I
Despierto una
mañana absolutamente digital,
para enfrentar un
día más digital que nunca,
con todos mis
cinco sentidos digitales.
Todo está
contenido aparentemente en la nube y en el Internet de las cosas,
yo mismo inmerso
digitalmente me apresto a incorporarme
a mi equipo
digital, afino mis herramientas digitales,
ingreso a un zoom
como un buzo en el mar digital
y con mi balón de
oxígeno como un pez digital,
recorro caras, escucho ideas, pautas, señales,
gestos,
instrucciones,
tareas, imágenes, (no hay palabras escritas),
solo novedades que
abren aparentemente inéditos caminos,
inimaginables rutas
digitales para una vida nueva,
habito Internet, en
una palabra la red me absorbe,
como una piscina
sin agua, digitalmente.
II
Sé que los de
antes ya no somos los mismos
y cuando realmente
viajemos sin tiempo, ni límites,
como pájaros
digitales en el paraíso del Metaverso,
habremos alcanzado
no solo la gloria, porque es efímera,
circunstancial,
pasajera, algo pasada de moda,
sino plantado
nuestras propias banderas, semillas, estacas
del ilusionismo
contemporáneo jamás soñado
en territorios conocidos
de la fantasía humana,
realmente nos reinventaremos, como flores en
el desierto
en nuestras
propias inalcanzables utopías digitales,
espacios donde la imaginación comienza a dudar
de su existencia
y la soledad pasa
a ser una adjetivación involuntaria de la gramática,
solo urdimbre de
nuestro deseo, sin palabras.
Qué silencio
absoluto nos aporta el más allá,
¿somos esa piedra
en el despeñadero
que arroja nuestra
infancia al vacío?
El futuro nunca echó más raíces
que en este presente perpetuo
con vista al infinito y más allá,
que transforma en un simple juego
el porvenir y sus nuevos horizontes.
III
No te vayas a
bajar de este carrusel sin pista,
veremos por fin
puestas de sol nocturnas,
te convencerás que
no existe la realidad,
Metaverso es el
verso de cada día,
el juego de
perdernos en la infancia,
el espacio donde
solo existe espacio,
un laberinto para
cada cosa que la imaginación
construye en el vicio inimaginable
de lo virtual.
IV
Crearemos un mundo
a la perfección, tú y yo, volveremos
a ser Adán y Eva,
le llamaremos Paraíso del Metaverso,
nadie nos
expulsará de este jardín digital, diseñado a imagen
y semejanza de la
realidad virtual,
un viaje donde la
realidad estará prohibida y los ángeles
hipotecarán sus
alas, ingresarán como guardianes
del más allá
sobrevolando nuestros sueños virtuales,
y solo existirá un cielo para los habitantes de Limbo
City.
Nada ni todo será
igual, solo un espacio para la imaginación,
lugares virtuales,
amigos virtuales, hogares virtuales,
señales, solo
señales, un cielo verdaderamente virtual
a la derecha del
Padre, Oh Metaverso,
perdónalos no
saben lo que hacen.
V
Anoche soñé que
hacía un viaje en el Metaverso
alrededor de
Alicia en el País de las Maravillas,
me guiaba la
poderosa mano invisible del mercado,
el dedo índice
digital sobre los labios digitales
me cubría el
rostro de silencio en señal de sorpresa,
cerrar los ojos y
caer en un abismo donde el espacio
se multiplica
asimismo con su semilla infinita
y la imaginación
pareciera no tener fin
como una partera
del infinito multiplica
espejos de
horizontes ciegos, inasibles, alucinantes.
VI
Amor, recurro a tu
memoria de este bello mundo
que no encuentra
su lugar y se evapora como tu silencio,
de corazón a
corazón, pregunto, musa: ¿tú eres mi hipervínculo?
Dirás, viajamos a
la velocidad de un clic
en una nube gaseosa están todas mis respuestas,
erráticas son las
noches, los desiertos, el mar,
las montañas,
todas las huellas que no dejan huellas,
en la nieve blanca
se dibuja una sombra perfecta del alma
de las cosas que
no se ven, ni se tocan.
En una rosa o en
una palabra, la realidad podría
convertirse en
piedra.
VII
No soy un oráculo
de las almas perdidas,
solo viajo en el Metaverso.
Rolando Gabrielli 2022