Cierro el 2006 aparentemente con esta adorable criatura de la literatura de los años 50, absurdamente censurada. Prohibida en Francia, Inglaterra y Estados Unidos, por ser un libro obsceno, como el Ulysses de James Joyce y
El almuerzo desnudo de Williams Burroughs. Los censores no tienen prisa, al parecer, en cometer los mismos errores y después atragantarse con sus palabras.
Lolita se editó definitivamente en París en 1955 y su autor, el ruso exiliado,Vladimir Nabokov, entraría a la gloria, en el mismo Estados Unidos, tres años después, donde cinco editoriales rechazaron "a su pequeño monstruo de la eroticidad precoz, angelicalmente demoniaca, sutilmente púber, maravillosamente fresca"
Lolita, una nínfula que tiene historia en la literatura universal. (
El Hechicero, una novelilla menor, y un autor alemán, que escribió sobre el mismo tema, figuran entre los antecedentes más directos de la
Lolita de Nabokov. Se habló de plagio hace unos pocos años y se abrió un escandalozo expediente literario, como hay muchos otros, reales y ficticios. Desde que existe el papel calco, todo es posible, mucho antes de, ahora y siempre). La crítica de la época etiquetó la prosa de esa pequeña máquina amorosa, sensual, ramo de rosas frescas sobre un lenguaje lúdico, de penetrante amoníaco espiritual y carnal, verbo en la frontera del pubis. La celestial naranja, se llama
Lolita, y fue estigmatizada por pornográfica, y pedófila sería, según los términos actuales. El cine la rescató para siempre, porque el celuloide tiene la magia de convertir casi todo en realidad. Nos empuja la gran pantalla a palpar lo cotidiano, a sumergirnos en la tibieza de las cosas y en su violencia descarnada. Stanley Kubrick, nacido en el Bronx, ajedrecista y jazzista, le arrancó el tabú de las entrañas y solapas a
Lolita, en medio de un gran escándalo empujado por los curas y que la transformó en un éxito imperecedero. Kubrick fue un maestro, no olvidemos,
Espartaco; Una Odisea del espacio; La naranja mecánica;Teléfono rojo, volamos hacia Moscú. Medio siglo después, Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores publica las Obras Completas del escritor ruso nacionalizado norteamericano y que moriría en Suiza a los 78 años. Había un gran vacío en idioma español, eso de la globalización del lenguaje es muy relativo en literatura y las carencias suelen imponerse finalmente. La superestrella irlandesa de la nueva narrativa, John Banville (ganador del premio Booker) (nunca son ingleses o ¿es que no escriben los británicos fuera de Harry Potter?) dijo al narrador argentino y amigo del chileno Bolaño, Rodrigo Fresán: "Si se refiere a la literatura en español, me avergüenza confesar que estoy muy mal informado. Pero también estoy poco al tanto de los contemporáneos en mi propio idioma. He leído a Roberto Bolaño, espero que se traduzcan más libros suyos, pero ya puedo afirmar que se trata de un grande. Borges, en cambio, ha dejado de ser para mí la figura que fue en los sesenta y setenta. Me temo que estoy de acuerdo con Nabokov cuando dijo que Borges nos parece en principio una maravillosa mansión pero acaba siendo tan sólo un vistoso pórtico".
Los escritores usan entre sí bisturí, para cortar la tela de sus deseos, gustos, obsesiones y predilecciones, pero J. Banville ha despachado al porteño de un sólo hachazo. No estoy de acuerdo, por decir lo menos, Borges es un ecritor importante en el habla castellana y pienso que JB, debe volver a leerlo. Ricardo Piglia, afirma en sus Formas breves, que Borges (como Poe, como Kafka), sabía transformar en anécdota los problemas de la forma de narrar. No podemos ser más ciegos que Borges, Mr. Banville. Y define a lescritor de esta manera, en la entrevista de Fresán: "Los escritores no somos otra cosa que bebés enormes, sentados en nuestras habitaciones, jugando a nuestros juegos mientras el gran mundo acontece en otra parte".
Los juegos del mundo ya conocemos sus dimensiones, como ficcionan la realidad los líderes, y tal vez el niño-escritor debira asomarse un poco más al jardín del mundo.