En Estados Unidos fue el siglo de Norman Mailer, le tomó el pulso y ganó por nock out. El último round en algún momento de la vida siempre se pierde. En efecto, acaba de morir en Manhattan, Norman Mailer, quien buceó las entrañas de la sociedad norteamericana desde que publicó su primer libro en 1948: The Naked and the Dead (Los desnudos y los muertos) Ya no se detendría en editar hasta el borde mismo de la muerte, porque la próxima semana, la ubicua Anagrama edita su libro sobre la infancia de Hitler, intitulado: El castillo en el bosque. El suplemento El Cultural del diario español El Mundo, editó un capítulo de la controversial obra, donde Mailer dice ofende "a los judíos, a la derecha, a los radicales...”
Polemista brillante, comprometido con su tiempo, crítico audaz, irónico, obtuvo dos premios Pullitzer, es reconocido no sólo por sus 40 libros editados, reportajes, entrevistas, debates en la TV, sino por ser uno de los padres del periodismo literario. De alguna manera se las arregló para estar siempre en el ojo de la tormenta y su palabra se hizo sentir en el establecimiento norteamericano. Agudo, irónico, memorioso, valiente, impertinente, contradictorio, todos los ingredientes de un escritor verdadero y "salvaje", crítico y no domesticado. En una entrevista cuando cumplió 80 años, dijo sobre su país: "Estados Unidos es una especie de atleta que pesa 150 kilos y mide más de dos metros, y que está en perfecta forma física, pero que cada pocos minutos necesita olfatearse las axilas para comprobar que no despiden mal olor."
Vital, vinculado a la vida, se casó seis veces y tuvo nueve hijos. Estudió en Harvard y la Sorbona. Hijo de judíos tradicionales, se crió en Brooklyn, en Nueva York, y combatió en la Armada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
Conocedor y seguidor apasionado del boxeo como pocos, escribió un libro sobre el combate entre Muhhamad Alí, (Cassius Clay),- "El Príncipe de las doce cuerdas que "danzaba como una mariposa y picaba como una avispa"- y George Foreman, dos pesos pesados que sacaron chispa en aquel memorable combate. Las apuestas estuvieron 8 a 1 contra Alí. Se esperaba que Foreman lo pulverizara. Mientras el árbitro daba las instrucciones a ambos contendientes, Alí le dijhoa Foreman: “You have heard of me since you were young. You’ve been following me since you were a little boy. Now, you must meet me, your master!”. Alí tenía 32 años y Foreman sólo 24, durante el histórico combate en 1974, en Zaire.
Esto escribió Mailer: "Estaba solo en el ring, el aspirante retando al campeón, el príncipe en espera del pretendiente, y a diferencia de otros boxeadores que languidecen en los largos minutos previos a la aparición del poseedor del título, Alí parecía disfrutar como un rey en su indiscutida posesión del espacio. No sólo no parecía tener miedo, sino que daba la impresión de estar al borde mismo de la felicidad, como si la disciplina de pasar dos mil noches durmiendo sin su título, después de que se lo arrebataran sin haber perdido un combate -que para un boxeador es sin duda una frustración equivalente al impacto que provocaría escribir 'Adiós a las armas' y no poder publicarlo-, hubiera sido una prueba bíblica de siete años al final de la cual llegara con lo fundamental de su honor, su talento y su deseo de grandeza intacto y radiante. El cuerpo le brillaba como los flancos de un pura sangre."...
Norman Mailer fue un buzo con su propio oxígeno a todo pulmón de la sociedad norteamericana. Sus temas eran la vida desde adentro, la historia que se iba escribiendo en la agenda diaria, no había más intermediarios que los hechos y su presencia física demoledora, asfixiante, real. Todos los temas fueron sus temas, para este devorador, reciclador, crítico de la vida norteamericana. Dios, el Diablo, Superman, la guerra, el sexo, la droga, las tecnologías, la política, el boxeo, el femenismo, Marylin Monroe y todos los vicios de la sociedad moderna, los describió y recreo literariamente con pasión, sin límites.
Norman Mailer más allá de los pasos que alcanzó o pudo dar, enriqueció el periodismo, porque no son los hechos o acontecimientos los que afectan al género, sino los malos intermediarios, los pomposos y mentirosos oficiantes de la comunicación moderna llena de recursos y falsedades. Dijo, con su estilo, investigación, mirada, que se podía ir más allá con el lenguaje y la verdad. La palabra, digo yo, resiste todo, menos la mentira. Mailer fue escritor, es, no periodista, y la literatura termina siendo un buen recurso para el periodismo y viceversa, la técnica de este oficia roza también las paredes literarias de la imaginación. Lo extraordinario de Mailer es su conciencia crítica, es un volcán que nunca se apaga hasta el final de sus días.
Con Truman Capote es considerado uno de los padres del periodismo narrativo-literario. Hoy ese periodismo comparte espacio estrechamente con la novela. Nunca los géneros se mezclaron más que en esta época. Mailer fue guionista, ensayista, actor y director de cine, poeta de su tiempo, un gran supermercado literario alimentó su imaginación. Rolando Gabrielli©2007