En mis años ociosos
y aún mucho después,
leía la Tierra Baldía,
como una oscura y reveladora
bola de cristal indescifrable,
como todo lo inesperado
y aún así, me aventuraba
por el ruido pegajoso de las palabras,
el polvo y la luz
en las ruinosas ventanas,
mi adolescencia
no terminaba de deslumbrarse,
con los efectos hipnóticos
y las contradicciones
de la poesía.
He vuelto a la escena del crimen,
50 años después a conmemorar
al poeta detrás de las palabras,
sin ninguna culpa,
sostenido por esas mismas palabras,
desnudo en una tierra de nadie.
Así he dado algunos pasos
y no creo firmes ni decisivos,
me he detenido frente a unos muros,
a tantear el tiempo ido
y luego, sin ninguna prisa,
he seguido.
Rolando Gabrielli©2014
Nota: Hoy hace 50 años, murió T.S. Eliot