La loterìa del Premio Nobel de literatura, no es nueva y la Academia Sueca, renovada, luego de un traspié histórico, nos demuestra que no hay favoritos y que este 2020 es un año de sorpresas para algunos y postergación para otros.
Me confieso muy lejano a la obra de Louise Gluck, la poeta norteamericana ganadora del Nobel y que ya el ex presidente Barack Obama habìa hecho un notable reconocimiento en la Casa Blanca, donde la poesía precisamente no es la especialidad de la casa.
Lo que resulta relevante es la puesta ad valoren del genero poesía y femenino, dos reconocimientos interesantes en tiempos de pandemia, en medio de un escenario distòpico realmente que todo se ajusta en la medida de cómo vaya transformándose la incertidumbre en sì misma.
La distopìa està en curso, no es nueva, pero se ha acrecentado y amenaza con acelerarse aùn màs, sin querer ser alarmistas, porque un cambio drástico para que la humanidad tome un curso màs aceptable, sostenible en una palabra, se requiere algo màs que una vacuna milagrosa. La sociedad no es perfecta, quizás como apuntan las escrituras, lo fue durante un tiempo, con la primera pareja, hasta que perdieron el paraíso y las páginas que se fueron escribiendo en adelante, no son las màs idílicas o las menos conflictivas.
Gluck leìa pasajes bíblicos en su formación, un hijo se llama Noè y estudiò a fondo el mundo grecolatino y se subió al diván para autoanalizar su yo producto de una anorexia y conflictos con su madre.
No nos alejemos de Louise Gluck, 77 años, neoyorkina, profesora de la Universidad de Yale, autora de diversos poemarios y ensayos, galardonada previamente con el Pulitzer, La medalla Nacional de Humanidades, el National Book Award el 2014, laureada también en Estocolmo con el premio Transtromer, promovido en memoria del último Premio Nobel sueco, fallecido el 2015. Gluck, nieta de judíos húngaros, no era una desconocida en Suecia, ni en el idioma español, ya que ha sido traducida por la editorial Pre Textos.
Se ha dicho, una mujer común y corriente que desde su propio interior y de las cosas, la naturaleza, trasciende y universaliza la vida sencilla, afirman de alguna manera la Academia y sus editores. Ella sostiene asimismo en El iris salvaje, Ararat, Averno, una interpretación visionaria del mito del descenso de Persèfone al infierno en el cautiverio de Hades, el dios de la muerte, reconoce y destaca la Academia. Gluck ha publicado otros cuatro libros que los estudiosos han puesto en la balanza del Nobel: Las siete edades, Vita Nova, Paderas y Una vida de pueblo.
Una de las claves para acercarnos a los mèritos de la autora según la Academia sueca, es su capacidad para mezclar los mitos griegos con el presente, y diría, como los filósofos, hacerse continuas preguntas, para buscar y trascender su verdad ìntima. La poesía de Gluck pone a brillar además aquello que se oculta y en lenguaje cotidiano pareciera hacer oìdos sordos a la mirada.
Sobresale, para aquellos que están en el oficio y comienzan, mejor aùn, una obsesión por escribir cada vez un libro diferente al otro. Algunos sostienen que en toda su vida han escrito el mismo poema. Cosas del oficio, marcas personales de cada autor, vivencias y aproximaciones indiscutibles a la palabra. Es muy valioso observar a través del oficio, de lo dicho y no dicho, lo confesional de alguna manera, como se reescribe una vida diariamente una hoja de papel, como pareciera reconocerlo en alguno de sus ensayos, ver que la poesía, la escritura, este privilegio de asumirse asimismo, también es palabra de salvación. Por esa huella, tal vez encontremos lo màs valioso de un autor. El mayor reto para leerlo, es esta invitación a descubrir, revelar su ser.
Reconozco que las traducciones no me satisfacen del todo, en poesía se pierde mucho y a veces, el poema adquiere una simpleza tosca, pero mi inglès es de aeropuerto, no puedo exigir màs. La Academia, me parece, hace un reconocimiento a la poesía, un gènero, oficio, poco cotizado en el mercado y algo alejado de las ùltimas premiaciones suecas. Al mismo tiempo solo 16 mujeres han ganado el lauro, que ya cuenta con 113 premiados.
Sirena es uno de los poemas citados por la prensa: “No quería irme a Chicago contigo./ Quería casarme contigo, quería / que tu mujer sufriera. / Quería que su vida fuera como una obra de teatro / en la que todas las escenas son tristes. / ¿Piensa así / una buena persona?”
Louise Gluck, confesò en una entrevista que querìa ser actriz, pero descubrió que no tenía dote alguna para ese papel y que en verdad deseaba que le aplaudieran. Dentro de poco la saludarà un rey escandinavo y como en un cuento de hadas, le aplaudirà el mundo de las letras.
Rolando Gabrielli©2020