La poesía es mi maestra. No la voy a sentar en mis piernas como Rimbaud lo hizo con la belleza para insultarla. Tampoco renegaré de ella como lo hizo Lihn, en un poema sobre Rimbaud, aunque dijo, certificó estar vivo, porque escribió. Somos a contradicción del río de Heráclito y nos volvemos a bañar dos veces con las mismas palabras. No robaré versos como el título en la metáfora de Óscar Hahn. Sí dejaré mis cinco sentidos en la página en blanco, rodar como una piedra en búsqueda de su camino y destino.
Hoy se cumplen 18 años desde que las puertas de este Blog se abrieron de par en par al mundo y todo lo que ha sucedido aquí en ese tiempo ha sido un mensaje Urbi et Orbi, libre como el viento de la poesía que seguirá soplando por los siglos de los siglos.
Qué viejo oficio tan encantador, podrían decir algunos cursis, si no deja de hablar del amor, la luna, la vida, las pequeñas cosas, del hombre y la mujer, de todo cuanto le ocurre al ser humano en cualquier época, porque siempre ha estado y estará presente, como el pan, el aceite o el vinagre sobre la mesa o un buen vino.
18 años es nada en el tiempo ni en la poesía, voz ancestral milenaria, raíz de la palabra raíz, la poesía es una aventura, un viaje sin principio ni fin, un espacio habitado por su espíritu, el alma de las cosas que nos dan un sentido, vida y pertenencia.
El azar y sus enigmáticos caminos nos trajeron a este espacio. Rechazados por portales de dos continentes, para no ser más precisos, surgió la idea de este Blog en Curanipe, un pueblito costero chileno, en la región del Maule, y que estuvo a punto de desaparecer durante el maremoto del 2010. Simplemente fue devastador.
La palabra persiste y resiste como ese pequeño poblado costero. Es lo que hemos hecho ininterrumpidamente estos años y festejamos, es la fiesta de la Poesía, y detrás de estas palabras está la lectura de otros poetas durante más de medio siglo, porque la poesía no nace del aire, tiene sus propios modos, desafíos frente a la página en blanco y después ante el Lector, no como un juez, sino cómplice.
Gracias a todos/tod@s, por compartir estas jornadas que el silencio sabe compensar.
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La imagen es un original del arquitecto panameño, Carlos Arrocha
Rolando Gabrielli2023