Tal vez nunca conoceremos sus rostros, pero si sabemos de sus corazones... Ahí están sus manos libres, la luz de un arcoiris y sus palabras de agradecimiento. Nacieron bajo tierra, en un sótano de horror, donde Dios no logró abrir el cerrojo, ni el corazón del perverso Josef Fritzl, quien se transformó en padre y abuelo al violar sistemáticamente a su hija Elisabeth, durante 24 años. Esto ocurrió en Austria, en Amstetten, a 100 kms. de Viena, la capital, sin que nadie se diera cuenta. Del incesto nacieron siete hijos, uno muerto. Tres de ellos vivieron en la superficie,a elección del verdugo que los engendró, por razones de seguridad. La madre y los otros tres, compartieron 60 metros cuadrados de horror, sepultados bajo el espanto de la casa paterna. En ese infierno, ella le dibujaba el sol, paisajes de la vida real, los cuales eran desconocidos por los niños de esa catacumba construida por un electricita troglodita, obsesivo y desalmado, un "psicópata glacial, distante". ("La conducta del psicópata tiene tres raíces: una raíz genética, probablemente alguien de su familia ha sido así; otra parte adquirida, habrá que ver cómo era su familia pero es evidentemente que creció en un ambiente muy frío, seco. Nosotros somos hijos de nuestro tiempo e hijos de nuestro entorno, si tu recibes amor, creas amor. Si recoges odio y frialdad... Y la tercera pata es la propia trayectoria personal. Otro rasgo es la mentira sistemática. Miente tanto que ya no sabe él mismo qué es verdad y qué es falso."De acuerdo con el el psiquiatra español Enrique Rojas)
Cuando el monstruo se le acercaba para violarla, Elizabeth le pedía a sus hijos salieran del cuarto y fueran a ver televisión y la pusieran en el máximo volumen, para evitar que ellos se enteraran de las atrocidades de su padre y abuelo.
Fritzl logró montar una trama compleja y creíble para su mujer, vecinos, parientes y amistades, que le permitieron llevar adelante sus planes durante 24 años, sin que nadie se percatara. Dijo que su hija se había fugado con una secta religiosa y que esos niños eran sus hijos, que ella no podía mantener. Sólo la enfermedad de la hija-nieta mayor, Kerstin, permitió descubrir el horror a las autoridades. La joven permanece aún en cuidados intensivos, en un coma inducido, en un intento por salvar su vida.
Además de las violaciones, golpes y humillaciones, el sádico electricista amarró durante los 9 primeros meses a su hija para llevar adelante sus fines, en un circuito de espanto poco conocido en la mente humana, en una "sociedad civilizada del siglo XXI". No sé sabe si los niños se recuperarán del todo y el proceso de restablecimiento les llevará entre 4 y 8 años. Todos cambiarán de identidad para llevar una vida normal, lejos de los curiosos y del morbo de los medios. Kerstin, quien podría morir, es la trágica heroína de esta historia y le dio la vida y la libertad a su madre, que parece una anciana, y a sus hermanos que no conocían la luz.
La premio Nobel austriaca Elfriede Jenilek, pone como telón de fondo la rigidez social de su país, las reglas del juego favorecen la intocable figura paterna y del abuelo, que es una misma persona en la trinidad del poder, de la jerarquía única de la familia. Los austriacos le temen a la verdad, ha dicho Jenilek, una sociedad quebrada que ignora a uno de sus más conspicuos hijos, Sigmund Freud. El vals del espanto, absolutamente kafkiano, con el perdón del checo.
Adolfo Hitler nació en Braunau am Inn, una pequeña aldea del imperio Austro-húngaro, hoy Austria. Pero esa es otra historia, vinculada con la que viene.
El castaño de Ana Frank
Hace sol, el cielo está de un azul profundo, hace una brisa hermosa y yo tengo unos enormes deseos de...¡de todo! Ana Frank
«El castaño está en flor de arriba abajo. Además, está lleno de hojas y se ve mucho más bonito que el año pasado.» - Ana Frank, 13 de mayo de 1944
La historia de Ana Frank, una de las más divulgadas en el mundo, escrita en un Diario de Vida, entre el 12 de junio de 1942 y el 1 de agosto de 1944, por esta jovencita de 13 años nacida en Alemania y de origen judío, en una buhardilla de Amsterdam, Holanda, seguirá impactando a quienes la lean por primera vez y quedará como un estigma para quienes odiaron la raza humana. Ana compartió con su familia y unos amigos, un total de 8 personas, en un reducido espacio, dos años cargados de incertidumbre que ella supo aliviar con su infatigable pasión por la vida y escritura. Por una delación, los nazis, la Gestapo, organismos secretos de Hitler, dieron con el escondite y todos fueron trasladados a campos de concentración y morirían más tarde, incluyendo a Ana, su hermana Margot, su madre Edith. Sólo su padre Otto Frank se salvaría, quien regresaría a Amsterdam y se encontraría con el Diario guardado por manos amigas.
Ana Frank tuvo la capacidad y posibilidad no sólo de poder transmitir sus sentimientos en un Diario de Vida, sino de asociarla a ese castaño que podía divisar desde su escondite en toda su plenitud. Un árbol que aún sobrevive en Amsterdam y en la memoria de quienes han leído su Diario.
Ahora pienso en la austriaca Elizabeth y sus tres hijos que vivieron en un sótano por 24 años. Los niños no conocían la luz y ella, su madre, era humillada, maltratada de palabra y físicamente. Son dos historias de horror en épocas y circunstancias distintas, pero repiten su esquema de terror, sometimiento, aniquilamiento emocional y físico de un aparato estatal sobre las personas
o de un individuo contra su propia sangre.
Pienso en los niños de Colonia Dignidad- Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad (Villa Baviera), Chile, sus madres, que por más de cuatro décadas sufrieron las atrocidades y aberracciones del enfermero alemán de la Segunda Guerra Mundial, Paul Schäfer, hoy detenido a los 83 años en espera de una sentencia del infierno. En la llamada Colonia Dignidad, un complejo habitacional de 15 mil hectáreas, el viejo cabo nazi, Schäfer, practicaba la sodomía con niños, actos por los cuales huyó de su natal Alemania. En ese enclave germano, además, en tiempos de Pinochet, se torturaba a políticos opositores y preparaba gas sarín. Lo cierto, amigo lector, es que eran tres historias. Siempre algo se nos escaba debajo de la manga.(Rolando Gabrielli©2008)