La palabra ara en el mar/y la imagen es silencio. (RG)
Hace diez años iniciamos esta aventura, la palabra en la Red. Las palabras no vienen del viento, pero viajan por el ciberespacio. Este diálogo es entre tú y yo, amigo internauta, una conversación casual, sin tiempo, casi secreta, con tus sentidos.
La poesía tiene sus propios caminos y misterios. Si uno abre los ojos, escucha con atención, lee lo que hay que leer, "aviva el seso y despierta", se dará cuenta que la poesía está en todas partes.
No hay un solo día en que alguien no festeje con sus propios actos la muerte de la poesía, y otros, la ignoren olímpicamente. En un mundo en contradicción permanente, y abismos sin nombre, el hombre común y corriente se aferra a los lugares comunes, ignorando que detrás de todo está presente la poesía.
El sabio argot popular recurre a una vieja muletilla: a esto le falta poesía, no es poético, pónle poesía, hazlo con poesía, lo que quiere decir es que las cosas más profundas, trascendentes, perdurables, requieren de una dosis de poesía para lograr su objetivo e impactar más allá del presente a una persona.
Pareciera que la poesía no sobra y que representa algo que a veces no podemos nombrar, explicar, por inefable.
Más de 2900 post, textos editados en una década, testimonian está conversación anónima, sin tiempo, una ventura de la palabra y sus lectores en una pantalla en blanco. Es un tiempo en la vida de cualquiera y agradezco las visitas al Blog de quienes se mantienen fieles en buscar y compartir la belleza y alguna palabra nueva en este ejercicio solitario, más allá de los dichos en el día a día con los que nos comunicamos nosotros mismos.
Una palabra presente que se reconozca en la memoria. Una palabra no siempre expresada. Una palabra verdadera como debiera ser siempre una palabra. Una palabra viva, audaz, sin intermediarios. Una palabra que hable de la vida y las cosas y de la muerte que siempre toca alguna puerta.
Nos hemos mantenido fieles a nuestros principios fundacionales, la palabra y a la latitud sur, Curinape, donde nació este Blog. A pesar del bloqueo misterioso de Google, desde hace algunos años, hemos contado con vuestra confianza, solidaridad e interés. Las barreras artificiales, como los viejos muros, se desploman, caen por su propio peso.
Este Blog, la poesía, es un puente invisible, fue diseñado para un solo lector-a, pero ya sabemos que Internet abre los ojos al mundo. Escribimos siempre para un lector desconocido, para ese que escudriña en el lenguaje y sabe que el poema es una señal del silencio o una voz oculta de la memoria.
Y la palabra aquí ha sobrevivido con lecturas arbitrarias, memoria interrumpida, monólogos interiores, diálogos circunstanciales, con libros de autores checos, rumanos, latinoamericanos, franceses, norteamericanos, españoles, alemanes, japoneses, ingleses, griegos, italianos, irlandeses, austriacos, rusos, e insomnios infinitos, aunque justo es reconocer conversaciones abiertas y secretas con la Musa.
Por este espacio, en estos 3650 días, han circulado Kafka, Proust, Ruiz, Millàn, Panero, Borges, Cortázar, Neruda, Parra, Huidobro, García Márquez, Bolaño, Gelman, Rojas, Hahn, García Lorca, Murakami, Violeta Parra, Vallejo Cèsar, Monsiváis, Lemebel, Pessoa, Kerouac, Lihn, Teillier, Uribe Arce, Mistral, Banksy, Carver, Bradbury, Welden, Thomas Merton, Ernesto Cardenal, Whitman, Sylvia Plath, Brecht, Rimbaud, Lennon, Quino, el Che, Joyce, Mandela, Picasso, Putin, Benedetti, Salinger, Artaud, Pizarnik, Green, Corin Tellado, Vallejo Fernando, Pinter, Pacheco, Van Gogh, Eco, Hemingway, Lessing, Dylan Thomas, Transtromer, Buira, Kama Sutra, Gabriela Mistral, Chile, Gardel, Silvia Campazzo, Rolando Denver, Pandora, Solzhenitsin, Matisse, Narosky, Fellini, Brigitte Bardot, Cindy Crawford, Dalton, Piglia, Diego Rivera, Frida Kalho, Ferlinghetti, Cerati, Bob Dylan, Barquero, Degas, Dorfman, Pasolini y quizás Quevedo.
Todos casi sin pensarlo, se subieron a este carrusel de las palabras, montaña rusa digital, aunque ya habían volado con alas propias y solo les invite a acompañarnos, a hacer memoria sobre algunas cosas ya vividas. La belleza de la palabra es irreproducible, a veces.
El horror también está aquí dibujado con las palabras, y sus autores se reconocen en sus hazañas sin inmutarse. Por eso y más, continúa la función.