sábado, enero 24, 2009
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La Lectora
jueves, enero 22, 2009
El Poeta Obama es mejor lector
Canción de alabanza para el día
Por Elizabeth Alexander
(Traducción y subtitulación: Armando Ibarra Racines)
Todos los días los afanes nos cautivan,
pasamos de largo a los otros, mirándolos
o sin mirarlos, a punto de hablarles o hablando.
Alrededor todo es ruido. Alrededor, todo es
ruido y abrojos, espinas y estrépito,
todos los ancestros en nuestras lenguas.
Alguien cose un dobladillo, remienda
un uniforme roto, parcha una llanta,
restaurando aquello que precisa reparación.
Alguien busca la música en alguna lado,
con cucharas de palo sobre un barril metálico,
con violoncelo, altoparlante, armónica, voz.
Una mujer espera el autobús con su hijo.
Un labrador examina el voluble firmamento.
Un maestro dice: saquen los lápices. Comiencen.
Encontramos a los otros en las palabras, palabras
mordaces o afectuosas, susurradas o declamadas,
palabras que se evalúan, y se revalúan.
Recorremos vías polvorientas y autopistas que indican
la determinación de algunos, y la de otros que dicen
necesito ver qué hay al otro lado.
Sé que después en el camino hay algo mejor.
Nos urge hallar un lugar donde nos sintamos a salvo.
Entramos en aquello que aún no podemos ver.
Que se diga con franqueza: muchos murieron por este día.
Cantemos los nombres de los muertos que nos trajeron aquí,
que colocaron los rieles del tren, levantaron los puentes,
recolectaron el algodón y la lechuga, construyeron
palmo a palmo los edificios relucientes
que luego mantendrían limpios, allí dentro trabajaron.
Alabanzas para el esfuerzo, cántico para el día.
alabanzas para todos los carteles hechos a mano,
para las conjeturas en las mesas de la cocina.
Algunos viven de acuerdo con ama a tu prójimo como a tí mismo,
otros anteponen no hacer daño, o no quedarse con más
de lo necesario. ¿Qué tal que amor fuera la palabra más poderosa?
Amor que supere lo conyugal, lo filial, lo nacional,
amor que irradie una oleada de claridades,
amor que no se prevenga contra el sufrimiento.
En el nítido brillo del día, en este cielo de invierno,
cualquier cosa se puede lograr, iniciar cualquier oración.
En el umbral, sobre el reborde, en la cúspide,
cántico para avanzar dentro de dicha claridad.
Poema leído por la poeta Elizabeth Alexander en la toma de posesión de Barack Obama,
Presidente # 44 de Los Estados Unidos de Norteamérica, enero 20, 2009.
martes, enero 20, 2009
La hora del Bloqueo?
lunes, enero 19, 2009
50 años de Casa de las Amèricas, Chile paìs invitado
Las Ferias de Libros son un gran mesòn de oportunidades para escritores y lectores. Un sitio de encuentro, una tribuna para sentir la palabra, la textura de los impresos, contactar a editoriales, tomar el pulso de lo que se està escribiendo en otros paìses, hacer nuevos amigos, conocer las novedades, tendencias, confrontar ideas y concluir que el mundo no es una isla para nadie. Los libros son una mercancìa y se desplazan de una geografìa a otra, algo màs cansados, lentos, a pesar de la velocidad del transporte, porque la lectura por Internet ocupa un espacio importante e instantàneo.
Las Ferias en Amèrica, las màs antiguas son las de Portobelo, en el Atlàntico panameño, donde se comerciaba bajo la tutela del reino de España y se acumulaba el oro de las Amèricas para despachar a la metròpolis a travès del Camino de Cruces donde esparaban las embarcaciones.
Camilo Marks: “Tengo un juicio horrible acerca del legado de mi generación”
El crítico literario habla de su última novela “Altiva Música de la Tormenta ”, y con su lenguaje corrosivo cuestiona a los escritores que "apenas leen lo que escriben".
Leyla Ramírez
lanacion.cl
“La opinión de los escritores chilenos me importa un cuesco. En Chile nadie lee nada. Y la inmensa mayoría de los escritores tampoco lee nada, apenas leen lo que escriben, a juzgar por los resultados. ¿Los críticos? ¿Cuáles, por favor? Fuera de unos pocos, nómbrame a alguien serio, culto, responsable, con amplitud de lecturas y vastedad de referencias, con genuina formación intelectual. Por lo demás, “La dictadura del proletariado”, mi primer libro de ficciones, fue muy bien criticado. A los poquísimos autores que conozco les gustó mucho. La antología “Grandes Cuentos Chilenos del siglo XX” tuvo excelente recepción. Si soy exigente con los demás, no voy a salir editando un bodrio ¿Por qué habría de temer la crítica?”.
Así, corrosivo y directo es Camilo Marks, abogado de Derechos Humanos y uno de los críticos literarios más respetados y resistidos de las letras chilenas.
Apsi, La Época,Qué Pasa y ahora El Mercurio, son las tribunas donde ha brillado su aguda y prolija pluma por más de 16 años, tiempo en que ha hecho una notable y variada colección de enemistades.
Eso, sin embargo no lo detuvo cuando decidió publicar su primera novela La dictadura del Proletariado (2001), que no sólo cosechó buenas críticas en la prensa, sino que llegó a ser finalista del Premio Rómulo Gallegos 2003.
Ahora vuelve con "Altiva música de la Tormenta " (Sudamericana) una historia de amor que tiene por telón de fondo el plebiscito de 1988 y en un país lleno de contrastes.
-Altiva Música de la Tormenta es un gran poema de Walt Whitman ¿Por qué lo elegiste para titular tu libro?
-Originalmente, era otro título, muy distinto. Pero como hay una historia de amor entre gente de cierta cultura y en una época en que la literatura y la poesía eran muy importantes, uní a los protagonistas con ese verso. Mientras escribía, me vino la idea de ese gran poema de Whitman, - “Proud Music of the Storm”-, publicado después de la guerra civil norteamericana. Y más allá de los paralelismos políticos, que sólo los veo recién ahora, las estrofas hablan de lucha y victoria, del fracaso y la imposibilidad del cariño bajo determinadas circunstancias.
- ¿Por eso escogiste el plebiscito como marco para desarrollar tu novela?
-No elegí el plebiscito como telón de fondo, sino que escribí, en principio, un cuento algo largo, de unas 40 páginas, y eso ocurrió, precisamente en esa época. La historia estaba guardada por ahí y decidí desenterrarla, a sugerencia de Germán Marín, editor de Sudamericana y entonces se fue alargando hasta convertirse en la novela actual.
--Qué hacía Camilo Marks el 6 de octubre de 1988 ¿fuiste, como los protagonistas de Altiva Música..., a la fiesta del NO en Lastarria?
-El día siguiente al plebiscito yo estaba de apoderado en los colegios escrutadores de la comuna Estación Central y luego fui a visitar a las presas políticas del anexo femenino de Santo Domingo con Amunátegui, una mansión que perteneció al Presidente Juan Esteban Montero. No he pisado en mi vida la casa de Lastarria, que, si bien existió, en la novela es imaginaria y nunca he estado en celebraciones con dirigentes o jerarcas, pasados o actuales.
-En tu libro se ve cómo mucha gente –la victoriosa- estaba a la espera de repartirse desde ya su tajada ¿algo común en todo proceso político o especialmente en el nuestro? ¿hay ahí una mirada descreída de este proceso?
-Fui uno de las primeros que se inscribió cuando la Concertación llamó a hacerlo, fue a comienzos de 1988, así que me lo creí todo, absolutamente todo. Pero una novela es una ficción literaria, no un panfleto. Esa visión escéptica es relativa y se aplica a algunas personas. Ahora yo, en lo personal, puedo tener una mirada desaprobadora hacia aspectos de la transición democrática, que no son los más evidentes, dicho sea de paso. Pero insisto: la novela vale si es buena, más allá de las apreciaciones extra literarias que surjan tras su lectura. Claro, en todo proceso político hay oportunistas y gente decente, pero esto lo digo sólo para contestar derechamente tu pregunta, porque estuve lejos de pensar en esas consideraciones al trabajar en esta narración.
-Con todo, es posible apreciar claros guiños a ciertas personas en cada uno de tus personajes: el periodista alcohólico y cuesta abajo (Bernardo) los trepadores (Rogelio), los desconcertados (Ignacio) o los descreídos?
-Por supuesto, hay personajes inspirados en casos reales, como Rogelio Ahumada, un típico gestor de ONGS que se hace millonario o Ignacio, un preso político que aún no encuentra trabajo, porque tiene los papeles manchados. Y hay muchísimas personas valiosas que fueron arrojadas al tarro de la basura, hoy cesantes o amenazados en sus trabajos, aterrorizados por sujetos cretinos y mediocres que abusan de su estúpido poder. Pero también están los hermanos Villanueva, Ester y Alfonso, que no son santos ni imbéciles y creen en lo que hacen, aún cuando las dudas sean inevitables. Verónica Livasic tampoco es desagradable, simplemente se aferra a un hombre que está cuesta abajo, como lo dices tú misma, pero ¿quién sabe? A veces tratamos de ayudar a alguien hundido, aún a costa del autoengaño y a veces, quienes parecen perdidos, resultan mejores que aquellos tan triunfadores...
-Todos esos personajes tienen entre 30 y 40 años, la edad que tú tenías en esa fecha ¿hay en tu libro una mirada crítica a tu generación?
-Tengo un horrible juicio personal acerca del legado de mi generación. Basta con ver lo que la juventud piensa de nosotros, es cuestión de mirarlos no más. Hubo, claro, y todavía hay, personas muy valiosas, que se sacrificaron hasta lo indecible pero, en conjunto, no nos salvamos y hemos transmitido pura palabrería hueca. Yo no me excluyo de este fenómeno. Por suerte, los muchachos ahora han cambiado mucho, pero no gracias a nosotros, sino por ese poder que tienen los jóvenes de renovarse y vivir su propia vida.
-Trabajaste en el Comité Pro Paz y en la Vicaría de la Solidaridad y por eso no puedo dejar de preguntar tu impresión sobre el Informe de la Tortura que fue entregado al Presidente...
-Mira, yo participé en esa Comisión (de tortura), estuve estudiando todos los casos de procesados políticos de los ’80, y antes hice un estudio extenso sobre el tema. Y creo que hay dos cosas del informe que son positivas e irrenunciables: la tortura fue una política de Estado, no fueron casos aislados, no fue que a alguien se le pasara la mano no más y eso está requetedicho; lo otro es fruto de lo anterior: nunca se torturó más en Chile y pocas veces en Latinoamérica, como durante el período 1973-1990, porque algunos dicen, "siempre se ha torturado y en todas partes", pero cuando tú te das cuenta que, ya desde agosto de 1973 con los marinos, aplicaban electricidad en regimientos remotos, de Ancud, Castro, Illapel, etc, entonces dices, esto viene de antes, es planificado, así quieren gobernar, es una forma de entender la política, destruyendo física y psíquicamente al adversario mediante tormentos que abruman la imaginación humana.