Descreído,
sin generación,
habitante del no lugar,
exonerado en los 70,
sobreviviente de Argomedo 285,
un 13 de septiembre del 73,
espectador de una invasión
extranjera,
inédito casi de por vida,
sin papeles
por más de década
y media,
chofer sin licencia,
durante años
privado de derechos,
invisibilizado,
a la intemperie,
ninguneado a la violeta,
disfrutando la muerte civil
en un paraíso fiscal,
contra viento y marea,
ausente desde el 87
del territorio nacional,
vecino de San Camilo,
parroquiano de Il Bosco, Las Lanzas,
Los cisnes, El Candil, El Parrón,
Black and White, de la Fuente Alemana,
entusiasta de las causas perdidas,
eterno freelance,
escritor en la sombra,
Cyrano de Bergerac
por razones humanitarias,
lector incondicional
de Los cuadernos de Colorado,
autor de Estos y otros sueños,
de unas memorias en tránsito,
devoto de la palabra,
fiel creyente del amor,
entre paréntesis,
romántico incurable,
soñador de sueños
inconfesables,
poeta de dos o tres lectores,
observador del sputnik
en una esquina de Coronel Godoy,
en el 57,
afortunado residente
en la tierra,
habitante de Limbo City,
extranjero per
se,
enemigo irreconciliable
del círculo vicioso,
admirador incurable
de la cuadratura
del círculo,
del soldado desconocido,
de los parques en otoño,
iluminado por el sol,
oscurecido por la noche,
devorado por las estrellas,
huérfano de padrinos,
sin editor,
sin cálculo,
sin paracaídas,
sin saldo a favor,
sin crédito,
sin membrecía,
sin tarjetas plásticas,
sin vacaciones,
sin previsión social,
sin país,
sin Manifiestos,
sin pedir, ni dar cuartel,
sin nada que perder,
ex alumno preferido
de la profesora Banfield,
hijo adoptivo de Denver City,
hijo Ilustre de la Pila del Ganso,
hijo del Sur,
naturalmente,
ex alumno de la Escuela 50,
extra de La Colonia Penal,
inquilino de las termas de Macul,
outsider irremediablemente,
pasajero inmóvil,
de paradero desconocido,
siempre en tránsito,
prisionero perpetuo,
del azar,
cabalístico por naturaleza,
observador de mejores tiempos,
irremediable optimista,
hermano de sus hermanos,
un hombre en su encrucijada,
cultivando siempre
un pequeño jardín,
en algún lugar
de la vida,
con las manos
de un niño.
Rolando Gabriellli©2017