Obsoleto,
me declaran,
mis amigos.
El mundo vuela
ante tus ojos,
me dicen.
Sus ojos
no dejan de mirarme.
Inquisidoras pupilas,
me atraviesan,
como un paisaje
sin horizonte.
Un objeto en desuso,
a la deriva, insisten
y me retrato en una plaza pública.
Aún leo periódicos en su tinta.
Con la misma sombra
camino por la ciudad.
Ha cambiado casi todo,
menos el color de los semáforos.
No importa el tiempo,
fue pensado para los relojes.
Me interesa más un grano del desierto,
que una piedra en el zapato.
¿La luz abre un agujero
o una ventana el
nuevo día?.
No encuentra reposo el sueño
en la noche vertical.
Somos iguales en el paraíso
de los muertos,
asombrosamente eternos,
fugazmente pasajeros.
Somos estrellas
en la dimensión de
las palabras.
¿Cambiamos de dirección o de tiempo
en la dimensión desconocida?
No hay luz ni sombra en las palabras.
Rolando Gabrielli©2019