sábado, agosto 08, 2009

La última rumba de Calderòn





Recuerdo como si fuera hoy la última vez que vi a Alfonso Calderòn en Chile, profesor de la Escuela de Periodismo, escritor, poeta y miembro de la Academia Chilena de la Lengua. Fue en la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), una tarde neutra de invierno, cuando el terro escribía sus mejores poemas. Me voy le dije, què libros cree debiera llevarme, le preguntè. Es algo personal, me dijo, pero incluye la Antologìa de la Poesìa Chilena. Se referìa a una antologìa que èl hizo y en verdad es la màs equilibrada y completa hasta los años setenta, que haya conocido. Ademàs le quitò las pestes adolescentes de la escarlatina (sarampiòn), alfombrilla y peste cristal, a las antologías arbitrarias chilenas y de todas partes. Siempre queda alguien por fuera por a,b,c,d, razones, pero la Antologìa de Calderòn es un documento a leer, conservar y seguir leyendo. Hablamos que los verdaderos libros de un escritor eran aquellos que se refieren a la vida, naturaleza y yo le comentaba que me sumergìa en mi trabajo en todos esos textos relacionados con la ganaderìa, el campo, algo de ecologìa y naturaleza. Caminò ese dìa por el centro de la SECH, el lobby, con un cartapacio y nos despedimos, sin saber que ya no le verìa màs. Lo último que se filtrò aquella tarde fue algo de luz que llegò al salòn solitario, donde alguien se despedìa de su país. Incluì varios libros, en mi mochila Muerte y Maravillas de Teillier, me lo recomendò, creo, o al menos me dijo, autores chilenos, poetas. Lihn, Parra, Neruda, Huidobro, etc. Algunos de esos libros no sobrevivieron, me los robò literalmente hablando un poeta y decano de Filosofìa de la Universidad Nacional de Colombia.
Alfonso Calderòn muriò hoy de un infarto, era un hombre estudioso, silencioso, acadèmico y tenìa una biblioteca que llegaba a las màrgenes del rìo Mapocho y podìa inundar todo Santiago de palabras e historias. Habìa en èl, mucho de chileno raizal, conocedor de la cultura del país austral, animador de foros y charlas, publicaciones, Premio Nacional de Literatura de Chile, autor de Isla de los Bienaventurados.
(Cuando se pierde un solo libro/en tu biblioteca/es el que has estado buscando/Todos los tìtulos parecieran desfilar/menos el màs buscado/Aparecen Los Pasos perdidos/Crònicas marcianas/El cetro de los jòvenes/ Cuando Chile cumpliò cien años/Las obras completas de no se quien/Dublìn y Praga/Reconozco y me resigno/he perdido el control de mi biblioteca/los libros andan por su cuenta y riesgo/eso ocurre /cuando me lleno de actualidad)
Por fin apareciò, desde ayer la buscaba e hice un alto en esta nota, una ediciòn de Nascimiento del 1977 y que conservo de 1978, del poemario de Calderòn intitulado: Isla de los Bienaventurados, que lo antecede y preside un epìgrafe de Robert Frost...."en las Islas de los Bienaventurados, ni un solo bienaventurado hallè."
El libro se abre con Tardes de verano,Como si fuera hoy, venìas en atrdes del verano/A ras de hierba, el año indolente coronaba/unos muros que creìmos invencibles. Tù olìas/a cebada, en un vago almavèn aquella esquina. Poesìa sutil, de nostalgia, amor, me recuersda a los làricos con Jorge Teiller a la cabeza, pero es Alfonso Calderòn, su vida en provincia, donde naciò, en la zona central de Chile, San Fernando, tierra de huasos orgullosos y de espuelas. A lo largo del libro estàn reflejadas sus lecturas, amigos, èpocas, sueños, la vocaciòn definitiva de un poeta, la poesía.
El detalle, la mirada, el fragmento de la realidad, la asombra del asombro, la vida. Palomas...Caen de pie, fulminadas por las migas/de los viejos. Ricas y pobres duermen/juntas y les importa un cuerno/la decencia, el frìo/el que diràn. La infancia, la biografía, el Yo,...A gran distancia del suelo, queiro ocultarme./Pregunto què es lo que desean y llamo a mi tìa/o al abuelo. Paso un pie por la ventana y veo/a los hombres flotar en el espacio llamando/a las ventanas/La brisa me refresca la cara/y no me queda pro delante sino caer, caer. No me fío de las apriencia y vuelvo/en mì. Siguen dicièndome:"no tengas màs secretos" Son los temas cotidianos de Alfonso Calderòn que incursionò en Chile como pocos. Fue testigo, protagonista, cronista de nuestra època y del apsado chileno. renunciò a su càtedra den la Universidad de Chile en 1974 y posteriormente fue desginado Director de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica. Fue uno de los que se quedó en Chile. En 3 mil pàginas y siete tomos escribiò Memorias de Memorias, libro que no conocemos y debe ser un legado de lo que viviò, sintiò, percibiò, acuño y transformò en lenguaje para todos y la posteridad. Ha partido un incansable trabajador de la letras, investigador a tiempo completo, una referencia obligada para toda una època y la literatura chilena del siglo XX.
Memorial del viejo Santiago (1984) y Una bujía a pleno sol (1997) , fueron sus últimos libros, epro escribiò tambièn entre otros: Primer consejo a los arcángeles del viento" (1949), "El país jubiloso (1958), "La Tempestad" (1961), "Los cielos interiores" (1962), "Antología de fábulas" (1964), "Grandes cuentos humorísticos" (1966), "El cuento chileno actual: 1950-1967" (1969), "Toca esa rumba don Azpiazú" (1970). "
Se fue sin hacer bulla, tal y como vivìa, escribiendo, proyectando su mundo y el de Chile, su tiempo, fue ese cronista que miraba el tiempo detràs de un espejo imborrable. Memoria, memoria...
Rolando Gabrielli©2009

viernes, agosto 07, 2009

Imágenes son imágenes







Imágenes son imágenes,
no me reescribas ciudad,
en agosto las cosas
tienen otro nombre,
el verano es una posibilidad,
mi cuerpo fue tatuado
y nada es más perfecto
que un paisaje desconocido
Hay lugares que decidieron
por nosotros,
palabras que se repitieron,
imágenes son imágenes.
Rolando Gabrielli©2009

jueves, agosto 06, 2009

LA CIUDAD ES LA CASA GRANDE (La arquitectura es presente y memoria)
























La arquitectura humaniza la belleza
La ciudad es la casa grande. Los muros, las calles, los sitios màs desconocidos, un lugar eriazo, la luz y la sombra que recorre el paisaje urbano, todo, el espacio pùblico, tiene memoria. Es nuestra biografía en presente, lo que reafirma el futuro, y todo se lo debemos al pasado, porque el tiempo es eso, el continuo río de Heráclito, el ave que migra hacia el verano y sabe que su vuelo es inevitable, aunque sea hacia lo desconocido. Siempre hay un retorno, un reciclaje de la vida y la muerte, así las ciudades crecen, se proyectan, las paredes caen en silencio, las calles se renuevan y se erigen rascacielos que transforman la silueta de una ciudad.
Los arquitectos se reúnen para conversar de proyectos, acciones, iniciativas, obras, políticas, planificar, acerca de la ciudad, como mejorar el nivel de vida de quienes la habitan, porque es el espacio donde todo ocurre, desde una noche de amor hasta una travesía en un bus, cuyo destino muchas veces es incierto. El día en una ciudad es una aventura, somos pasajeros en tránsito.
Las ciudades, desde el siglo XX, con raras excepciones crecen como hongos con mil cabezas hasta llegar al caos, a ser inmanejables, y se transforman en entes deformados, con una personalidad neurótica, los gestos de un ser alienado. La ciudad, si fuera por ella misma, aspira a respirar mejor, a no estar saturada de gases, no ser pisoteada sin sentido, ignorada, arrojada al abandono y fealdad municipal. La ciudad detesta la basura, las bolsas plásticas, botellas, los olores que no la representan, los ruidos y la contaminación publicitaria que no la deja ver, las manos sucias de la irresponsalidad y depredación de su paisaje natural.
El siglo XXI es el el siglo de las ciudades que se saben amenazadas por la nula planificación, saturación de proyectos que no se reconcilian con su entorno, abandonadas a su suerte y olvido, ese enigma indescifrable que es como el Triángulo de las Bermudas urbano, donde todo se esfuma, desaparece, o no se hace.
La ciudad es un sitio construido para proteger a la especie humana, un lugar para compartir la felicidad, el diario vivir, enfrentar los desafíos, trabajar, realizar las tareas cívicas, sociales, educarse, crecer, vivir y morir. Es un espacio irremplazable, aunque se esté viajando a otros mundos desde los tiempos de Julio Verne, literariamente hablando y Ray Bradbury, nos hablara de la conquista de Marte en 1950.
Las ciudades son nuestra historia, la memoria de los cuerpos y las casas que habitamos, nuestros antepasados, los ojos que crecen como espejos, los pasos que avanzan sin puntos cardinales.
Los arquitectos se reunen, saben que las ciudades están estresadas, erigidas en caminos sobre el filo de sus pendientes, a la deriva de sus autopistas, en el desahogo asfixiante de sus circunvalaciones, donde las carreteras son un bosque vehicular con arritmia casi cardiaca.
El Casco Viejo de Panamá, donde los españoles trasladaron la primera ciudad construida en el Pacífico de las Américas, Panamá La Vieja, 1519, que fue arrasada por un incendio en un ataque del célebre Pirata Morgan en 1671, es un sitio emblemático para un Foro sobre la Ciudad, porque es además Patrimonio de la Humanidad. Conservar lo antiguo, es de alguna manera, estar actualizado, creer en el futuro. Este encuentro, intitulado Por una Mejor ciudad, es un punto de inflexión necesaria, de urgencia, en una ciudad que ha crecido de manera vertiginosa en la última década y tiene un severo problema de transporte, carencia de infraestructura vial y requiere de una planificación acorde con los desafíos que demanda el aumento de la población y por ende, de los servicios.

Un espacio esquizofrénico, no es una ciudad, es interesante el nervio, ese motor que mueve el asfalto y conecta uno y otro punto, un poco de caos que rompe la monotonía y desajusta la línea recta del diario vivir. Todo está dentro del principio de las diferencias, de un orden no escrito, de la virtud también de la informalidad, pero la ciudad requiere de un tejido social que la convierta en vivible para ser disfrutada y compartida, como un fruto misterioso y real.
En este siglo, de la tecnología y de los nuevos materiales, de la globalización y del mercado, pareciera que los iconos arquitectónicos hablaran por la ciudad y de alguna manera la vida respondiera a esos imanes de la postmodernidad que son los malls, centros comerciales, avisperos de las nuevas relaciones sociales. Panamá tiene varias ciudades en una y se miran en el espejo de la memoria, sus huellas trazan sus propios caminos y convocan a configurar y conformar, intervenir para hacer posible la Nueva Ciudad dentro de todas las ciudades. En la cultura está el hilo conductor de las ciudades, en su naturaleza y geografía, el sol y la lluvia marcan rumbos, es un paisaje planificado por la belleza.
Este es el siglo de la arquitectura de grandes proyectos, no sòlo por las grandes intervenciones quirùrgicas que se hacen en algunas ciudades como en China y en Europa y otros continentes, sino porque en Dubai se reinventan ciudades en pleno desierto y en la misma Asia, se erigen enormes poblados, donde sòlo existìa el viento y la estepa.


miércoles, agosto 05, 2009






El poema que no escribo,
no me roba la calma,
debe estar, digo,
en algún lugar de la memoria.
La Musa es realmente
sorprendente.
A veces, me enmudece.
Rolando Gabrielli©2009

La sombra
es màs lùcida
que la oscuridad.
Ganò la confianza
del cuerpo.
Rolando Gabrielli©2009

martes, agosto 04, 2009

En què soñaba Klimt


¿En què soñaba Klimt,
cuando la mujer lo soñaba
dentro del hijo
en un envase libre nuevo
casi perfecto?
La madre vuelve a nacer
en mis palabras y la abrazo
como en el sueño repetido
en la memoria de los sueños.
Rolando Gabrielli©2009

lunes, agosto 03, 2009


A quién desnudas,
Oh Dios,
déjame roca.
Rolando Gabrielli©2009





El bambù me enseña
cada día
a ser flexible,
contra viento y marea,
se erige silencioso,
firme en la tempestad.
Lo he sembrado
a unos pasos
de mi casa,
como un padre,
para ser libres.
Rolando Gabrielli©2009





La sombra
no se fía
del cuerpo,
en algún momento
la abandonarà.
Rolando Gabrielli©2009

Un monarca amarillo preside la mañana tropical







Màs alto, màs alto,
sòlo se vuela en la memoria
lo que el pàjaro lleva en sus alas.