio de la estética: analizar esta compleja tríada a la luz de 2666 es el objetivo del siguiente trabajo. 2 Al leer las novelas, ensayos y entrevistas de Bolaño es posible percibir la existencia de un territorio común a la literatura y a la política: ese territorio común es el territorio de la estética. Para Bolaño, lo político tiene que ver con cierto ordenamiento o cierta disposición de los elementos al interior de la ficción; es decir, tiene que ver más con una forma de presentación que de representación. Rancière plantea que tanto el arte como la política ‘‘construct ‘fictions,’ that is to say material rearrangements of signs and images, relationships between what is seen and what is said, between what is done and what can be done’’ (The Politics of Aesthetics 39; e´nfasis en el original). Tanto el arte como la polı´tica producen distintas formas de ordenamiento y distribución, y es en ese sentido que ambos comparten una este´tica. Entonces, el arte no es polı´tico ‘‘por la forma en que representa las estructuras de la sociedad, los conflictos o las identidades de los grupos sociales’’, sino porque crea ‘‘una incertidumbre con respecto a las formas ordinarias de la experiencia sensible’’ (Ranciére, Sobre polı´ticas este´ticas 17).3 Lo político se encuentra en el arte mismo como forma de ser, en sus coordenadas nternas, en su lo´gica y disposicio´n propias. La literatura tomaría distancia de las formas de ‘‘distribución de lo sensible’’ (las formas del ‘‘ver’’ y el ‘‘decir’’) predefinidas por la ‘‘organización policial’’ (Ranciére define como ‘‘policía’’ aquello que comúnmente se tiende a nombrar como ‘‘política’’) y ‘‘violencia’’ como formas del horror (la alusiones más cercanas a la violencia son, quiza´, los libros La literatura nazi en América, publicado por primera vez en 1995 y Putas asesinas publicado en 2001). El gesto consciente de sus editores es explotar la cuestión del ‘‘mal’’ en la teratura de Bolan˜o de un modo menos velado y, al parecer, más comercial. 2 Si bien la bibliografía sobre Bolaño es extensa, no hay muchos artículos publicados sobre 2666. Un excelente ejemplo es el de Patricia Espinosa, ‘‘Secreto y simulacro en 2666 de Roberto Bolaño’’; ver también, ‘‘2666: La magia y el mal’’ de Alexis Candia; ‘‘Roberto Bolaño: Literatura y apocalipsis’’ de Edmundo Paz Soldán; y ‘‘Una primera aproximación a 2666 de Roberto Bolaño’’ de Ignacio Rodríguez de Arce. Dice Rancière: ‘‘lo que liga la práctica del arte a la cuestio´n de lo común, es la constitucion a la vez material y simbólica, de un determinado espacio/tiempo, de una incertidumbreon relación a las formas ordinarias de la experiencia sensible. El arte no es político en primer lugar por los mensajes y los sentimientos que transmite sobre el orden del mundo. No es político tampoco por la forma en que representa las estructuras de la sociedad, los conflictos o las identidades de los grupos sociales. Es político por la distancia misma que guarda con relacio´n a estas funciones, por el tipo de tiempo y de espacio que establece, por la manera en que divide ese tiempo y puebla ese espacio’’ (Sobre políticas estéticas 17). Esta incertidumbre que el arte crea es aquello que Richard identifica como el ‘‘desacomodo de la imagen’’ producido por el arte. macaya, Este´tica, política y el posible territorio de la ficción 127 redistribuye esa disposición, generando nuevas formas de ver y de decir, en definitiva, uevas formas sensibles.4 hablar de arte, polítíica y estética, ası´ como de sus posibles relaciones, se hace necesario distinguir entre aquello que denomina la relación ‘‘arte y política’’ de aquello que denominarıía ‘‘lo político en el arte’’. Concuerdo plenamente con Nelly Richard en que estos enunciados apuntan a relaciones distintas. Comprender los alcances de esta distinción es fundamental para la lectura de 2666 que propongo, por lo que cito en extenso la reflexión de Richard: En el primer caso, parece establecerse una relación de exterioridad entre la serie ‘‘arte’’ (un subconjunto de la esfera cultural) y la ‘‘política como totalidad histórico-social con la que el arte entra en diálogo y
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