Hace algunos años sólo tenía referencias de Frida Kahlo, esa vaga intuición que se reconoce en la piel de un artista. Pero un día me llegaron unas postales, con un retrato de ella y una pintura de Diego Rivera, donde se ve a Frida desnuda de espalda. Me detuve por minutos en ambas postales que recibí en agosto del 2002. En su reverso donde está el retrato de Frida, su rostro altivo, está escrito en la postal que aún releo: "Es una de mis artistas favoritas... Es extraño....De alguna manera me siento muy identificada con ella. Toda su vida, toda... me envuelve. He manejado 8 horas para ver su obra que fue expuesta en un museo de New México... Espero que la encuentres tan hermosa, misteriosa y fabulosa como yo. S.
En el retrato de Diego Rivera sobre Frida está escrito. "Este es uno de los trabajos de Rivera que me gusta. Pero creo que fue muy poco para Frida".
En el retrato de Diego Rivera sobre Frida está escrito. "Este es uno de los trabajos de Rivera que me gusta. Pero creo que fue muy poco para Frida".
La vitalidad, su compromiso con el arte, libertad, luchas sociales, pasión, amor, la introspección de sus deseos, es lo que nos convoca de Frida Kahlo, no sólo en su centenario, sino a la luz de sus actos y obra. El azar la inmoló, porque su vida fue más que un accidente, supo de la entrega en el dolor, sacrificio, en la reiteración de sí misma. Quien la busque, la encuentra en su mirada que abre su cuerpo y alma, aún en sus días menos felices, porque siempre se dio como una rosa sangrante. Atravesada por su inevitable destino, mortalmente herida, decidió sobrevivirse, biografiarse la vida hasta su última gota, como si su cuerpo fuera la pintura inédita que todos esperábamos.
(Y en el paréntesis de mi escritura sobre F. K., líneas más o menos en esta suerte de fridomanía correspondiente a su fecha centenario, siento que este ciervo herido asciende a los cielos populares de la gloria que no conoció en su ardorosa, dolida, vibrante vida.)
Su Casa Azul, donde nació y vivió, ha abierto para mostrar parte de sus tesoros y los de Diego Rivera, el muralista y esposo, en un homenaje a su centenario, actos que se multiplican con la muestra más importante de sus pinturas en el Museo del Palacio de Bellas Artes, una obra de teatro itinerante por Europa y Cuba, producida en México, el documental Yo soy Frida de Héctor Tajonar, donde se destaca su papel del escritora, olvidado por la crítica que la ha asociado irremediablemente a su famoso esposo y dolor.
En México y en el mundo se suman los homenajes, Alemania especialmente, que la califica de santa, que la celebran con cine (Frida, naturaleza vida, de Paul Leduc), la exposición Frida a los 100 años, una muestra pictórica de 100 cuadros de la artista Renate Reicher, denominada Las dos fridas. Gisela Weimann presenta un centenar de acuarelas dedicadas a Frida. Los homenajes se han venido sucediendo en Alemania en los últimos años, porque además las raíces de Frida están en Baden Baden, al sur de Alemania. Sus abuelos y su padre Wilhelm Kahlo vivieron durante muchos años en esa ciudad germana.
Es pasión lo que sigue convocando Frida Kahlo, nunca indiferencia, y entre las anécdotas de sus múltiples homenajes, la actriz chilena Mónica Carrasco le dijo a su esposo Jorge Gajardo, escribe algo sobre Frida o me divorcio. Y así surgió la obra Los amantes de Coyoacán, que tiene por escenario la Casa Azul, donde la pareja se "amó y odio".
“Si estoy contigo, me matas. Y si no estoy contigo, muero”, dice Frida en uno de los pasajes de “Los amantes de Coyoacán”. La pintora camina sobre la obra de Diego Rivera proyectada en el piso, con el corazón destrozado. Acaba de encontrar al “sapo” (como llamaba al muralista), teniendo sexo con su propia hermana. “Él no rompió una sino todas las promesas. El gallo era abierto a cualquier cosa que lo motivara. Tenía un ego del porte de su cuerpo y no le importaba, porque como él mismo reconoce después, ‘por donde pecas, pagas’. Tres años después de que murió Frida, se marchitó, murió de un cáncer renal. Mónica Carrasco, contó al diario chileno La Nación que en el 2005 fue operada de un tumor a la columna dos veces y por eso comprende el dolor de Frida, que fue operada 38 veces. Ella también usó el corsé de Frida.
Mientras bebe un café negro, señala el diario, : “Era una relación tortuosa, creativa, de entrega y odio total. Pero yo creo que ellos no podían estar separados. Estaban destinados a amarse”.
Mientras bebe un café negro, señala el diario, : “Era una relación tortuosa, creativa, de entrega y odio total. Pero yo creo que ellos no podían estar separados. Estaban destinados a amarse”.
El acto recordatorio emblemático es su Casa Azul, donde se abrieron las puertas de su corazón y la intimidad de su vida con Diego Rivera. El pueblo mexicano y visitantes extranjeros, así lo han comprendido y en una verdadera romería comenzaron a visitar el corazón inseparable de Frida y Diego. Más allá y acá de su obra están ellos, sus vidas en una vida apasionada, sin límites, abierta a su propia historia y vaivenes.
La celebración en la mágica e histórica casa-museo, se inició con las tradicionales mañanitas a coro, mucha música, poesía, teatro, dulces mexicanos, papel picado, agua de chía y pulque. Los visitantes vienen de Hong Kong, Italia, Estados Unidos, Holanda, España, Francia, reseña el diario mexicano La Jornada y se siente la presencia del pueblo mexicano. Una escritora española retrata de una manera gráfica a la pintora icono de Mèxico con estas palabras:
Frida es como el tequila", comentó una escritora española que visitó el museo por vez primera. "No sólo porque identifica a México en el mundo, representa uno de sus más grandes iconos; sino porque es noble y generosa, libre, ligera, pero profunda; de gran señorío y sobre todo de cojones: ¡qué cojones!"
Frida nos mostró sus entrañas. Se reveló ante sí misma y el mundo. Se sobrevivió cada día en el arte, el dolor, el amor, la pasión y en la vida. Naufragó, pero no se hundió, capitana de muchos viajes.
Ahora renace como Frida Kahlo, este Fénix herido, en el mismo sitio donde fuera velada en 1954, El Palacio de Bellas Artes. La historia nos cuenta que Diego Rivera cubrió su ataúd con la bandera del Partido comunista. Rolando Gabrielli@2007
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Nota
La fotografía que preside este artículo, está considerada como la última que se tomo en vida a F.K., durante una manifestación política de reivindicación de las luchas sociales en Guatemala. Así se depidió del mundo, como ella lo vivió y sintió latir hasta el último instante de sus días. Con voluntad, entrega, pasión, solidaridad. No se ocultó entre los pinceles ni en sus peores momentos. El pañuelo marcado con sus labios y de puño y letra, enviado como regalo a un matrimonio amigo, forma parte de sus pinceladas íntimas, el detalle.