CARDENAL,
VIVO EN LA GRACIA DE LA POESÍA
Rolando Gabrielli
Ernesto
Cardenal
En
las aguas del Gran Lago de Nicaragua,
allá,
en el archipiélago de Solentiname,
asciende
este ángel iluminado
que el cosmos
y
las estrellas nos prestaran.
(RG)
Murió Ernesto Cardenal,
nos enamoramos del amor y de la poesía, con su poesía a mediados de los sesenta. Sus epigramas, como
dardos en el blanco preciso de los sentidos, recorrían América latina y nuestro
círculo de aprendices de poeta, ávidos de una palabra deslumbrante que nos
iluminara, lo leía en las casas y
parques con un ritual.
Se nos va nuestra vieja
y amada juventud con su partida, toda una generación, vivió su poesía y apasionante
historia, poeta viajero incansable, una voz auténtica, insobornable,
inolvidable, inclaudicable, consecuente como pocos.
Viene de una potente
tradición con Darío a la cabeza y él, con una poesía muy distante de Darío, más
cercana algunos poetas norteamericanos
exterioristas, emerge con una nueva voz que se hace sentir en toda el habla
castellana, con la cotidianeidad del misticismo y la esperanza del mañana.
Años después, sabríamos
que su evangelio fue la palabra y el
hombre en todas sus circunstancias. Hace
un año estuvo por despedirse y renació de las cenizas para escribir nueva poesía en homenaje a
México, país que amaba y siempre estuvo
vinculado. Fue su último aliento Canto a
México: “No
soy mexicano, pero soy de los muchos no mexicanos que aman mucho a México.
Conocí a México desde mi temprana juventud y he vivido mucho en México y como
muchos otros no mexicanos de México he sentido a México como mi patria”.
Estudió teología en Cuernavaca.
Son numerosos los poetas nicaragüenses vinculados y que han
vivido en México. Rubén Darío pasó por Veracruz, México como un cometa bañado
en whisky con motivo de una invitación de un presidente que había sido defenestrado
antes que el arribara al puerto mexicano. Cosas de la poesía y de la agitada vida del padre del
modernismo.
Comprometido como pocos
hasta el final de sus días con las causas sociales, en los días más oscuros de
Nicaragua denunció la tiranía de los Somoza con poemas irónicos, originales, de
una elevada sensibilidad social y política. Somoza develiza la estatua de
Somoza en el estadio de Somoza, dice el título de uno de ellos, que no he
podido olvidar, porque pareciera estar viendo al inolvidable Tachito frente a
su estatua, despojándola de su cubierta, admirándose asimismo en un estadio
aclamado por los funcionarios públicos de pie. Imagen que recuerdo en un teatro
de Asunción, cuando ingresó el Furher de ese entonces, el General Alfredo Strossner, que ya era una momia eterna y
andante aún. Todos estábamos allí en medio de una aclamación inimaginable e
inolvidable.
Cardenal cumplió una
larga vida, 95 años, dijo al final de sus días que vivía en la gracia de la
poesía y quien podría ponerlo en duda ante su magnífica e inclaudicable
obra exteriorista y profética. Un
referente de la Teoría de la Liberación en América latina, incomodó a Juan
Pablo II, quien suspendió a divinis el ejercicio como sacerdote. Hace un año en
su lecho de enfermo moribundo, el Papa Francisco, levantó ese castigo y de
inmediato dio misa. Vivió 30 años sin poder ejercer el sacerdocio, quien
consideraba como su mentor al poeta y
monje trapense, Thomas Merton.
Definía la revolución
como un mundo creado para Dios. “Me
contaron que estabas enamorada de otro / y entonces me fui a mi
cuarto / y escribí ese artículo contra el Gobierno / por el que estoy
preso”
A Cardenal lo vi dos
veces, en un taller de poesía que dirigía Enrique Lihn y en una entrevista que
le hice en Panamá en 1975 o 76, con motivo de las negociaciones del Canal. Por
ahí debe estar una foto que nos sacaron en unas mecedoras tropicales
bamboleantes. Vertical como siempre se pronunció a favor de los acuerdos
canaleros.
Si tuviera hoy entre mis manos, reelería Cántico
Cósmico, una especie de Divina Comedia latinoamericana, dijo el poeta nicaragüense
Coronel Urtecho, pero ese libro me lo
robaron en un asalto en calles y quiero
pensar que eran personas ávidas de la palabra.
Cardenal, autor de Epigramas, Salmos, Estrecho dudoso, Oración por Marilyn Monroe, Hora cero, El
celular y otros poemas, los premios
Reina Sofía de España y Pablo Neruda de
Chile, reconocimientos en universidades y a última hora le fue otorgado el
Premio Cervantes, por equivocación, aunque se lo merecía, por la esposa de Daniel
Ortega, a quien calificó de dictador.
El gobernó nicaragüense
lo honrará con tres días de duelo nacional. Su obra y prestigio intelectual,
moral, su amor a Nicaragua y a la gente humilde, son sus cartas de presentación
para cualquier biografía o perfil que lo intente describir.
Un protagonista de
excepción en el siglo XX, especialmente, no solo de la historia de su país,
América latina y de la poética del habla castellana. Con él, culmina una época
en la región.
ROLANDO GABRIELLI©2020