¿Misterio del pájaro,son sus alaso el vueloque deja en el cielo?Rolando Gabrielli©2006La poesía seguirá teniendo críticos, que la definen, explican, y detractores, que la pulverizan. Apasionados y apáticos lectores, son inevitables. Y, sobre todo, poetas. El mercado ya no puede arrinconarla más. Pero la poesía es un bumerang y está más impregnada, presente, en las cosas, de lo que uno se imagina. Esto tiene o no tiene poesía, es una frase cajonera que mide sin querer el corazón, sentimiento, los deseos de las personas. Muchas cosas se trancan entre las personas porque no tienen poesía. No es la rima, sino es cómo uno se aproxima. El poema no es moneda corriente, pero cuando atendemos al interior de sus palabras, es difícil desentendernos del rumor que provoca su atmósfera. Para leer poesía, yo diría, hay que amar la vida. No ser conformista. Detrás de un poema, siempre existe la otra cara, es posible verla. Y cada lector verá un rostro distinto en esas palabras. Dentro del poema, suele estar el poeta y podemos seguir excavando, bajando al pozo de sus palabras. La idea es tocar fondo. Nadar, nadar, respirar, salir a la superficie, sumergirse. La poesía es un ejercicio permanente, como el aire, así, con naturalidad. Todo lo demás es prosa. Casi, casi, como la vida real.
La Musa me interpela con la sabiduría de quien sabe lo que dice, porque primero lo siente y lee como suyo. Pero no todo llega de igual manera al lector. Tomo nota y sé de qué está hablando, por qué y a quién. Las Musas tienen el derecho que los dioses le otorgaron de inspirar y hacer sentir, aunque algunos las desconozcan y recurran al lápiz y al papel, o al ordenador, con sus diccionarios y libros de inspiración.
Panero, Panero
No olviden a Panero,
el loco que sueña
por toda España
y nosotros,
que muere como un santo
perfumado por las palabras,
que dice y tal vez calla
en el reino de la nada,
en un manicomio
detrás de una ventana,
allí maquilla el espanto,
la rosa que aletea
sus mudas horas.
Rolando Gabrielli©2006