Y comienza un nuevo año, aquí en la Tierra, un lugar basta agitado, enrarecido, habitado por el hombre y muchos animales en extinción, producto de las actividades del hombre, que incluyen además de la contaminación en todas sus fases, el asesinato de su propio hermano. Las razones son múltiples para haber llegado a este panorama poco halagador, nada idílico, como cuentan las tradiciones, cuando nuestros padres A y E, habitaban el llamado Paraíso. A ellos les duró poco, nosotros, los dueños del mundo, creen que este es el verdadero, el que pisamos cada día con un ojo en la nunca y el otro en el despeñadero. Pero vamos hacia adelante y hacia arriba.
Historia repetida de un bípedo insaciable, a lo largo y ancho de su propia historia. Vamos a la deriva como una nave loca en manos del dios-mercado, somos parte de la oferta y demanda, materia prima, George Orwell del Gran Hermano. Un producto hasta cierto punto querible, pero sumamente desechable, por a, b, c, motivo.
El año nos presenta su propuesta tradicional de 365 días, 52 semanas, 12 meses, es su menú tradicional con sus puestas de sol, mareas, cuatro estaciones, eventos naturales de toda naturaleza, y luego se sienta a esperar para dar vuelta una hoja cada día. Lo que haga usted, querido internauta, lo que hagamos con este espacio y tiempo, dependerá de nosotros. Es cierto, los grades eventos no dependen de nosotros, ni los empujados por la mano del hombre y menos los naturales.
¿Quién juega con el azar?