Parra, Neruda, Bolaño
Roberto Bolaño fue un provocador a tiempo completo. Bueno para la literatura, vértigo constante para su juego lúdico y chocante para sus pares. Erizó, el autor de Los Detectives Salvajes, la literatura chilena, en especial, y la hispanoamericana. Un autor equivalente con su prosa, al antipoeta Nicanor Parra, en poesía. Neruda es otra cosa. No tocó fondo, en el buen sentido de la palabra. Tocó cuerdas, incontables cuerdas su poesía.
Neruda fue uno de los protagonistas de la llamada Guerrilla Literaria y se enfrentó a sus pares: Huidobro y De Rokha.
Parra, a principio de los setenta sostuvo un duelo personal, de francotirador sin dios ni ley, con el sistema, luego de una inmolación por una visita a la Casa Blanca.
A Neruda no le perdonaron haber comido unos huevos fritos con el exPresidente peruano, el arquitecto Fernando Belaúnde Terry, en el palacio presidencial de Lima.
La Guerra Fría imponía normas y convivencias, actitudes y conductas. Dime con quien andas y te diré quien eres.
El verso, al parecer, para algunos, no podía caer impunemente del pasto al rocío.
Historia, vidas, escenarios, épocas diferentes.
Neruda fue un joven y talentoso poeta en los albores de su adolescencia provinciana. 20 Poemas de Amor y una Canción desesperada, marcó tempranamente la cancha poética chilena y definitivamente las Residencias nerudianas. El Idilio amoroso se sostiene hasta hoy dentro de las fronteras del amor.
Parra arrancó con su libro estrella Poemas y antipoemas (1954) y comenzó a ver la luz entre los grandes poetas grandes de Chile tras largos 17 silenciosos años y a marcar puntos como un boxeador que venía por su corona en los tinglados universales de la poesía en habla castellana. Parra, con su Cancionero sin nombre, no era nadie en poesía a mediados del siglo pasado. Arrancó el profesor de física y mecánica racional, con los antipoemas y se fue abriendo paso a codazos y patadas limpias. Bolaño, gran admirador del autor de Versos de salón, tuvo que empujar su sombra, abandonar su patria de origen, real, y las adoptivas, México y Estados Unidos tangencialmente, y asaltar concursos de provincia a diestra y siniestra, en el reino de España, para poder sobrevivir el vendaval de su propia palabra. Primero le llegó la enfermedad y después la fama.
El hígado real le tocò la puerta a Bolaño, antes que comenzara escuchar el eco de los aplausos y viera brillar el brillo de su estrella distante y más.
Parra de tanto alejarse de Neruda, se acercó a su propia poesía. Lihn se expresó sorprendido que Neruda le haya cedido el liderazgo a Parra. Neruda seguía siendo un referente por encima de su propia sombra. El Vate, Neruda, era el "continuador" de Rubén Darío, con su propia poética, porque abandonó el modernismo definitivamente con Residencia en la Tierra y posiblemente con anterioridad. Darío-Neruda y Parra, son los períodos innovadores en la corriente mayor de la poesia castellana. Sobre el impacto Darìo, Jorge Luis Borges dijo:"Todo lo renovó Darío: la materia, el vocabulario, la métrica, la magia peculiar de ciertas palabras, la sensibilidad del poeta y de sus lectores. Su labor no ha cesado ni cesará. Quienes alguna vez lo combatimos comprendemos hoy que lo continuamos. Lo podemos llamar libertador".
Mientras Neruda escribía en Isla Negra, editaba en cada cumpleaños un libro, Parra "era un verdadero zapador del orden poético establecido" y "sus aspiraciones eran no dejar títere con cabeza". Éstas pudieron ser palabras suyas, pero son de Neruda, contadas por el propio Parra, cuando Neruda conoció los primeros antipoemas del cuentista, narrador, Nicanor Parra. Con los Artefactos esperaba dinamitar una suerte de statu quo poético, a pesar que el patio contaba con más habitantes poéticos: Rojas, Lihn, Teillier, Hahn, Barquero, Anguita, Uribe Arce, Millán etc. etc.
Bolaño no existía en ese escenario de turbulencias poéticas. Neruda y Parra no estaban sólos, aunque fueran los últimos dos grandes mohicanos enfrentados en silencio, como esos elefantes que se niegan a ceder su espacio a la muerte. Detrás de la puerta de la poesía, se escuchaban nuevas voces y ecos a lo largo y ancho de la angosta faja de tierra chilena. El Norte y el Sur son un pretexto de los puntos cardinales.
Los tres, Neruda, Parra y Bolaño, pusieron en marcha sus propias cajas de resonancia en sus respectivas épocas. Neruda y Parra coincidieron en un mismo tiempo y escenario. Neruda contó con la Historia, ese gran escenario trágico de la Guerra Civil Española y de la II Guerra Mundial, su Partido, viajes, la propia realidad política y social chilena y desde luego su poesía que no tenía límites geográficos ni literarios. Escribió de todo cuanto pudo de Chile a la China. Parra, atrincherado en la Universidad, trabajó más a capella su nueva poesía, pero también viajó a Estados Unidos, Cuba y Rusia, se asoció a importantes universidades y casi siempre se comportó como un discípulo díscolo de si mismo, de la ruptura constante y no dejó de pronunciarse hasta hoy día, sobre lo humano y lo divino. Bolaño, el más joven, poeta, pero conocido como narrador (cuentista y novelista), tuvo que arañar más el precio de la fama y trabajó como un Samurai herido de muerte, como si la posteridad fuera un incesante presente perpetuo.
Los tres lucharon cuesta arriba por sus propias convicciones, aunque Parra es el único que sigue vivito y coleando, a sus 94 años. En el tiempo de vida le sacó ventajas a ambos: 44 años a Bolaño y 25 años hasta la fecha a Neruda. La literatura o el Arte no se mide en años, sino en la obra realizada, sin embargo, el tiempo pesa, a uno u otro lado de la balanza. El tiempo, si se toma en serio, sirve para ir acomodando mejor la obra, dejándola respirar y ese espacio permite una proyección más prolija, siempre y cuando se tengan cosas que decir.
Neruda después de la Guerrilla Literaria, mantuvo batallas como poeta y político de izquierda, participó y abogó por muchas causas y tuvo una gran desilución y malestar con una carta que le enviaron los escritores cubanos, cineastas y artistas, donde se cuestionaba y criticaba la visita del Vate al Pen Club de Estados Unidos en 1966. Neruda no olvidó ni perdonó esa misiva. Después, se concentró en su poesía y actividades partidarias, viajes, reuniones en Isla Negra y en la vida cotidiana. Siguió siendo blanco de moros y cristianos, por "burgués y comunista" Neruda ya era un Budas inmortalizado por su palabra, mantenía un hígado privilegiado para las fiestas y ataques, no se inmutaba y construía su mundo poético. Siempre estuvo en el centro de la geografía Sur y Norte de Chile, aunque el país está determinado por su condición Sur. Era un gran lector de novelas policíacas y estoy seguro que hubiese aplaudido sin reservas, a Los Detectives Salvajes. Bolaño disparó a boca de jarro al Neruda postmorten y terció por Parra y su obra, que calificó de la más importante.
Parra, con su propia guitarra, al otro lado de la Cordillera de la Costa, en las faldas de la Cordillera de Los Andes, preparaba su artillería, y contaminaba la poesía chilena, latinoamericana y norteamericana, con la Antipoesía. Su secreto consistía en distanciarse de Neruda, "un monstruo de mil cabezas", verdadero Dragón de la retórica del siglo XX. Se instaló con lápiz y cuaderno en mano a conversar con su Hablante, Parra salió a la calle, a dialogar en la antigua Plaza Pública de la Poesía, y se mantuvo en comunicación constante con los jóvenes. Había que hacer algo nuevo, distinto, apropiarse de este escenario psicológico del Hablante en curso que elaboraba con la mímica de Charles Chaplin, la mueca en el laberinto kafkiano y toda la ironía y carcajadas de ambos personajes. (recuerdo una conversación sobre Chaplín de Lihn con Parra y un Mimo chileno en su casa, un día que coincidimos de la mano del azar y del absurdo) Carlitos se presentaba en el irrepetible cine mudo de esa época. El tiempo doblaba sus sílabas en los setenta.
Parra mantuvo una fuerte polémica y enemistad, por años, con Gonzalo Rojas, un poeta consagrado a nivel internacional, aspirante al Nobel al igual que Nicanor.
Bolaño nació en Chile en 1953, vivió sus primeros 15 años, abandonó a esa edad el colegio, viaja a México y después de un año, vuelve a retirarse para siempre de los estudios formales. Vuelve a Chile en 1972 y lo vuelve a abandonar en 1973, después del Golpe de Estado. Deja México y llega a España en 1977. En 1998 comienza su verdadero reconocimiento con la premiación de Herralde de Los Detectives Salvajes y al año siguiente el Rómulo Gallegos de Venezuela. Primero escribió cinco libros de poesía y ciertamente no pasó de ser otro poeta chileno en el exterior. Su relación con Chile e historia literaria es muy diferente a la de Neruda y Parra, que siempre viajaron y volvieron a Chile y desde allí montaron su propia retórica. Ni mejor, ni peor, sino otra andadura. Neruda también escribió a la distancia poesía en general y sobre Chile. Algunos libros se gestaron en el exterior. Parra, lo más probable, en el mismo curso, podrían estar las Canciones rusas.
Bolaño vive, lee, escribe, piensa allende las fronteras chilenas y no es que olvide Chile o no atienda su temática. Para empezar, un ejemplo: Nocturno de Chile y Estrella distante. Sus influencias parrianas y lihneanas, demuestran en parte estas afirmaciones. En narrativa se decantó por Borges, Cortázar, Joyce etc. No se alínea con narradores chilenos. Su paisaje, pulmón, pasión, es México, el DF. En la Feria Internacional del Libro de Colombia, donde Chile era país invitado, me impresionó que lo dejaran por fuera del afiche de los iconos de la literatura chilena. Una obra del tamaño de la de Bolaño, no se puede borrar de un plumazo ferial. La burocracia literaria, ninguneadora, es universal, un imperdible en la sociedad global que rima con medieval. Bueno, ni García Márquez, Carlos Fuentes se dieron por aludidos de la existencia de Bolaño, sólo Mario Vargas Llosa, reconoció y elogió su obra. Nada nuevo bajo el sol de los señores generadores y dadores de vida.
Todo el boom literario latinoamericano reconoció en su momento, sin embargo, la influencia de Pablo Neruda en la nueva novela. Gajes de un mismo oficio para un tiempo y otro. Licencia de los tiempos. La narrativa, quizàs, de Bolaño aún está verde y si bien, al autor se le encienden velas, falta por estudiar a fondo su obra, impacto, la onda de expansión de la piedra lanzada sobre la superficie del agua. Se escribe sobre un castillo de viento, en el laberinto de Kafka y Borges, con los espejos de Alicia, el déficit de las hojas del calendario, como lo hizo finalmente Bolaño, sin más precipicio que el abismo personal, con la fe puesta con alegría en una derrota conocida de antemano.
Al dar vuelta la hoja, aparece Parra, como al revés del espejo. Dijo el propio autor de los antipoemas: "Una de las características de mi poesía es que su unidad esencial no es la palabra, ni la estrofa, ni la frase que sufre las inflexiones del ritmo. Mi unidad es el verso, que en mi poesía aparece como aislado, como una serie de pedradas lanzadas al lector". ¿La Obra Gruesa de Parra, son los cimientos de una nueva Poesía? Parra irrumpiò en la poesía chilena y latinoamericana en 1954 con Poemas y Antipoemas y se hizo un espacio en el escenario para sentarse definitivamente a la mesa de los poetas mayores. Pero no le fue fácil el reconocimiento, como suele ocurrir con los grandes cambios, el paso de una época a otra y así llegó, accidentado, el período Parra. Poeta de varios pisos psicològicos, culto, pero también de lo popular, sembró sus propias margaritas y regó el jardín, la parra, de su antipoesía.
Parra escribe Cancionero sin Nombre, advierte el crítico Jaime Concha, en tiempos de las Residencias nerudianas y la muerte de García Lorca, con la influencia de ambos poetas. Bolaño y Lihn, dos críticos sin cuartel de Neruda y su obra, reconocen su fascinación por Residencia en la Tierra, inclusive el autor de Amuleto, dice cuando le piden a escoger un poema de ese libro, cualquiera, que es todos. Parra, entre ironías, juegos de palabras, malabares parrianos, siempre reconoció la obra de Neruda y él màs que nadie descubrió que el Vate de Isla Negra puso el listón alto en materia de poesía. Las tardes crepusculares de Maruri, una calle de Santiago, iluminaba la poesía de Neruda, a pesar que decía: Tengo miedo. La tarde gris y la tristeza/del cielo se abre como una boca de muerto. Su poesía arrastró cadenas y libertades.
El registro de Neruda es ancho y no ajeno a las geografías que recorrió. Piano de muchas teclas. Residencia en la Tierra es un montón de versos de gran monotonía, casi rituales, con misterio y dolores, como lo hacían los viejos poetas, describe Neruda su libro desde Colombo. Tenía 25 años. 2O Poemas de amor y una Canción desesperada y las Residencias en la tierra, son los clásicos nerudianos indiscutidos que cada generación leyó y memorizó en su momento como himnos. El poeta mexicano José Emilio Pacheco dijo que Residencia en la Tierra es el mejor libro surrealista escrito en cualquier idioma. No es poco decir, pero tiene mucho de exitencialismo el poemario residenciario.
Son tres iconos de la literatura chilena e hispanoamericana, innovadores, con Residencia(s) en la Tierra, Poemas y antipoemas y Los Detectives Salvajes, y su obra en general. Pusieron a girar a su velocidad, ritmos, intensidad, con su visión, las manecillas del reloj de la literatura castellana. En Poesía es más complejo el tema en Chile, por la calidad y diversidad de sus poetas: Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Pablo De Rokha, Gonzalo Rojas, Rosamel del Valle, Díaz Casanueva, Enrique Lihn, Jorge Teillier, Oscar Hahn, Gonzalo Millán, Manuel Silva Acevedo etc.
En prosa chilena, junto a Bolaño, José Donoso, Carlos Droguett, Jorge Edwards, La Difícil juventud de Claudio Giaconi... cuentos de Skármeta, en la bruma narrativa, agreste paisaje, desde luego una flora y fauna con distintos matices. Tema espinoso el de la prosa.
Tres personajes singulares que pusieron la literatura chilena e hispoamericana en el mapa mundial. Neruda y Parra habían tenido fuerte impacto en Estados Unidos y seguidores, y ahora Bolaño, revive esos viejos tiempos, con su narrativa, aunque Donoso era conocido por su trayectoria novelística y como profesor en Princenton. También Fernando Alegría, profesor en la Universidad de Stanford. Ariel Dorfman en la Universidad de Duke y dramaturgo en Broadway. Y el fenómeno de Isabel Allende, que más allá de toda opinión, es el segundo Best seller de la literatura hispanoamericana, después de García Márquez. Lo de Bolaño es otra cosa: arrasó con la crítica oficial de Estados Unidos. Ramas de un mismo árbol, troncos que tomaron sus propios caminos. En esto de las afinidades y diferencias, si bien Neruda viene del simbolismo francés, Darío; Parra, Aristófanes, Luciano, Gesta Romanorum (textos medievales que influyen en Boccaccio) los poetas ingleses, ambos coinciden con Whitman y Cortázar, y Bolaño también recala en el argentino. La diferencia es que Cortázar reconoce la influencia de Residencia en La Tierra en Rayuela.