Las portadas y las contraportadas de los libros están hechas para vender. Responden al mercado. Son hijas del mundo ferial. Es legítima defensa, tal vez, de los editores no jugar al azar con su producto para realizar generosas ventas o mantener a raya los números rojos. En esta edición norteamericana de Los Detectives salvajes del narrador y poeta chileno Roberto Bolaño, no se escatiman adjetivos, aunque en verdad ya la novela habia dado más de un puntillazo en América latina con el premio venezolano Rómulo Gallegos y después en España, con el Herralde. Un libro cocinado en su propia lengua. No es poco decir en nuestro saturado mercado. De la ntesala se encargó la fantástica Susan Sontag, quien recomendó a Bolaño y su obra en Estados Unidos. Esta flamante edición popular viajó de Nueva York.
El Cronista de San Francisco, en un cintillo de portada de casi dos líneas, dice, que se trata del más importante escritor emergente de América latina después de Gabriel García Márquez. (Ustedes traducirán mejor, es sólo una aproximación muy personal) Es un primer sacudón para el lector que no conoce la obra de Bolaño y que por vivir en Estados Unidos no ha tenido acceso hasta casi una década después de su primera edición, fundamentalmente por el idioma. No es una exageración llamar a Bolaño un genio. Los Detectives Salvajes pueden garantizarle la eternidad. Bolaño, dicha sea la verdad, se reiría mucho de esta afirmación, porque no creía en la eternidad de la literatura y seguramente de nada. Pero resulta intresante la afirmación, es como lo ven sus críticos, publicistas, vendedores.
Una obra que sobresale, medita sobre el Arte, la verdad y la búsqueda de las raíces. Impresionante esta deslumbrante novela. Este libro ha establecido su fama internacional. (Supongo, la de Bolaño)
Bolaño cuenta la historia de dos modernos quijotes. Los últimos sobrevivientes de un movimiento literario. Los Detectives Salvajes es una exuberante y ambiciosa novela de uno de los grandes autores latinoamericanos, se dice en esta presentación por todo lo alto, de un poeta y narrador que creía en la literatura en su gran y real sentido romántico. Playboy, bajo la firma de Leopold Froehlich, dijo."Una de las mejores novelas de la pasada década en cualquier lengua". Bolaño le da una cachetada a los lectores formales, según Los Ángeles Times. Esa frase le hubiese gustado mucho, pienso, porque es su estilo, filosofía. Gracioso y vago, persuasivo, aterrador, lo llama John Banville The Nation. Esquire no se anduvo por las ramas y se fue al fondo de la temática, a esa interpretación personal, que es lo que importa en estos y otros casos:"Es una novela lujuriosa por sexo o por sí misma y por la palabra escrita." No sé si la palabra, no me convence del todo, sea lujuriosa, pero quiere decir lo que no esconde el lenguaje. La obra maestra de Bolaño se ha traducido al inglés y confirma el estatus de los chilenos de niños terribles de la literatura en Latinoamérica, sostiene Vogue.
Son opiniones, el tiempo siempre tiene la última palabra, aunque no escriba.
PD
El Bolaño más real, dijo algunas, no pocas cosas en su última entrevista, fragmentos con sus respuestas que pido prestadas a Monica Maristain.
¿Qué siente cuando hay críticos como Darío Osses que considera que usted es el escritor latinoamericano con más futuro?–Debe ser una broma. Yo soy el escritor latinoamericano con menos futuro. Eso sí, soy de los que tienen más pasado, que al cabo es lo único que cuenta. esta entrevista se publicó en Página 12 el 23 de julio del 2003, ocho días despùés de su muerte en el Hospital Valle de Hebrón, en Barcelona, después de varios días de agonía por un coma hepático.
¿Con quién le gustaría encontrarse en el más allá?–No creo en el más allá. Si existiera, qué sorpresa. Me matricularía de inmediato en algún curso que estuviera dando Pascal.¿Pensó alguna vez en suicidarse?–Por supuesto. En alguna ocasión sobreviví precisamente porque sabía cómo suicidarme si las cosas empeoraban.¿Creyó en algún momento que se estaba volviendo loco?–Por supuesto, pero me salvó siempre el sentido del humor. Me contaba historias que me volvían loco de risa. O recordaba situaciones que hacían que me tirara al suelo a reírme. La locura, la muerte y el amor, ¿de qué de estas tres cosas ha habido más en su vida?–Espero de todo corazón que haya habido más amor.
Y sigue respondiendo por el presente:
¿No le da miedo que alguien quiera hacer la versión cinematográfica de la novela?–Ay, Mónica, yo les tengo miedo a otras cosas. Digamos: cosas más terroríficas, infinitamente más terroríficas.
Y nos habla de sus fantasmas lierarios, esos perpetuos, los que siempre vivirán bajo nuestra almohada, aquellos que nos inspiraron:
¿"El ojo Silva" es un homenaje a Julio Cortázar?–De ninguna manera.Cuando terminó de escribir "El ojo Silva", ¿no sintió que había escrito un cuento capaz de estar a la altura, por ejemplo, de "Casa tomada"?–Cuando terminé de escribir "El ojo Silva" dejé de llorar o algo parecido. Qué más quisiera yo que se pareciera a uno de Cortázar, aunque "Casa tomada" no es uno de mis favoritos.¿Cuáles son los cinco libros que marcaron su vida?–Mis cinco libros en realidad son cinco mil. Menciono éstos sólo a manera de punta de lanza o embajada aviesa: El Quijote, de Cervantes. Moby Dick, de Melville. La Obra Completa, de Borges. Rayuela, de Cortázar. La conjura de los necios, de Kennedy Toole. Pero también debería citar: Nadja, de Breton. Las cartas de Jacques Vaché. Todo Ubú, de Jarry. La vida, instrucciones de uso, de Perec. El castillo y El proceso, de Kafka. Los aforismos de Lichtenberg. El Tractatus, de Wittgenstein. La invención de Morel, de Bioy Casares. El Satiricón, de Petronio. La Historia de Roma, de Tito Livio. Los Pensamientos, de Pascal.
¿Extraña algo de su vida en México?–Mi juventud y las caminatas interminables con Mario Santiago.
¿El mundo tiene remedio?–El mundo está vivo y nada vivo tiene remedio y ésa es nuestra suerte.¿Usted tiene esperanzas, en qué, en quiénes?–Mi querida Maristain, vuelve usted a empujarme a los potreros de la cursilería, que son mis potreros natales. Yo tengo esperanza en los niños. En los niños y en los guerreros. En los niños que follan como niños y en los guerreros que combaten como valientes. ¿Por qué? Me remito a la lápida de Borges, como diría el ínclito Gervasio Montenegro, de la Academia (como Pérez Reverte, fíjese usted) y no hablemos más de este asunto
¿Cuándo ha sido más feliz?–Yo he sido feliz casi todos los días de mi vida, al menos durante un ratito, incluso en las circunstancias más adversas.¿Qué le hubiera gustado ser si no hubiera sido escritor?–Me hubiera gustado ser detective de homicidios, mucho más que ser escritor. De eso estoy absolutamente seguro. Un tira de homicidios, alguien que puede volver solo, de noche, a la escena del crimen, y no asustarse de los fantasmas. Tal vez entonces sí que me hubiera vuelto loco, pero eso, siendo policía, se soluciona con un tiro en la boca.¿Confiesa que ha vivido?–Bueno, sigo vivo, sigo leyendo, sigo escribiendo y viendo películas, y como les dijo Arturo Prat a los suicidas de la Esmeralda, mientras yo viva, esta bandera no se arriará
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