Volvamos a la escena del crimen. Hace algunas dècadas debieron otorgarle el Premio Cervantes a Nicanor Parra. Los lauros tienen su historia. Borges no recibió el Nobel y debió compartir el Cervantes contra los reglamentos del propio certamen. Su compañero de lauro, el poeta Gerardo Diego, pagó las consecuencias años después en 1984 cuando se encontró con el autor de Ficciones y éste lo ignorò. Borges soy Gerardo. Borges no contestó. Soy Gerardo Diego, insistió. Y Borges desde lo màs hondo del sarcasmo y la ironía borgeana le respondió. ¿Es Gerardo o es Diego? Cosas veredes, Sancho, en la tierra del Quijote.
Una anécdota en la ruleta de los premios que a veces consagran la mala leche de un jurado o su silencio feroz, que es la misma antesala de un supuesto olvido.
Parra decidió hace años esperar la gloria o el juicio final de la poesía chilena entre Cartagena e Isla Negra, en la plácida y benigna zona costera de Las Cruces. La primera gran contradicción de Parra frente a P.Neruda, fue gritar a los cuatro vientos: Viva la cordillera de los Andes/muera la cordillera de la costa, donde vivía el autor de las Residencias y ahora alli reside Nicanor, esperando ser el mejor poeta de Isla Negra. Ha reconocido pública y privadamente, que siempre Neruda fue un problema para él y que allí está el origen de la antipoesía. Todo esto y màs, es ya conocido y reiterativo, forma parte del repertorio parriano. Lo que no deja de sorprender es la obsesión por Neruda, es un verdadero longplay a lo largo de màs de medio siglo, y Parra tal vez desconozca que a Borges le sucedía lo mismo.
En Borges, la bitàcora que escribió su amigo Adolfo Bioy Casares, hay varias referencias al poeta chileno. La última es del 7 de marzo de 1984. Neruda ya había muerto hacía casi 11 años. "Veo a Borges, dice Bioy, en la televisiòn, en diálogo con Antonio Carrizo. Desafía a Carrizo a recordar un buen verso de Neruda." De paso censura a Quiroga, Arlt, la Mistral. Las referencias a Neruda son diversas y denotan, cuando menos, una curiosa ocupación por el quehacer poético del colega trasandino. Curiosamente Borges también dijo de Parra cuando le preguntaron por él, que nombre tan feo, como alguien se puede llamar así. Parra le dedica un poema irónico a Borges.
Quédate con tu borges .
él te ofrece el recuerdo de una flor amarilla
vista al anochecer
años antes que tú nacieras
interesante puchas qué interesante
en cambio yo no te prometo nada
ni dinero ni sexo ni poesía
un yogur es lo + que podría ofrecerte.
Poesía cotidiana, coloquial, popular, antipoesía, para algunos lenguaje simple, directo, una suerte de democratización del poema, pero recuerdo que Parra me decía que el creía en un hablante piscológico de cinco pisos. Y pienso que allì está su mejor poesía, aunque no se puede diseccionar a un poeta, su obra por parte como si se fuera a rellenar un pavo. Aunque es inevitable. Ahora que Parra lleva desde 1973 haciendo sombra con Neruda en solitario, su obra y todo lo que le rodea y que prácticamente ha quedado solo con la muerte de otro referente y adversario en su tiempo, Gonzalo Rojas, es muy poco lo que podemos esperar. Su discurso para el 23 de abril, puede ser una pieza antológica o un gran chiste. Me inclino, porque en medio de la humildad, y circunstancias fijará posiciones dentro de la poesía.
Se comenta que es el último grande, es probable, en la tradición chilena de la poesía innovadora y también del poeta tribuna, aunque Parra se ha retirado aparentemente, pero sus dardos están ahì.
Dice, Parra, que no escribe, que copia lo que dicen los niños, lo que lee en los muros y caminos, toma apunte sobre las voces que llegan a sus oídos endecasilábicos.
Gonzalo Millán, uno de los poetas más originales de Chile, desaparecido tempranamente, poeta mudo, según Enrique Lihn, dijo que no se puede escribir como habla la gente. En una entrevista del 2006 a Javier García del diario La Nación, (a menos de 50 días de su muerte) Millán se refiere al tema de la antipoesía al cual se le solía vincular: "–Creo que la antipoesía está rodeada de muchos mitos. Hay una visión de que las cosas ocurren en sucesión, pero cuando leía a Nicanor Parra, también leía a Pablo de Rokha. En general, me atraían las imágenes disonantes, no tanto el lenguaje coloquial. En ese tiempo me interesaba Armando Uribe más que Parra, porque en Uribe había un trabajo con el verso, y a través de él llegabas a Ezra Pound y Wallace Stevens. En cambio, la antipoesía se hace pasar por poesía espontánea, porque aunque Parra quiere que escribamos como hablamos, eso nunca se logra. La poesía no se encuentra tirada en la calle ni es inspiración, sino que se construye".
Millán ha sido indiscutiblemente un constructor tenaz de poesía, un poeta que asumió la palabra y la vida, y su ojo se detuvo espaciosamente en todo, con morosidad y la yema casi inflamada de sus dedos, habla de sus días azarosos, intermitentes frente a la página en blanco, sus eternos desvelos. En esa contra-corriente del trabajo con el lenguaje y distanciándose del facilismo poético, veo a Uribe, Rubio, Hahn, Silva Acevedo, Waldo Rojas, Welden, por citar a algunos muy conocidos, aunque màs atrás, Gonzalo Rojas, Lihn y Teillier, se clasifican en esta apuesta de "trabajar la poesía" como si todo estuviera escrito. Una labor de topos en una topografía difícil como es la geografía y escritura chilena, por su riqueza, complejidad y abundancia de poetas.
Parra trabajó en ese mismo orden, buscando, ensayo y error, escribiendo en el día a día, me consta, lo veía rascarse la cabeza frente a sus cuadernos cuadriculados, haciendo apuntes, rayando, verdaderas ecuaciones, explicándose a sí mismo como frente a un pizarrón, "por dónde va la cosa". El profesor Parra se preguntaba hacia dónde iba la poesía y su tarea era encontrarle la quinta pata al gato. Hace muchos años que Nicanor Parra puso sus cartas sobre la mesa. Ya no hay gato encerrado, como diría el propio antipoeta. Trazado dejò un camino, pero una ruta se bifurca en otros senderos y surgen nuevos caminos.
En Borges, la bitàcora que escribió su amigo Adolfo Bioy Casares, hay varias referencias al poeta chileno. La última es del 7 de marzo de 1984. Neruda ya había muerto hacía casi 11 años. "Veo a Borges, dice Bioy, en la televisiòn, en diálogo con Antonio Carrizo. Desafía a Carrizo a recordar un buen verso de Neruda." De paso censura a Quiroga, Arlt, la Mistral. Las referencias a Neruda son diversas y denotan, cuando menos, una curiosa ocupación por el quehacer poético del colega trasandino. Curiosamente Borges también dijo de Parra cuando le preguntaron por él, que nombre tan feo, como alguien se puede llamar así. Parra le dedica un poema irónico a Borges.
Quédate con tu borges .
él te ofrece el recuerdo de una flor amarilla
vista al anochecer
años antes que tú nacieras
interesante puchas qué interesante
en cambio yo no te prometo nada
ni dinero ni sexo ni poesía
un yogur es lo + que podría ofrecerte.
Poesía cotidiana, coloquial, popular, antipoesía, para algunos lenguaje simple, directo, una suerte de democratización del poema, pero recuerdo que Parra me decía que el creía en un hablante piscológico de cinco pisos. Y pienso que allì está su mejor poesía, aunque no se puede diseccionar a un poeta, su obra por parte como si se fuera a rellenar un pavo. Aunque es inevitable. Ahora que Parra lleva desde 1973 haciendo sombra con Neruda en solitario, su obra y todo lo que le rodea y que prácticamente ha quedado solo con la muerte de otro referente y adversario en su tiempo, Gonzalo Rojas, es muy poco lo que podemos esperar. Su discurso para el 23 de abril, puede ser una pieza antológica o un gran chiste. Me inclino, porque en medio de la humildad, y circunstancias fijará posiciones dentro de la poesía.
Se comenta que es el último grande, es probable, en la tradición chilena de la poesía innovadora y también del poeta tribuna, aunque Parra se ha retirado aparentemente, pero sus dardos están ahì.
Dice, Parra, que no escribe, que copia lo que dicen los niños, lo que lee en los muros y caminos, toma apunte sobre las voces que llegan a sus oídos endecasilábicos.
Gonzalo Millán, uno de los poetas más originales de Chile, desaparecido tempranamente, poeta mudo, según Enrique Lihn, dijo que no se puede escribir como habla la gente. En una entrevista del 2006 a Javier García del diario La Nación, (a menos de 50 días de su muerte) Millán se refiere al tema de la antipoesía al cual se le solía vincular: "–Creo que la antipoesía está rodeada de muchos mitos. Hay una visión de que las cosas ocurren en sucesión, pero cuando leía a Nicanor Parra, también leía a Pablo de Rokha. En general, me atraían las imágenes disonantes, no tanto el lenguaje coloquial. En ese tiempo me interesaba Armando Uribe más que Parra, porque en Uribe había un trabajo con el verso, y a través de él llegabas a Ezra Pound y Wallace Stevens. En cambio, la antipoesía se hace pasar por poesía espontánea, porque aunque Parra quiere que escribamos como hablamos, eso nunca se logra. La poesía no se encuentra tirada en la calle ni es inspiración, sino que se construye".
Millán ha sido indiscutiblemente un constructor tenaz de poesía, un poeta que asumió la palabra y la vida, y su ojo se detuvo espaciosamente en todo, con morosidad y la yema casi inflamada de sus dedos, habla de sus días azarosos, intermitentes frente a la página en blanco, sus eternos desvelos. En esa contra-corriente del trabajo con el lenguaje y distanciándose del facilismo poético, veo a Uribe, Rubio, Hahn, Silva Acevedo, Waldo Rojas, Welden, por citar a algunos muy conocidos, aunque màs atrás, Gonzalo Rojas, Lihn y Teillier, se clasifican en esta apuesta de "trabajar la poesía" como si todo estuviera escrito. Una labor de topos en una topografía difícil como es la geografía y escritura chilena, por su riqueza, complejidad y abundancia de poetas.
Parra trabajó en ese mismo orden, buscando, ensayo y error, escribiendo en el día a día, me consta, lo veía rascarse la cabeza frente a sus cuadernos cuadriculados, haciendo apuntes, rayando, verdaderas ecuaciones, explicándose a sí mismo como frente a un pizarrón, "por dónde va la cosa". El profesor Parra se preguntaba hacia dónde iba la poesía y su tarea era encontrarle la quinta pata al gato. Hace muchos años que Nicanor Parra puso sus cartas sobre la mesa. Ya no hay gato encerrado, como diría el propio antipoeta. Trazado dejò un camino, pero una ruta se bifurca en otros senderos y surgen nuevos caminos.