miércoles, noviembre 07, 2007

De la aguja del pajar






La gracia de esta aguja en el pajar llamada Internet, es la disolución e ilusión de la palabra. Todo vuelve a ser un mar de vientos compartidos en tierra de nadie. Un gajo del abecedario desprendido del ojo maestro de este tobogán. Va y viene el verbo mayor del olvido. En la taza del gran tedio global, las noticias se repiten como moscas en el té. A nadie le pareciera importar, después de todo los blogs ya suman 80 millones de ombligos. ¿Estamos caminando hacia el gran monólogo global? ¿Las Sagradas Escrituras de uno mismo? Los escritores ya no opinan, ni critican, no son conciencia social, sólo se dejan fotografiar. El marketing les acicala las portadas y pone miel a sus palabras y voces en las presentaciones. El espíritu de aventura está dormido literalmente hablando. Los sueños se fueron a dormir. Son tiempos de bypass, el corazón pareciera no estar bombeando. Máquina tramposa, traicionera, volátil, caprichosa y tan necesaria, generosa, vital, indispensable, única e irrepetible al mismo tiempo o en turnos diferentes sentimos su sístole y diástole.
Escribía a partir de cero desde El Sótano, sobre estos apartes de época, tiempos nuestros, mientras la ciudad lloraba a mares, y me encontré está crónica de Marcelo Moreno del diario Clarín de Argentina, cuando se refiere y carcateriza al "intelectual cool": "Snob, hedonista, individualista, la política le resulta una materia sucia y antigua. Por lo cual su país puede estar en manos del narcotráfico, la mafia o la corrupción más letal pero mientras a él el sistema le garantice la preservación de sus libertades, permanecerá impasible, extranjero a cualquier emoción, incapaz de la más leve intervención." Marcelo Moreno, define a esta nueva especie, cuyo trofeo en la vida es el éxito perse, cueste lo que cueste y venga de donde venga, así : "el intelectual latinoamericano cool es un habitante del universo global, experto en las últimas tecnologías, conocedor a fondo de las modas y tendencias que reinan en los países centrales, ocurran en el campo del pensamiento, el diseño o la gastronomía. Y su cultura es ecuménica: puede ser versado en budismo zen, en la cinematografía nazi o el arte polinesio. Le encanta -y se precia de ello- resultar indistinguible de un danés, un suizo o un canadiense."
Son otras puntadas más que se dan en la red global, por esta aguja en el pajar. La pornografía es casi una religión, y no lo es, porque los fanáticos tienen otros mandamientos más poderosos. A veces no estamos en ninguna parte. ¿Lucifer lanza los dados?
Los escritores apelan a sus espejos y no a sus fantasmas. Todo es lineal, vulgar. Es así, el mundo, como lo pintan, y la mona se queda vestida en la seda del marketing.
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