"Estoy preparado para morir, si le viene la gana a Dios. Morir terminará con mi angustia de la creatividad, será acostarme y dormir bien eternamente. Estoy listo porque he cumplido con mis dones. " CB
Claudio Bravo forma parte de esos artistas chilenos sin frontera que brillan con luz propia y se marchan discretamente. Pintor, bailarìn, viajero inagotable, vivìa en Marruecos y volvìa cada año al paraìso patagònico chileno en puerto Octay.
Iluminado por un talento especial, pintar con una tècnica depurada, considerado uno de los grandes exponentes del "hiperrealismo", llamado el Velàzquez moderno, Claudio Bravo dejò de ver la luz que tanto utilizò en sus pinturas, de manera inesperada, el 4 de junio pasado, en una de sus casas de Marruecos, en el pueblito de Taroudant.
"No tengo nada que ver con los hiperrealistas. Yo exalto, exagero, idealizo la realidad. La manipulo. A mi modelo le borro las zonas oscuras y le rescato la belleza, esa que me acerca a Dios. Hay mucho de santo en cada artista", enfatizò en una oportunidad, dando asì respuesta a lo que podìa ser una suerte de estigmatizaciòn de la crìtica por su manera y estilo de pintar.
Amò la luz del Mediterràneo y construyò sus refugios en el desierto de Marruecos, en el misterioso Tànger, luego que se sintiò saturado de pintar a la aristocracia española y ser elogiado hasta la saciedad.
¿Claudio Bravo fue el ùltimo Sultàn de la luz? Ya està màs allà del tùnel, quien viviò rodeado de jardines, en sus casas amuralladas del desierto, bajo una vida ascètica, de trabajo constante, luego de haber conquistado con su arte el pùblico chileno, español, norteamericano, mexicano, alemàn.
Claudio Bravo, quien naciò en Valparaìso y se criò en Melipilla, alrededores de Santiago, me recuerda en su impronta y destino, objetivos, a Vicente Huidobro. Uno querìa ser el mejor poeta del mundo y el otro el màs grande pintor. Es indiscutible que son dos artistas chilenos notables que trascendieron Chile y Amèrica latina. Ambos viajaron en distintas èpocas a Europa para saciar sus sueños sin lìmites. Partieron antes de tiempo, sobre todo Huidobro, quien muriò prematuramente.
Un personaje complejo, interesante, "abandonado en el arte", segùn su propia confesiòn permaneciò cèlibe desde lo 50 años. En una entrevista dijo, creo que desde esos años no metò a nadie dentro de mi cama, me aburrì. El amor es muy complicado para mì, soy demasiado apasionado y celoso. Decidí que mi pintura y mis animales eran mi verdadera fuente de amor.
Farah Diba, la viuda del Sha de Iràn, su amiga y quien le visitaba periòdicamente, le llamaba Prìncipe. (Cuando Bravo era muy pequeño hacía dibujos con un clavo en una mesa de madera roja que su familia tenía en la cocina, en su casa de campo de Valparaíso).