Cien sonetos de amor
XCIV
SI MUERO sobrevíveme con tanta fuerza pura que despiertes la furia del pálido y del frío, de sur a sur levanta tus ojos indelebles, de sol a sol que suene tu boca de guitarra.
No quiero que vacilen tu risa ni tus pasos, no quiero que se muera mi herencia de alegría, no llames a mi pecho, estoy ausente. Vive en mi ausencia como en una casa.
Es una casa tan grande la ausencia que pasarás en ella a través de los muros y colgarás los cuadros en el aire.
Es una casa tan transparente la ausencia que yo sin vida te veré vivir y si sufres, mi amor, me moriré otra vez. P.N
Las cartas, aunque adquieran otras formas, sean epìstolas electrònicas, alejadas de la tinta tal vez, no lo estaràn del corazòn ni de las palabras, y seguiràn existiendo como un paso real de la intimidad entre dos.
Gènero literario o no, como quiera clasificàrseles, detràs de las palabras estàn las historias, las vidas de los protagonistas, sus circunstancias, pasiones, el amor, sus dudas, deseos, sentimientos
XCIV
SI MUERO sobrevíveme con tanta fuerza pura que despiertes la furia del pálido y del frío, de sur a sur levanta tus ojos indelebles, de sol a sol que suene tu boca de guitarra.
No quiero que vacilen tu risa ni tus pasos, no quiero que se muera mi herencia de alegría, no llames a mi pecho, estoy ausente. Vive en mi ausencia como en una casa.
Es una casa tan grande la ausencia que pasarás en ella a través de los muros y colgarás los cuadros en el aire.
Es una casa tan transparente la ausencia que yo sin vida te veré vivir y si sufres, mi amor, me moriré otra vez. P.N
Las cartas, aunque adquieran otras formas, sean epìstolas electrònicas, alejadas de la tinta tal vez, no lo estaràn del corazòn ni de las palabras, y seguiràn existiendo como un paso real de la intimidad entre dos.
Gènero literario o no, como quiera clasificàrseles, detràs de las palabras estàn las historias, las vidas de los protagonistas, sus circunstancias, pasiones, el amor, sus dudas, deseos, sentimientos
y ese sentido de urgencia de decir lo que hay que decir sin màs intermediarios que el papel y el destinatario (a). La polìtica y la literatura, sobre todo, han recurrido a las cartas para salvar màs de alguna situaciòn, cumplir un mandato del corazòn, poner en blanco y negro un mensaje de puño y letra. Las misivas suelen explicarnos no pocas cosas de sus autores, destinatarios y de las circunstancias que les rodean, como de sus obras y proyectos en el caso de los escritores. Las palabras son un hilo delgado como el canto del papel y son miel para biògrafos, crìticos, estudiosos o simples lectores que buscan la verdad detràs del papel. Las cartas no son un montòn de palabras ordenadas para leer, sino huellas que empujaron a plasmarlas a quienes las escribieron.
La carta va cerrada en su intimidad porque està destinada a su destinatario quien la abre por primera vez y conoce de primera mano un mensaje que le atañe exclusivamente a èl o ella. Por eso despierta tanto interès cuando es descubierta por un tercero y la magia y hechizo de su contenido individualista, se hace pùblico. La ley suele penar tàcitamente el fisgoneo de una misiva, la indiscreciòn, curiosidad, intrusidad y violaciòn a secas de una correspondencia. La correspondencia es el tràfico especìfico e intransferible entre dos personas: un tercero sobra. Las cartas viajan de un emisor a un receptor. El tiempo pasa. Las personas, tambièn. Los papeles y recuerdos, los fantasmas quedan en silencio archivados, pero suelen volver a traducirse, presentarse en sus palabras.
Franz Kafka, uno de los escritores màs complejos, enigmàticos, visionarios del siglo XX y cultivò el gènero epistolario como una urgencia de sobreviviencia, un ultimàtum que le daba la vida cada noche, esa asfixia real de la angustia. En sus cartas a Milena y Felice, podemos adentrarnos en toda la intimidad de Kafka, como si estuvièramos adentro del caracol de sus sentidos. Nos enteramos de confeiones que nos llevan a su lteratura ademàs de vida personal. Otros han sido menos despiadados consigo mismos, pero la historia de la literatura està plagada de cartas terminales, apasionadas, reveladoras y siempre con un destinario privilegiado que recibe una poderosa carga emotiva, reflexiva y de conocimiento del otro, ùnica, instransferible, palabra volcada literalmente sobre el papel.
Pablo Neruda, el Capitàn, y Matilde Urrutia, Rosario de la Serna, vivieron un amor clandestino, torrido, definitivo en la Isla italiana de Capri y de ahì surgiò un libro clandestino por 11 años: Los Versos del Capitàn, cuya ediciòn anònima lanzò Losada al mundo en Argentina. Aunque, en honor a la historia, la ediciòn màs clandestina y original fue la italiana, en 1952, de sòlo 44 ejemplares, Esto ya es historia conocida, pero lo que es inèdito son las cartas que se cruzaron el Capitàn y Rosario, y que ahora se editan en España (Seix Barral) despuès de permanecer màs de medio siglo ocultas en algùn lugar que revelarà, su editor, el chileno Darìo Osses, cuando se publiquen en Chile. ¿Extraños caminos editoriales, primero España, despuès la casa del poeta.?
Neruda conocerìa Matilde, a quien llamaba La Chascona, Patoja, en un concierto en el Parque Forestal de Santiago de Chile, pasiòn que se consolidarìa y terminarìa con la relaciòn legendaria de Neruda con Delia del Carril, una argentina aristocràtica y comunista que presentò al poeta chileno en España y Francia ante los màs connotados intelectuales de la època. La Hormiguita y la Revoluciòn Civil Española cambiaron la vida y poesìa del autor de las mìticas Residencias en la Tierra. Neruda renunciaba a la poesìa que le "apartaba del hombre como ser social", a su "atormentada" visiòn, pero no abandonarìa su poètica amorosa y pasiones humanas.
El amor naciò en Mèxico, en medio de uans fiebres altìsimas que le daban a Neruda. ".... puedo decirle que desde que la vi, aunque tuviera fiebre (41) (como de costumbre) me prendè de usted., hechicera de bolsillo...y lejos del romanticimos y la sutileza poètica nerudiana, agrega..." y el muy pelotudo tuvo que llegar a Rumania para darse cuenta, y asì fue y asì fue,...y despuès viene el poeta: tù la sultana del mar seràs, yo fui a buscar perlas y...regresa a la realidad prosaica....regreso trayendo Patoja en el alma, ay sì si y ay no nò, y entonces a Ud què le pasaba, frivolona, dirà pero todo fue asì y hoy podemos enfermarnos juntos, sudar juntos, y revivir juntos para querernos-solo por querernos-toda la vida. Nuestro amor es como estos dìas de mar: limpios y claros, solo para ser felices. Suyo su admirador".
El amor por Matilde volverìa a nacer y renacer en Cien Sonetos de Amor y diseminado por libros nerudianos a lo largo de su existencia: Estravagario, La Barcarola y El Mar y las Campanas: Final... Matilde, años o dìas/dormidos, afiebrados, aquì o allà....es el final de Neruda y lo dice: Fue tan bello vivir/cuando vivìas! El mundo es màs azul y màs terrestre/de noche, cuando duerno/enorme, adentro de tuus breves manos.
En las cartas de este amor còmplice, como en toda correspondencia amorosa, urgente, apasionada, se escribe y dice de todo, y las palabras resisten las lecturas del otro, el amado o la amada, como càpsulas de insomnio o agua bendita que cae como bàlsamo. En el amor como en la guerra, la vieja frase que usan hasta los psiquiatras, sucede de todo y es posible aùn màs. En esta relaciòn hubo silencio, traiciòn, distancia, y se viviò como una batalla en campo minado, a veces, otras en el abandono y siempre en la tenacidad de alcanzar el objetivo. El poeta le decìa:" Yo confìo en tì, y aunque no tenga sino tu silencio què me importa, no todo, y cada cosa te hablarà de mì a toda hora, y todo me trae noticias tuyas". Son cartas que recogen un perìodo de 23 años y edstàn escritas en tinta verde, la mayorìa, pero hay colores como el lila y algunas son brevìsimas y otras entre 4 y cinco pàginas.
Y la pasiòn que tocò el corazòn y la campana del poeta en varias ocasiones hasta el final de sus días, el Neruda siempre telùrico, amante de la tierra y el cuerpo femenino, volcànico, compara su amor con un arado, el instrumento que prepara la tierra, la surca para la futura siembra. "No eran celos, amor, sino exigencia de tu plenitud, de tu totalidad. Ahora ya te he arado entera, te he sembrado entera, te he abierto y cerrado, ahora eres mìa. Para siempre!. "
El amor naciò en Mèxico, en medio de uans fiebres altìsimas que le daban a Neruda. ".... puedo decirle que desde que la vi, aunque tuviera fiebre (41) (como de costumbre) me prendè de usted., hechicera de bolsillo...y lejos del romanticimos y la sutileza poètica nerudiana, agrega..." y el muy pelotudo tuvo que llegar a Rumania para darse cuenta, y asì fue y asì fue,...y despuès viene el poeta: tù la sultana del mar seràs, yo fui a buscar perlas y...regresa a la realidad prosaica....regreso trayendo Patoja en el alma, ay sì si y ay no nò, y entonces a Ud què le pasaba, frivolona, dirà pero todo fue asì y hoy podemos enfermarnos juntos, sudar juntos, y revivir juntos para querernos-solo por querernos-toda la vida. Nuestro amor es como estos dìas de mar: limpios y claros, solo para ser felices. Suyo su admirador".
El amor por Matilde volverìa a nacer y renacer en Cien Sonetos de Amor y diseminado por libros nerudianos a lo largo de su existencia: Estravagario, La Barcarola y El Mar y las Campanas: Final... Matilde, años o dìas/dormidos, afiebrados, aquì o allà....es el final de Neruda y lo dice: Fue tan bello vivir/cuando vivìas! El mundo es màs azul y màs terrestre/de noche, cuando duerno/enorme, adentro de tuus breves manos.
En las cartas de este amor còmplice, como en toda correspondencia amorosa, urgente, apasionada, se escribe y dice de todo, y las palabras resisten las lecturas del otro, el amado o la amada, como càpsulas de insomnio o agua bendita que cae como bàlsamo. En el amor como en la guerra, la vieja frase que usan hasta los psiquiatras, sucede de todo y es posible aùn màs. En esta relaciòn hubo silencio, traiciòn, distancia, y se viviò como una batalla en campo minado, a veces, otras en el abandono y siempre en la tenacidad de alcanzar el objetivo. El poeta le decìa:" Yo confìo en tì, y aunque no tenga sino tu silencio què me importa, no todo, y cada cosa te hablarà de mì a toda hora, y todo me trae noticias tuyas". Son cartas que recogen un perìodo de 23 años y edstàn escritas en tinta verde, la mayorìa, pero hay colores como el lila y algunas son brevìsimas y otras entre 4 y cinco pàginas.
Y la pasiòn que tocò el corazòn y la campana del poeta en varias ocasiones hasta el final de sus días, el Neruda siempre telùrico, amante de la tierra y el cuerpo femenino, volcànico, compara su amor con un arado, el instrumento que prepara la tierra, la surca para la futura siembra. "No eran celos, amor, sino exigencia de tu plenitud, de tu totalidad. Ahora ya te he arado entera, te he sembrado entera, te he abierto y cerrado, ahora eres mìa. Para siempre!. "
Este es el amor entre dos Islas, la italiana de Capri e Isla Negra, en la costa chilena, que sòlo tiene el nombre de isla otorgado por la gracia del vate chileno, lugar que transformò en su mìtico refugio y donde escribiò hasta sus ùltimos dìas como si estuviera al mando de un barco varado al frente del tormentoso ocèano Pacìfico.
En Los Versos del Capitàn, Neruda relata la historia: Toda la noche he dormido contigo/junto al mar, en la isla./Salvaje eras entre el placer y el sueño/entre el fuego y el agua.