Carlos Germán Belli, poeta peruano, acaba de obtener el Premio Iberoamericano Pablo Neruda, que otorga Chile anualmente, en homenaje al autor sureño de Residencia en la Tierra. Belli, es autor de una coherente, continua y original obra poética, iniciada hace casi medio siglo, donde destacan libros como, El pie sobre el cuello (1964), Sextinas y otros poemas (1970), El buen mudar (1987), Salve, spes (2000) Oh, Ada cibernética y En las hospitalarias estrofas (2001), En alabanza del bolo alimenticio (México, 1979), Asir la forma que se va (Lima, 1979), Boda de la pluma y la letra (Madrid, 1985). El jurado internacional, un jurado presidido por el ministro de cultura chileno José Weinstein eintegrado por el argentino Juan Gelman, la mexicana Margo Glantz y el chileno, Pedro Lastra, privilegió unánimemente la obra de Belli por sobre Nicanor Parra y Gonzalo Rojas, dos poetas chilenos y candidatos favoritos al lauro nerudiano. En buen chileno, diríamos que se quedaron con los crespos hechos los famosos y laureados Rojas y Parra, candidatos al premio Nobel de Literatura.
La Sextina y Otros poemas, es un libro que me trae muchos recuerdos porque fue la primera nota de crítica literaria que edité en mi vida, en la revista chilena Cormorán, por encargo del poeta Enrique Lihn. Carlos Germán Belli es un poeta excepcional en nuestra América, raro, mezcla juglar de la tradición, clásico de cuño, barroco de sí mismo, un facedor (hacedor) de poemas que le arrancan la cabeza al león de la poesía en su misma selva, maraña del lenguaje que el poeta nos descifra. No es un desconocido, sí un poeta oculto y de culto, detrás del espejo mirándonos.
Por eso no me sorprenden sus recientes premios, como el José María Euguren 2004, que desconocía, que otorgan en Nueva York. Cosas veredes, Sancho. Belli es un poeta culto que cultiva la palabra, la tradición, que moderniza el viejo y aparentemente gastado verbo y trabaja la sonoridad, el ritmo, una poesía que de vieja hace nueva con su propio lenguaje. Oscar Hahn y Pedro Lastra, poeta y profesores universitarios chilenos en Estados Unidos, formaron parte del jurado, que en justicia premio a Belli con su libro La miscelánea íntima. Ambos académicos chilenos conocen muy bien el oficio, a Belli, la poesía peruana y Hahn, en su propia tradición, es un pariente de Carlos Germán Belli, sin duda. Isaac Goldemberg y Miguel Angel Zapata conformaron parte del jurado del premio de Poesía José María Eguren, que Belli recibió en Nueva York en el Instituto Peruano de Cultura de esa ciudad, el cual lo patrocina. Si bien no conocemos poema alguno de esta nueva entrega de Belli, no dudamos de su oficio, originalidad, búsqueda permanente, trabajo de lenguaje, humor, la palabra detrás de la palabra. El jurado se pronunció de esta manera: “Un libro raro que mezcla la tradición y la modernidad en un contexto distinto: su fervor consiste en la resistencia de la lengua ante el arrebato del tiempo y la memoria, y su dificultad deviene en una transparencia gratificante, justamente en estos tiempos de falsas oscuridades y desarmonías”. Belli es un poeta de métricas, verso ajustado, el mismo se califica de un experimentador de endecasílabos y alejandrinos que se repite hace 40 años. Su oficio e inspiración, nos dice del amor familiar, el amor a secas, cierta angustia, mis experiencias burocráticas como empleado del Senado peruano, la obligación de trabajar en dos o tres oficios a la vez. La escritura fue una suerte de catarsis. El poeta, autor de Oh, Hada Cibernética, una palabra que descubrió en los diarios en los sesenta y se enamoró de ella, tras la revolución tecnológica, mientras América latina era un horno social.
Más cerca de la alquimia, reconoce, que la química, aunque vivió con su padre farmacéutico esa experiencia. Considera que pernocta con su propia intimidad, esa voz interior que todos tenemos y el poeta suele recrear en la palabra, el poema. Estos versos, que incluimos de su libro premiado, ya publicado, La Miscelánea intima, nos recuerdan al poeta chileno Jorge Teillier: "Sólo es mío/ el país que se halla en mi alma./Entré sin pasaporte /como en mi casa". El poeta dueño de nada, sólo de sí mismo, sus palabras. La nostalgia adivinada en el futuro que es pasado. Poeta de la búsqueda Belli, en la tradición de abrirse paso con el lenguaje en la sociedad, nos dice que: creo que con los medios con que aún nos expresamos hoy, o con los medios tecnológicos conocidos o por conocerse, habrá siempre personas sensibles que darán cuenta de las nuevas realidades o los nuevos mitos. Ese es su trabajo, un hombre de la tradición poética en la modernidad. Heredero de Rubén Darío en la rica poética peruana. "Estoy identificado con la tradición poética peruana que empieza con nuestra renacentista Amarilis, se prolonga con el modernista Manuel González Prada, y en el siglo XX se profundiza con la pléyade antes citada, a la que me permitiría incorporar a Martín Adán. En relación al parnaso español, alguna vez quisiera escribir como Francisco de Medrano o como los de la Generación del 27. Desde luego, esto es pedir muchísimo, y decirlo por añadidura resulta una cosa digna de un naif. ” Deudor también del surrealismo, pero en su propia línea, asimila ismos, vanguardias, las convierte en la modernidad asfixiante de su humor negro, de época. Belli, que se ha apartado del poeta de todos los tiempos de Pedrú, César Vallejo, como Nicanor Parra lo hizo de Neruda, para sobrevivir en su propia palabra.
LOS ENGRANAJES
A Enrique Molina
Por ningún lado puedo mirar aúnlos modales del engranaje finos,aunque más día y noche aquí los busque entre miles de máquinas flamantes, que la fábrica cada rato engendra por aligerar el trajín del globo; mas en vano ya fuera si acaso descubriera acá en la vida el perfecto engranaje codiciado, tarde sería para ensamblar todo, que como piezas sueltas,del cuerpo y alma cuánto quedaría. Estas grandes máquinas ya dos siglos sus invenciones nunca ceder quieren, ocultando a los austros celosísimas la cerúlea mecánica que giracada sin fín tornillo del planeta,bien de hierro inoxidable, bien de carne; y a quién elegirán éstas que esquivas son hasta la muerte, más que vírgenes bellas pudorosas, guardando bajo tutelares níqueles el pubis del piñón, que no engrana con desdentada rueda.
Así me paso día y noche siempre, tentando por doquier de coronarlos actos cotidianos intrincados,y alguna vez en el mundano vientrede un simple mecanismo entrar feliz para alimentar yo también al globo; y si andando los años, las tuercas mías no embragaren nada, cómo quedaré, ¡ay Dios!, desconectado, más mísero que bruto, piedra, planta, quienes ufanos viven, cada cual cuán seguros en sus reinos.Ya poquito siquiera engargan tarmea la invisible rueda de los astros, al fin a la par del tornillo aquel, que nace, vive y muere inoxidable, suavemente cual amarilla seda, por ordenanza de los cielos ciega; pues soy acá cuán célibe, aguardando que algún herrero engraneun borde mío al hemisferio ajeno, para que vuele, corra o nade al fin, entornillado yo al aire, tierra o aguas. Así sea.
POEMA Nuestro amor no está en nuestros respectivos y castos genitales, nuestro amor tampoco en nuestra boca, ni en las manos: odo nuestro amor guárdase en un pálpito ajo la sangre pura de los ojos. i amor, tu amor esperan que la muertes e robe los huesos, el diente y la uña, esperan que en el valle solamente tus ojos y mis ojos queden juntos, mirándose ya fuera de sus órbitas, más bien como dos astros, como uno.
EL AVISO LAS SEÑALES
Yo espero una bengala de avisotantas veces he escrito la clave en un papel la he grabado sobre un grano de arena con la fuerza del hambre iluminado por un haz de luzcomo cuando cruza un navío delante de los acantilados o se incendia de repente la carpa del circo en la noche oscura cuando arrojan a las tribus antiguas hacia las alamedas de yacimientos de hulla y los tigres inclinados al borde de los estanques electrizan con su piellos menudos ojos de los peces es así que yo espero un silbido de aviso entre arroyos con mimbre y la opulencia de una hilera de mesas de nochey o te busco en todos los rincones con una fogata para alumbrar los vidrios y ver las señales mágicas de tu vaho cuando no te dejan cruzar el umbral del puente de mi río o no me dejan seguir en los caminoslas líneas secretas de las rocas de tu valle. Rolando Gabrielli©2006
LOS ENGRANAJES
A Enrique Molina
Por ningún lado puedo mirar aúnlos modales del engranaje finos,aunque más día y noche aquí los busque entre miles de máquinas flamantes, que la fábrica cada rato engendra por aligerar el trajín del globo; mas en vano ya fuera si acaso descubriera acá en la vida el perfecto engranaje codiciado, tarde sería para ensamblar todo, que como piezas sueltas,del cuerpo y alma cuánto quedaría. Estas grandes máquinas ya dos siglos sus invenciones nunca ceder quieren, ocultando a los austros celosísimas la cerúlea mecánica que giracada sin fín tornillo del planeta,bien de hierro inoxidable, bien de carne; y a quién elegirán éstas que esquivas son hasta la muerte, más que vírgenes bellas pudorosas, guardando bajo tutelares níqueles el pubis del piñón, que no engrana con desdentada rueda.
Así me paso día y noche siempre, tentando por doquier de coronarlos actos cotidianos intrincados,y alguna vez en el mundano vientrede un simple mecanismo entrar feliz para alimentar yo también al globo; y si andando los años, las tuercas mías no embragaren nada, cómo quedaré, ¡ay Dios!, desconectado, más mísero que bruto, piedra, planta, quienes ufanos viven, cada cual cuán seguros en sus reinos.Ya poquito siquiera engargan tarmea la invisible rueda de los astros, al fin a la par del tornillo aquel, que nace, vive y muere inoxidable, suavemente cual amarilla seda, por ordenanza de los cielos ciega; pues soy acá cuán célibe, aguardando que algún herrero engraneun borde mío al hemisferio ajeno, para que vuele, corra o nade al fin, entornillado yo al aire, tierra o aguas. Así sea.
POEMA Nuestro amor no está en nuestros respectivos y castos genitales, nuestro amor tampoco en nuestra boca, ni en las manos: odo nuestro amor guárdase en un pálpito ajo la sangre pura de los ojos. i amor, tu amor esperan que la muertes e robe los huesos, el diente y la uña, esperan que en el valle solamente tus ojos y mis ojos queden juntos, mirándose ya fuera de sus órbitas, más bien como dos astros, como uno.
EL AVISO LAS SEÑALES
Yo espero una bengala de avisotantas veces he escrito la clave en un papel la he grabado sobre un grano de arena con la fuerza del hambre iluminado por un haz de luzcomo cuando cruza un navío delante de los acantilados o se incendia de repente la carpa del circo en la noche oscura cuando arrojan a las tribus antiguas hacia las alamedas de yacimientos de hulla y los tigres inclinados al borde de los estanques electrizan con su piellos menudos ojos de los peces es así que yo espero un silbido de aviso entre arroyos con mimbre y la opulencia de una hilera de mesas de nochey o te busco en todos los rincones con una fogata para alumbrar los vidrios y ver las señales mágicas de tu vaho cuando no te dejan cruzar el umbral del puente de mi río o no me dejan seguir en los caminoslas líneas secretas de las rocas de tu valle. Rolando Gabrielli©2006