A J. D. Salinger
¿La muerte es eterna o la eternidad nos vuelve a sonreìr? ¿Los parèntesis son espacios en blanco o de libertad? ¿El camino es ùnico o pasamos al del frente sin percatarnos, como si siempre fuera un camino nuevo? ¿La ilusiòn està a la altura de la realidad? ¿Màs puede ser menos o igual? Me dijiste cerca del mar que era màs filòsofo que narrador, o algo parecido, como si estas preguntas quisieran reafirmarlo. Què va!, somos el cordòn umbilical de nuestro propio cuerpo. El mes se va redondo como la Luna de esta noche y no me estoy saliendo del libreto. Es que no hay un papel para ser rayado, todo es sobre el ordenador en blanco. La literatura se basa en que lo que se escribe no estaba escrito. es la historia de la vieja inocente ola y termina por derrumbar el acstillo de arena, que era nuestro principio. Fràgil, pero comienzo. Y asì todo tiene su historia, la misma historia como la vieja rueda, no descansa. Es como saber si la punta de un hilo negro nace de la oscuridad y la de un hilo blanco es luz solo por nombrarla. Las tapas de un libro producen un efecto, pero sus palabras tendràn que convencerme. El exterior es el croar de la rana, pero donde la luna ilumina, hay un reino. No siempre sabemos hacia donde vamos. De donde venimos, sin ir màs lejos, puede tener una explicaciòn. Al menos la de la historia corta del nacimiento. Fechas, inscripciones, las anècdotas que con el tiempo van creciendo como un currìculum invisible. El camaleòn ha encontrado su respuesta. Sabe que la puerta se pueda abrir por dentro y por fuera, y cerrar, viceversa, depende de la ocasiòn.
La literatura tambièn es silencio y no decir nada, sino empujar hacia dentro la sìlaba, la saliva de la palabra que va creando su propio bolo alimenticio sin que nadie estè apurando la digestiòn del libro. Es la libertad del escritor de escoger el tamaño de su soledad, la luz de su propia oscuridad, què hacer y cuando largar de sus vìsceras sus malditas obsesiones. Acto pesonal el de la escritura y tambièn el de la publicaciòn. Es como si uno quiere conversar con el vecino o no. Sì, com osi alguien escogiera tu propia almohada y los sueños a soñar. La espalda es un buen soporte para el olvido y gran consejera para. Hay un horizonte detràs de la espalda, el que a veces olvidamos, y uno frente a los ojos. ¿Cuàl està màs lejos de alcanzar? Alguien puede decir que uno ofrece un pasado y el otro un futuro. ¿Hacia adònde pueden llevarnos las palabras? Mejor ni pensarlo. Pero la palabra es placer. Yo guardo dos o tres en un estuche. Son palabras de emergencia. Una especie de alerta roja de una mìnima expresiòn. Especie de comodines. No siempre resuelven. A veces encajan. Otras, quedan sometidas a su silencio, como pajillas en un inmenso trigal. Ellas se acomodan a las circunstancias y pueden llegar a cruzarse de brazos o disparar. Un rìo, en mi experiencia, las vuelve a bañar dos veces y muchas màs y no dejaràn de ser las mismas, pero volveràn a ser otras por un instante. ¿Alguien puede editar dos veces un mismo rìo? Irse del libreto no està en uno, puede ser como perderse en la ciudad, caminar entre las moles de cemento y hierro, mirarse en los cristales de los rascacielos, aspirar todo el veneno que carburan y no carburan los automòviles. Asì se puede llegar a vivir como un lagarto en un pantano seco. ¿Se puede llegar a arrastrarse en cuatro patas? Boquean por las calles y no importa la temperatura. Creen pertenecer a un lugar que arrasò con los manglares y bosques. Al otro lado del planeta una mancha de nieve blanca sucia mantiene los ojos atentos en algùn camino y los cuerpos frìos se lamentan del paso oscuro de sus sombras. La mueca helada es lo que dejan algunas presencias como una postal de un frigorìfico. La literatura, en cambio, es como una bala alojada en el cerebro, aunque todos sabemos que està en el corazòn. Es perfecta cuando ella ni nosotros la abandonamos. Puede llegar a ser un acto suicida compartido, en el mejor de los casos. Uno no escribe para que alguien pueda entretenerse en las noches, pero puede ocurrir. La palabra es parte del insomnio, del juego, de la historia, y soy de los que entiendo que el tiempo me pisa los talones y que es època de escritura. Se escribe por necesidad, placer, urgencia, porque es algo inevitable. Escribo porque sè que siempre habrà un lector oculto detràs las ramas. En verano le devuelvo las hojas al bosque y sepulto mis fantasmas. En invierno, veo crecer la lluvia con el bosque y comparto el oxìgeno que me regala cada dìa. Un escritor verdadero, se atrinchera en las palabras y siempre ve el bosque. A veces la esperanza ocupa el lugar del codo y no deja de ser un lugar duro, pero flexible. Es como guardar en la mano una nuez que algùn dìa romperemos. La nuez es sorprendente, su fruto solitario, avaro, exquisito, y a pesar de la dureza de su superficie, se rompe. La mano reafirma la historia : el viaje es lo que importa, Homero. Hay que emprenderlo y cada ruta tiene su objetivo. Un viaje puede ser literalmente hablando hacia algùn lugar o convertirse en una trinchera de uno mismo. Para escribir no se necesita estar de viaje ni tener boleto para algùn lugar. La literatura tiene un origen clàsico en el amor y el dolor, en el silencio, ausencia, la observaciòn, imaginaciòn y la memoria. Yo agregarìa un pedazo de azar. Un escritor que no encuentra un trèbol de cuatro hojas en su vida, puede llegar a perderse. Hacia adentro quizàs sea la gran mirada, pero siempre es una decisiòn personal intransferible. se puede llegar a la ausencia total, dispararse fuera de la historia, calendario, de la aspirina cotidiana de la vida. Restarse tambièn es un compromiso. Se puede quedar fuera del escenario y ser actor por una vez, por necesidad, y volver a hacer mutis por el foro, y seguir trabajando en la obra por puro placer personal.Todo es tan posible como lo imposible. ¿Ponerse en el lugar del que està adentro de sì mismo? ¿Es un oficio mayor el pasar a ser observado y dejar de observar al otro? Una opciòn es porteger el cuerpo, no exponerlo, al vuelo incesante de las aves de rapiña que esperan el trofeo. Una elecciòn es un camino y un camino es una elecciòn. No nos preotejamos la cabeza con sombrero ajeno, las ideas no floreceràn. Y siempre tendremos nuestro propio Yo, aunque nos viajemos hacia nuestro interior. Se sienta con nosotros al desayuno, va al baño y se mezcla entre las sàbanas. Nos invita a veces a ausentarnos, pero se nos presenta en no pocas ocasiones. ¿Es màs fàcil dormir con el Yo y no exponerlo a la superficie? Las preguntas no vastan y menos las respuestas.