sábado, noviembre 30, 2024

Acertijo digital/Digital riddle


Acertijo digital.

El pajarito

dejó de trinar,

Una malvada X,

lo mandó a callar.

Rolando Gabrielli2024

Digital riddle.

The little bird

stopped its song.

A wicked X,

silenced it all.

viernes, noviembre 29, 2024

No hay mayor silencio/There is no greater silence

 

No hay mayor silencio/
y fidelidad/
que la sombra/
de tu propio cuerpo.
Rolando Gabrielli2024

There is no greater silence
and loyalty
than the shadow,
of your own body.

Estas son las palabras

Estas son las palabras,

a la medida de su tiempo,

a todo lo que fue

y está por venir.

El futuro porfía

por estar presente.

Solo el pasado

siente que vive

en la memoria,

viene cargado,

como la nieve en la rama

de un árbol que no cede

a su tiempo.

Rolando Gabrielli2024

jueves, noviembre 28, 2024

R. Denver/R.Denver

 

Un tipo descreído,

sin país, generación,

ni piso,

exonerado en los 70

por ese destino

que la historia muerde el anzuelo,

arrastra la República y sus barrancos

al sur de los abismos.

Inédito casi de por vida y convicción,

sobreviviente tenaz, visceral

en el País de Nunca jamás,

pasajero sin papeles en los 80 y 90,

en Limbo city, tránsito,

poeta extranjero,

autor anónimo y biógrafo implacable

de la inocencia perdida,

viajero del círculo vicioso,

del amor y del olvido,

paracaidista en caída libre y vertical,

frente al poema y la derivación de sus aguas,

devoto de la palabra,

lengua del pez y la memoria,

oscura respira en tu garganta.

Todo se refleja en algún espejismo,

por algo le llamó Utopía,

Belleza enigmática, dijo,

el aire está en todas partes.

Coleccionista de ciudades desconocidas,

Praga, Dublín, Denver,

de metamorfosis kafkiana,

lector de folletines y poesía,

novelas con matices de realidad,

audaces historias románticas

insaciable devorador de fantasías.

Ha plagiado en más de una ocasión,

En búsqueda del tiempo perdido,

sin ningún éxito,

¿Literatura para el olvido?

(El mundo camina por calles paralelas,

senderos estrechos, vacíos,

rodeado de muros, tristes muros fronterizos,

bocinazos y pájaros que revolotean,

sobre el asfalto y el aceite que devora

la capa de ozono, el cielorraso de cada día)

Una luz tiene tres colores,

nos guía hacia el fondo del mar y gira,

todo es posible, también respirar,

amar el rojo atardecer, el sol

que brilla de tus ojos,

por ejemplo, deslizarse,

sobre tu ombligo de plata, ciego.

Los árboles aún permanecen de pie,

la naturaleza se sacude la sombra,

devora el paisaje que cae con sus hojas,

sigue la línea invisible del horizonte

El mundo come de la mano digital.

Migajas, migajas.

Rolando Gabrielli2024

A Skeptical Man

A man of no faith,
without country, generation,
or footing,
exonerated in the ’70s
by that destiny,
which history bites like a hook,
dragging the Republic and its ravines
south of the abysses.

Unpublished nearly for life and by conviction,
a tenacious, visceral survivor
in the Neverland,
a paperless passenger in the ’80s and ’90s,
in Limbo City, in transit,
a foreign poet,
an anonymous author and relentless biographer
of lost innocence,
a traveler of the vicious circle,
of love and oblivion,
a skydiver in free vertical fall
before the poem,
in the drift of its waters,
devotee of the word,
tongue of the fish and memory,
dark breath in your throat.

Everything reflects in some mirage;
for a reason, he called it Utopia.
Mysterious beauty, he said,
the air is everywhere.

A collector of unknown cities—
Prague, Dublin, Denver—
of Kafkaesque metamorphosis,
a reader of serials and poetry,
novels tinged with reality,
bold romantic tales,
an insatiable devourer of fantasies.

He has plagiarized on more than one occasion
In Search of Lost Time,
with no success at all.
Literature for oblivion?

(The world walks parallel streets,
narrow, empty paths,
surrounded by walls, sad border walls,
blaring horns and birds fluttering
over asphalt and oil devouring
the ozone layer, the ceiling of every day.)

A light has three colors,
guiding us to the bottom of the sea, spinning,
everything is possible, even breathing,
loving the red sunset, the sun
shining from your eyes,
for example, sliding
over your silver navel, blind.

The trees still stand tall,
nature shakes off its shadow,
devours the landscape falling with its leaves,
following the invisible line of the horizon.

The world feeds from the digital hand,

crumbs, crumbs. 

miércoles, noviembre 27, 2024

Las brutas, las mendigas/The brutes, the beggars

 

Las brutas, las mendigas,

a las palabras les digo,

apuesto a todo,

en este tiempo

de la imagen voraz,

a la mímica, al gesto,

apruebo y repruebo

la muda voz del monólogo

de utilería que sostiene

el silencio,

las llamo por su nombre,

les advierto,

no vengan a arruinar

el silencio de la mañana,

de las horas muertas.

.Rolando Gabrielli2024

The brutes, the beggars,

to words, I say,

I wager everything,

in this era

of ravenous imagery,

to mimicry, to gesture,

I approve and disapprove

the mute voice of the monologue

propped up by silence.

I call them by their name,

I warn them,

do not come to ruin

the morning's silence,

the stillness of lifeless hours.

martes, noviembre 26, 2024

Solo, me han dejado solo/Alone, they´ve left me alone

 

Solo, me han dejado solo,

para que descubra quien soy,

desnudo entre espejos rotos,

y verme como un desconocido,

descifrar mi destino

en las líneas de mi mano.

Rolando Gabrielli2024

Alone, they've left me alone,

to discover who I am,
naked among shattered mirrors,
and to see myself as a stranger,
to decipher my destiny
in the lines of my hand.

lunes, noviembre 25, 2024

Que el sueño revele/May the dream reveal

  Que el sueño revele

 lo que la realidad 

nos oculta.

Rolando Gabrielli2024



May the dream reveal

what reality
hides from us.

domingo, noviembre 24, 2024

La página en blanco/The blank page


Sabes, la página en blanco

no intimida, más bien asombra

cuando nuevas palabras surgen

a la luz de la oscuridad y vuelven

a hablar el idioma de la tribu.

No se necesita más que pulsar

lo inefable y hacer visible

lo invisible.

Gabrielli2024Rolando


The Blank Page

You know, the blank page

doesn't intimidate; it amazes

when new words emerge

in the light of darkness and return

to speak the language of the tribe.

All it takes is to touch

the ineffable and make

the invisible visible.

Whitman en N.Y./Whitman in N.Y.


  • Whitman en N.Y.

Las calles de Manhattan están vacías de poesía.
Un poema no es una tienda o un policía a caballo,
ni siquiera este aroma de rosas náufragas
que alguien cuelga en sus manos y camina,
o la piel de un traje de estación
y estas muchachas que alumbran con sus risas
las vitrinas doradas de la Gran Manzana.
Nueva York, más bien le ha dado la espalda
a Walt Whitman, quien puso nombre a la poesía
sin nombrarla.
Las palabras están en todas partes y en ninguna,
la gente camina sin saber a dónde va,
es el principio de un poema y de una gran ciudad.
Una campana se queda en el eco de un nuevo silencio,
un poema puede encontrar su rostro en los cristales rotos
de una fachada, detrás de una ventana.
Respira mejor cuando nadie sabe que tú y yo respiramos aquí,
diosa pálida, poesía,
flotamos hoja madura de calendario.
Qué raro es estar sin ti a la hora del almuerzo,
mirar la mañana amarilla del otoño,
ver que no se detiene un segundo la ciudad,
y sus espaldas adolescentes cargan mochilas
y todo seguirá su curso en la nueva estación.
Whitman arrastró el poema como un servicio público,
enfermero, bombero, albañil, conductor, amante de la Nación,
voceó el poema a los cuatro puntos cardinales,
su cuerpo humeante fue la poesía
y repartió la palabra sin un Dios conocido.
Nadie que lo haya leído podría decir:
Whitman no sudó, vivió, disfrutó el aire.
Nació en Nueva York, donde hay poesía,
pero no poetas que bajo la noche,
detrás de los espejuelos del sol,
o donde el invierno puede llegar a tener sus propios árboles desnudos,
lloran los ojos rosados de la nieve,
la inmensa lluvia del poema.
Así creció la barba de nieve de Whitman,
la noche blanca de Manhattan, la noche negra de Brooklyn,
un pedazo de cielo dobla una esquina
y la historia se muda, sin barbas, muda de espanto.
Whitman recorrió las calles rosadas de San Francisco,
sin religión,
sin partido,
con convicción.
Siempre se confundió con el Hudson,
nunca estuvo al otro lado del río.

Todos saben por dónde iba cantando.

Rolando Gabrielli2024

Whitman in N.Y.

The streets of Manhattan are empty of poetry.
A poem is not a shop or a mounted police officer,
not even this aroma of shipwrecked roses
that someone hangs in their hands as they walk,
or the skin of a seasonal suit,
or these girls who light up
the golden shop windows of the Big Apple with their laughter.
New York has, in a way, turned its back
on Walt Whitman, who gave poetry its name
without naming it.
Words are everywhere and nowhere,
people walk without knowing where they’re going,
the beginning of a poem and of a great city.
A bell lingers in the echo of a new silence,
a poem can find its face in the shattered glass
of a façade, behind a window.
It breathes better when no one knows that you and I are breathing here,
pale goddess, poetry,
we float, mature leaves of the calendar.
How strange it is to be without you at lunchtime,
to gaze at the yellow morning of autumn,
to see the city never stop for a second,
its adolescent shoulders bearing backpacks,
and everything moving forward into the new season.

Whitman dragged the poem like a public service—
nurse, firefighter, mason, driver, lover of the Nation—
he cried the poem to the four cardinal points,
his smoky body became the poetry,
and he handed out the word without a known God.
No one who has read him could say:
Whitman didn’t sweat, didn’t live, didn’t savor the air.
He was born in New York, where there is poetry,
but no poets who, under the night,
behind the sunglasses,
or where winter may grow its own bare trees,
cry the pink eyes of snow,
the immense rain of the poem.
Thus grew Whitman’s snow-white beard,
the white night of Manhattan, the black night of Brooklyn.
A piece of sky rounds a corner,
and history moves on, beardless, silenced by fear.
Whitman walked the rosy streets of San Francisco,
without religion,
without a party,
with conviction.
He always merged with the Hudson,
never stood on the far side of the river.
Everyone knows where his songs echoed.