El día que Gabriela Mistral regresó a Chile
por última vez, fui a conocerla con mi madre.
Estaba por cumplir diez años y me acordaba
de los piececitos de niños azulosos de frío,
porque iba a la Escuela 50,
ubicada en la Alameda, próxima a Las Rejas,
donde asistían niños con los pies descalzos
y los inviernos en Santiago son crudos
como la cordillera nevada de los Andes.
La Mistral había dejado el país para siempre,
vagabundeó por la loca geografía como maestra,
Cónsul en Europa, Brasil, México, Estados Unidos
y de tanto dar vueltas por el mundo,
decidió quedarse en Nueva York, en Long Island.
Fueron sus últimos años en esa Larga Isla.
Regresó a Chile maquillada en la solemnidad
de la muerte y así fue, en realidad,
como la vimos con mi madre, de vuelta a Chile.
Rolando Gabrielli2024
The Day Gabriela Mistral Returned to Chile
For the last time, I went to meet her with my mother.
I was about to turn ten years old and I remembered
the little feet of children, blue with cold,
because I went to School 50,
located on Alameda, near Las Rejas,
where barefoot children attended
and winters in Santiago are as harsh
as the snow-capped Andes.
Mistral had left the country for good,
wandering through the wild geography as a teacher,
Consul in Europe, Brazil, Mexico, the United States
and after so much traveling around the world,
she decided to stay in New York, on Long Island.
Those were her final years on that Long Island.
She returned to Chile adorned in the solemnity
of death and that's how, indeed,
we saw her with my mother, back in Chile.