Desde el amanecer del Sótano
Un mito, un poeta, un novelista, un lector compulsivo, un feroz polemista que dejó su hígado en la literatura y convicciones, un perdedor que siempre se subió al ring con las manos limpias, un tipo amado, odiado, ignorado, un anarquista que vivió la gloria a pedazos mezquinos, Roberto Bolaño, sigue siendo leído, reeditado, permanece en bocas amargas y lenguas dulces, pero sobre todo, está con nosotros vivo literariamente hablando, en lo mejor que supo hacer: ficcionar la realidad y realizar la ficción desde el amanecer de la palabra hasta su última gota.
La literatura es toda la invención de lo real. Una maquinación perfecta del ego de la realidad friccionada del lector, más unas cuantas reflexiones, palabras e historias que el lector tiene que asumir e inventarse, además de lo escrito, propuesto y no dicho por el autor. Todo se ve en un espejo como si nos fuera a ocurrir y en verdad ya ocurrió o nunca ocurrirá en el tren de velocidades intermitentes de la literatura. Bolaño jugó ese juego, y dejó que el hígado se lo coman los demás. Un mundo con sus mismas bellezas, sueños y espantos. Hoy el universo mediático en manos de un pulpo vidente, de arbitrajes ciegos y montajes verbales o de imágenes en búsqueda de un mundo mejor, está más cerca de los alardes que de la palabra y de los verdaderos contenidos por donde debieran pasar los mejores sueños, al menos una bocanada de la esperanza. Así sucede y pasa la historia con su carrito de mano.
¿La falsa Utopía de los dueños del tridente? ¿Un mundo mejor para los dueños de la felicidad? ¿Quién es el dueño del negocio?
Mi coja, vieja, chambona Utopía/ deslumbrante/Señora, en tus rengas palabras avaras/adivinadas por nadie/ quedo en pura profecía sin futuro /Oh cuervos de Poe/ mis ojos favoritos/Utopía por utopía/nada cambia/ni hace más ciega la oscuridad/ La noche silabea/el día canta lo que el pájaro/desea escuchar/son voces, son voces,/las cigarras no son menos/que las bocinas de la ciudad/En el stop de las esquinas/se detienen otros desafortunados/con sus rosas sobre los vidrios de papel ahumado/ los automóviles ruedan igual que ayer/edificios vacíos, iconos sin alas/todo a un precio escalofriante/la plusvalía sonríe frente al mar/nada afortunada en la miseria ajena/ ¿Qué dirá el pez en la red?/El humo broncea los rostros/ Hay un nuevo paseo para matar las horas libres/la criminalidad se deja ver y no tocar/como la cola de un perro/La historia inunda inmunda de titulares/¿desaparecerá el papel?/¿los subterráneos se convertirán en comedores vacíos?/ ¿las donas engordarán las estaciones? Museos/computadoras con archivos sin memoria/ratones, bellos colaboradores de laboratorio/Mercancía de segunda/reciclada/ bodegas por paisajes/Tú estás detrás de la música/que alguien toca/Los oídos nos hacen sordos/de vez en cuando es mejor/sólo ver el azul sobre el mar/Oh Fenicios estas son sus playas/aquí los largos remos/ naves/ abecedario de conquistas/Nadie recordará el futuro/ presente de un mismo presente/ripio del pasado/ El sol jamás renunciará/al trono oscuro del alba/nos tragaremos las monedas brillantes/como casinos sin suerte/ ni ley/ cerdos de un gran pastel/no sobreviviremos a tanta porquería/viajaremos por los desiertos/ como maniquíes con mapas de cera/mensajeros de huesos limpios/ verán brillar la libertad/ en un grano de arena/se contendrá toda el agua del mundo/ tus pesados ojos Oh silenciosa/la nieve/ el sol de antiguas estaciones/ y los vientos nuevos que vendrán/Todo estará por hacerse en el poema/como en un principio. (Rolando Gabrielli ©2010)
Un autor debe conocer, fotografiar, amar, odiar intensamente su entorno, para saber por qué vivió allí y llegó a poner la sangre de su semilla. Chile, el DF, España, todos los autores preferidos, el propio abecedario, el lenguaje oscuro que cargamos en una mochila y vaciamos en la hostil y plácida página en blanco. Bolaño, Bolaño, Bolaño. Cosmopolita fueron Marco Polo, Alejandro, Atila, Darwin, Julio Verne, Saint Exupèry, Gagarin, Cousteau, Joyce, Cortázar, Carpentier, Borges, Octavio Paz, Huidobro, Rimbaud, los viajeros que se quedaron, los que soñaron con viajar, los que nunca divisaron tierra como el loco, afiebrado grumete de La Santa María, los que en el mar encontraron la paz, cosmopolitas todos, incluso aquellos que terminaron dando vuelta la esquina en su única ciudad. El lugar importa, si y no, los viajes, el Cosmos de los pollitos que escriben desde las capitales que ven pasar como urbes de grandes ubres holandesas, se las beben de paso, las retratan de pies a cabeza, se las toman por el culo de la novedad y las taquigrafían como si la flauta sonara por primera vez en la página en blanco del pequeño circo romano de la narrativa más prosaica que la prosa. Se reúnen estos y aquellos, los viejos y nuevos músicos, bien y malpensantes, en Colombia, o no importa, donde la geografía aguante el mercado. Inclusive al sur de La Patagonia, donde por un par de días se reescribió lo desconocido, lo Nouveau....
La agenda ahora también parte de la búsqueda colectiva de lo "insólito contundente" y en parte se aterriza en el autor de Los Detectives salvajes, donde en tabla rasa, sobre una de las mesas, se analiza, más bien "desmenuza, si el éxito de Roberto Bolaño es genuino o una estrategia de marketing editorial." Vivimos un época, tiempo, donde el mercado usa más trucos, trampas, trampolines, y se travestea, transforma, crea su propia tribu al son de la tru truca. Dejemos el mercado, que lo domina todo, o casi, y tiene a sus fieles hijos de un mismo pastor.
"Bolaño ha sido producto de varios equívocos alrededor de su figura: "El primer equívoco es confundir su obra con lo que fue su vida. Se dice que fue innovador, pero su temática de escritores sobre escritores fue inaugurada por Henry James, y más acá tratada por autores como Sebald o Vila-Matas. Sus procedimientos también están en la literatura desde hace rato. Esto no quiere decir que no sea un gran escritor, porque lo es, pero no por las razones que se aducen" Palabras más o menos del argentino Guillermo Martínez, ex becario de Oxford en el país de Agatha Christie. La paja en la literatura ajena abunda. El torero ya sin ruedo, yace en la arena bajo el fondo del Mediterráneo. No toda palabra termina siendo ceniza."El éxito de su obra en los Estados Unidos lo hizo sospechoso para algunos, porque entró en cierta institucionalidad", dijo alguien en el foro colombiano. En los días de una Feria del libro en Bogotá, escuché allí, cuando Bolaño volaba sin la capa de Superman, pequeñeces sobre su obra y aún no salía 2666 y toda su poesía. El autor aún rondaba la miseria de sus detractores. Creo que hay autores con una vida màs rocambolesca que Bolaño, el propio Neruda a quien tomò como personaje. Eso no es lo màs importante. Los poetas y los narradores suelen incluirse, formar parte de su obra. Rimbaud es una leyenda incomparable, quizás irrepetible, basada en su genio y silencio in/mortal. A Bolaño no le faltó osadía, aventura, imaginación y siempre fue desafiante del sistema, de la generación que le precedió y a sus pares, especialmente chilenos. Transgresor a tiempo completo. Fue un héroe de la doble sobrevivencia física, por su enfermedad y vida de inmigrante, de escritor desamparado e inclaudicable. Crítico, contestario, escritor caudillo del ejército de sus palabras y de un pequeño ejército de salvadores de la poesía.
En este mundo de malos arbitrajes y pulpos videntes, se reeditan los cuentos completos de Roberto Bolaño, 34 en total, bajo el título simple: Cuentos. Cuenta Bolaño con su vida, retazos que cuenta, como cualquier contador de historias, la ficción es real, el autor se recrea, recurre a lo que vivió, soñó, estuvo por ver, imaginó y mintió de la manera más creíble. La ferocidad de la ternura tiene no sólo un mérito, sino forma parte de la memoria, como cuando el odio toca la bocina en la madrugada frente a la ventana. En la literatura hay unas vueltas en círculo que no siempre se juntan. Por demás, sería aburrido y hasta sospechoso. Bolaño como un autor realista capitalizó lo que respiraba, sus pisadas, la espalda que le dio la vida la enderezó en sus historias, que fueron, pudieron ser, y le vinieron de tanto venir. Su leyenda vestía con ropa propia, no buscaba calzarse con zapatos de famosas boutiques, ni se le veía aspiraciones extraliterarias inadmisibles. Arrastró a España sus desventuras aztecas, la derrota, el fracaso, la miseria, la pequeña felicidad, el rostro ocioso.
Y Bolaño, lo que dejó en el tintero de la imaginación del lector, le sigue dando cuerda a ese mismo lector crítico, y a quien busque en verdad la razón de la verdadera literatura e historia, su origen, porque no todo lo que se lee fue escrito así y porque sí. La literatura tiene mucho de la vida real y en ese sentido me prevengo a mí mismo. Los Detectives salvajes, clavados en el mundo y folletín bolañezco del DF mexicano, está vinculado a un episodio real del propio autor tras el Golpe Militar de 1973, en la ciudad de Concepción, famosa nuevamente por el reciente terremoto. Cuenta la historia real, dice Roberto Careaga, "que dos detectives de Concepción reconocieron en el calabozo a un ex compañero de colegio encerrado por ser un supuesto subversivo extranjero. Era Bolaño. A los pocos días, el escritor estaba libre".
A algunos escritores les desagrada que Bolaño hable de otros escritores, ficciones realidades, invente, se burle, mezcle, cuele y saque su pócima. Bolaño vivió su literatura, acomodó sus lecturas y jugó sus cartas. El lector verdadero nunca se cura, siempre busca más, indaga, muestra su olfato y se recrea ante un libro abierto a no pocas posibilidades... Bolaño creía en la casualidad y en la desesperación, en ese limbo que vive todo verdadero escritor y más cuando es insobornable. Fue un vigilante de sus propias palabras, no sólo de un camping, sino de la nocturnidad de su verbo, de la forma y contenidos que escapaban de la ilusión y realidad, de la historia que suele ser melliza con los sueños y las buenas y malas intenciones para hacer y concluir un texto.
Es un poco el poeta del chambergo, como se veía Lihn y le contaba en un poema a Roque Dalton, y consideraba que el cuento era un acto de valentía. Es que la literatura y la poesía, sobre todo, reclama coraje no para atacar o bombardear con versos a alguna escuadra enemiga,,en este caso los lectores, sino porque se trata de una acto solitario, personal, irrepetible que se repite, pero que nunca es el mismo.
La literatura también es un ejercicio feroz por encontrar el comienzo y el fin, que suelen confundirse y darse la mano, a veces.
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Epilogo
Este anarquista y feroz autor de sí mismo, de sus correrías, infancias, escapadas y retornos a Chile, aventuras y desventuras aztecas y españolas, de sus puertos inauditos sin llegada ni partidas, para dejar, antes de partir, sus huellas reales y tal vez pistas falsas. Fue un lunes 14 de julio, hace siete años en unas horas, porque este epílogo lo escribo un martes 13 del 2010 en un Sótano, que a pesar de ser una buena recomendación de Kafka para escribir, lo mío ha resultado un hábito desprendido de mi propio trabajo. Un topo de la escritura en un Estudio de arquitectos, que en las noches permite vagar en solitario por la imaginación de los edificios, proyectos, casas, que se diseñan y por la aventura personal del viaje que no tiene destino.
Rolando Gabrielli©2010
Rolando Gabrielli©2010