Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas la pregunta por quien doblan las campanas: doblan por ti. John Donne
No conocì personalmente a Neruda, solo sabía de su voz gangosa por los longplay de sus 20 Poemas de amor y una Canción desesperada, de lecturas dispersas, historia y aventuras del poeta por España y el mundo, presentaciones como candidato a la presidencia de Chile, de sus idas y venidas por la geografía chilena, y su eterno retorno a Isla Negra. Un personaje atravesado por la política y la historia de Chile, por toda una época, poeta materialista, esencialmente chileno, siempre estaba en boca de poetas, de quienes se interesaban por las ideas y acontecimientos sociales.
Borges, T.S. Eliot, Lihn, Guillèn, Juan Ramón Jimènez, De Rokha, Huidobro, Octavio Paz, Roberto Bolaño, todos le daban duro a Neruda y al poeta, por a, b, c razones, y tardíamente también Gonzalo Rojas. El diario virtual chileno El Mostrador, tiene como carta de presentación cultural de la "prensa chilena," una entrevista a Gonzalo Rojas, donde el poeta de La miseria del hombre, califica a Neruda de "huevón arribista, saca cuentas y mala persona." Criticaba el poeta de Lebu los versos cortos de Neruda, a los que les atribuía debilidad. Hay quienes hablan de la infertilidad de la poesía chilena y la adjudican a que Neruda era un poeta "total" . Lo cierto es que la poesía chilena gozó de buena salud en vida de Neruda y posteriormente. La muestra es muy diversa. Rosamel del Valle, Humberto Días Casanueva, Gonzalo Rojas, Nicanor Parra, Miguel Arteche, Eduardo Anguita, Armando Uribe Arce, Enrique Lihn, Jorge Teillier , Oscar Hahn y una docena de otros poetas. Todo gira entorno, para algunos, a la rueda de la buena fortuna y mala leche nerudiana.
Nicanor Parra instaló su propio bombo y orquesta, un longplay de una larguísima duración, frente a Neruda en vida y muerte, y no se ha detenido con su antipoesía en las proximidades de Isla Negra. ¿La lista es más larga y generosa que la sombra nerudiana? Los enemigos políticos formaban parte de una orquesta aparte y suelen prolongarse con el tiempo con una nueva retórica. En su tiempo, Neruda respondió con ferocidad a sus detractores y también con su silencio.
Nunca leì que Gabriela Mistral atacara a sus pares o colegas en Chile y menos a Neruda, quien fue su amigo en todas las distancias. Curiosamente, de los grandes poetas que han dejado Chile para vivir en el extranjero para siempre, la Mistral es la que cumplió ese objetivo: no retornò sino muerta. Neruda iba y venìa, Huidobro lo mismo, Parra estudiò en el extranjero y viajò, pero siempre regresò y se quedó. Gonzalo Rojas deambulò y regresó becado a Chile. José Miguel Varas volviò de Moscú. Hahn viviò décadas en Estados Unidos y retornò. Poli Délano, regresó de Mèxico. Antonio Skármeta de Alemania, al igual que Carlos Cerda, pero de alemanias distintas. Millàn en Canadà y volvió. Hernán Uribe Arce, se vino de Parìs. Omar Lara de Rumania a Concepciòn. En este ir y venir, Enrique Lihn, querìa salir, y en verdad partió esporádicamente, pero siempre regresó a su "horroroso Chile". ¿Cada cierto tiempo, Chile expulsa a sus poetas? Efraìn Barquero se ha quedado en Marsella, Francia. Waldo Rojas, en Parìs. Welden en Sevilla. David Rosenmann-Taub, en Estados Unidos. La diáspora es màs grande y sigue dando vueltas. Algo tiene esa tierra entre montañas y mar, Gabriela Mistral no pudo salir de su Valle de Elqui, al menos, en su poesía. Pidió finalmente volver como un bumerang sin màs partidas. ¿De tumbo en tumbo los poetas vuelven a su matriz? Bolaño, màs narrador que poeta o màs poeta que narrador, en verdad no volvió e hizo dispersar sus cenizas en el mar Mediterráneo. Es tal la variedad de situaciones, que uno puede llegar a pasar por encima de la historia y sus alrededores. Revisando el pasado e Internet, leo una nota de Poli Délano, que Armando Cassigoli, cuentista y novelista, pidió que sus cenizas fueran esparcidas en Valparaíso. Así regresó del exilio de México, porque la Junta Militar solo le dio un permiso de 20 días para visitar el país, ya había perdido una pierna. Al poco tiempo murió en el exilio. Alguien me dijo al finales de los ochenta, en estos días hizo escala en Panamá Cassigoli. Lamentè no haberlo visto.
No fue santo ni demonio y después de todo, lo que queda es la obra, algún poema, lo que se puede ser y lo que no se es, la suma de los pájaros y espantapàjaros. Neruda fue su presente perpetuo, viajó alrededor del mundo y de sì mismo. Devoraba palabras y geografía. La poesía chilena y Chile mismo, lo transformaron en su referente e inclusive novelistas como Bolaño, Lafourcade, Skármeta y Edwards, le han dedicado libros , sin hablar de Parra, que es punto y aparte en el tema nerudiano.
El más público de los poetas de América latina, amado y odiado en Chile y el mundo. Pocas veces he visto a un poeta en el ojo de la tormenta por tantas décadas y ser foco de atención màs allà de su poesía. Un símbolo y referente de la Guerra Frìa. En Chile lo leìan moros y cristianos, a diestra y siniestra, se había acuñado un nombre que no era el de Neftalì Reyes ni de Pablo Neruda, sino el Vate. ¿Adivino, vaticinador, profeta? Enrique Lihn, un crìtico tenaz de Neruda y su obra, le llamò en uno de sus escritos, el último de los Aedos. Un cantor épico de la antigua Grecia, nos querìa decir Lihn, y algunos piensan que la mejor poesía es aquella que pareciera escrita para todos los tiempos y que trata de temas simples, comunes a cualquier ser humano en cualquier lugar del mundo. Homero es el clásico Aedo de todos los tiempos.
Le ayudò la historia, su época, los acontecimientos, me dijo Lihn, había muerto hace unos días Neruda y los rumores en Santiago eran espesos, una madeja indescifrable de acontecimientos, y uno de ellos era un poema del Vate que circulaba de boca en boca, de mano en mano, y se trataba de los Generales traidores, referido a España, aplicado al Chile del momento. Neruda se seguía viviendo, como había pronosticado.
A su manera se instaló en la historia cotidiana y participó como protagonista, escribió, escribió, escribió y es lo mismo que estaría haciendo ahora frente a la crisis nuclear en la Península de Corea, mientras la humanidad enmudece ante el horror. Estamos en manos de los grandes y perversos titulares, de la imagen mediática que va y viene por un mismo canal.
Independientemente de su filiación política, su Canto a Stalin, del cual se desligó finalmente, del poeta inmerso en el YO, está el poeta de las Residencias en La Tierra, Canto General, Odas elementales, del amor y Tentativa del hombre infinito.
Màs allá de su estudiada y criticada poesía, pienso en este minuto que Neruda nos legó un respeto hacia la poesía y el poeta, dignidad podría ser el calificativo, ya que demostró que el poeta no debe ser necesariamente un “muerto de hambre” para escribir poesía y que la poesía puede llegar a ser un artículo de primera necesidad en una sociedad solidaria y humanista. La poesía no está maldita, ni malditos son los poetas, ni los que leen poesía.
Ser poeta ha sido un sinónimo de” fracasado”, de alguien cuya “mercancía son las palabras”, algo sospechoso, innecesario. Las palabras sólo son útiles para los grandes titulares y los púlpitos, o aquellos discursos grandilocuentes para salvar el mundo, mientras los cañones lo hunden al ritmo de la vieja retórica de la fuerza.
No ha cambiado mucho la atmósfera para la poesía, el mundo del espectáculo, el siglo más fenicio de todos quizás, ha sepultado con la imagen banal la palabra o ha creído lograrlo. La prosa es màs permitida, no así la palabra secreta, transgresora, de la poesía, y se crece con el tiempo la respuesta de Neruda cuando el ejército de Chile allanó su casa en Isla Negra para buscar armas. Cuando el oficial ingresó al cuarto de Neruda convaleciente de su enfermedad, el Vate de Isla Negra le dijo: Busque, nomás, capitán. Aquí hay una sola cosa peligrosa para ustedes. El oficial dio un salto. ¿Qué cosa?, preguntó alarmado, llevándose una mano, quizás, a la funda de la pistola, cuenta Jorge Edwards. ¡La Poesía, dijo el poeta.... Una vez más, con ironía, Neruda reivindicaba el valor de la poesía, su peligrosidad para el establecimiento conservador y aquellos que no combaten con ideas.
Al mar de la retórica nerudiana se agitaba uno opuesto, no sòlo lìrico o antipo+ético, sino de la sigilosa Manu Militari. Su casa de Santiago, La Chascona, en las faldas del cerro San Cristóbal, sería virtualmente arrasada por los soldados de Chile.
- Estaba en la mira militar
Neruda estaba en la mira, como Vìctor Jara y todos los intelectuales, artistas y periodistas de izquierda, como quedó demostrado en los hechos del 11 de septiembre en adelante. ¿Historia, la historia pasa, y la memoria queda? La Junta Militar prohibió las Memorias del poeta (Confieso que he vivido) , cuyas páginas finales escribía cuando incendiaban La Moneda.
(Pinochet diría años después a los "muertos y desaparecidos que trabajaron con el gobierno de Allende", que pidieran perdón por el daño que le hicieron al país)
Muerto Neruda en circunstancias sospechosas en la Clínica Santa Marìa, de acuerdo con versiones de su esposa Matilde Urrutia y de su chofer Manuel Araya, quienes le cuidaban en esos días. Araya, quien tiene una versión de primera mano de esos días, y denunció que Neruda fue asesinado por envenenamiento, exactamente una inyección en su estómago. "Pesaba 132 kilos cuando falleció", dijo Araya, y Matilde aseveró que el "cáncer estaba dominado", nadie esperaba un desenlace fatal. Cuando Araya fue distraído de la vigilancia que ejercía sobre la salud del poeta, ya que fue enviado a comprar una medicina (urogotán) por parte del médico, fue detenido a la salida de la clínica, golpeado, herido de un balazo y conducido al Estadio Nacional donde quedó retenido y fue torturado. Neruda llamó a Isla Negra donde se encontraba su esposa recogiendo pertenencias personales porque se iban a México exiliados (huésped de honor) y dijo textualmente: “Entró un doctor, me puso una inyección en la guata y tengo mucha fiebre”. Son algunos de los curiosos hechos además de las conocidas declaraciones del embajador de México en Chile en esa época, Gonzalo Martínez Corbalá. Martínez aconsejò a los chilenos a que hicieran un exhaustiva investigación sobre lo ocurrido con Neruda en la Clìnica Santa Marìa, donde el hijo del ex presidente Frei dijo que su padre fue asesinado por órdenes de la Junta Militar. Con esos antecedentes y las declaraciones ante el juez Mario Carroza de la ex enfermera de Neruda, que dijo: "mataron al poeta, le inyectaron aire", se ordenò la exhumación de su cuerpo. Es el caso Neruda.
El próximo 8 de abril se exhumarán los restos de Neruda, cuyo cadáver deambuló por el cementerio en una tumba anónima, hasta que en 1991, una vez asumió la democracia en Chile, fue enterrado en Isla Negra como él había dispuesto en su momento. ( “Compañeros, enterradme en Isla Negra, / frente al mar que conozco, a cada área rugosa de piedras/ y de olas que mis ojos perdidos/ no volverán a ver ...Canto General.) 40 años después de su extraña muerte, que no sabemos si los análisis arrojarán los resultados libres de toda duda, por el tiempo pasado y porque es màs difícil tener una idea definitiva cuando se trata de tóxicos, han dicho algunos especialistas. Pero las pistas que se conocen y que algunas se recogen en esta historia, apuntan hacia una clara sospecha que no se debió al cáncer a la próstata. Un informe habla de un infarto debido a una medicación.
Todo es historia màs o menos ordenada en hechos. La memoria y la verdad son otro paseo, para algunos. Quienes no dejan de poner el ojo en la poesía nerudiana, vaticinan que sobrevivirán unos pocos libros del Vate, èstos son los màs generosos críticos. Otros, salvan unas 200 o 300 páginas, algunos hablan de poemas, Borges se conformaba con algunas líneas o versos. Solo De Rokha y Huidobro, que recuerde, le criticaron duramente, e hicieron en vida y en Chile, fuertes comentarios. Sì, también Braulio Arenas, un surrealista que Bretón dijo desconocer en su momento, porque ese movimiento no existía en Chile.
Gonzalo Rojas dijo antes también sobre Neruda a la BBC: "Y lo recuerdo como una figura, ¿qué le diría?, especial, especialísima, con su tono, con su modo, con su gracia, y también con su ironía. Mire, no hay dos, ni tres, ni 25 Nerudas. Hay un solo Neruda, eso quiere decir un solo sistema imaginario, llamado Neruda".
Parra y Rojas se tropezaron entre ellos en búsqueda del cetro nerudiano, mientras el Vate vivía y bateaba. Se dieron sus trompadas feroces y luego, años después, se reconciliaron. En Visor 2000, me entero, en el libro de Rojas: Metamorfosis de los mismo, està el poema Gracias y desgracias del antipoeta, con el cual Rojas contesta un artículo de Parra donde dice que se ha rokehizado, por Pablo de Rokha. Parra había desplazado a Rojas del escenario de primer orden de la poesía chilena. Cada poeta afila su propia hacha. Es lo que pude constatar años después. Aquí y en la quebrada del ají.
Neruda hablaba de una poesía de utilidad pública y sabìa a que se exponía, supongo. Algunos de sus detractores recitaban sus poemas de Residencia en La Tierra o 20 Poemas de Amor, como el Credo.
¿Què sería de la poesía chilena sin Neruda? Es una buena pregunta. De alguna manera, Parra se la hace irónicamente. Pero no deja de tener razón. ¿Tendríamos antipoesía? Y que sucederìa con América latina y el habla castellana. No es el único, ni el primero, ni el último. Pero son 50 años de Poesía nerudiana ininterrumpida, viva, más cerca de la sangre que de la tinta.