Volver a la patria,
todo el sentido se vuelve sin sentido,
cuando a la realidad toca
la puerta sin fondo.
Digo después de
tantas primaveras perdidas,
no me debes nada,
no te debo nada.
Se han borrado los antepasados,
fantasmas de un
ciudad desconocida,
los bares con su clientela son el bullicio
de viejos sobrevivientes que comparten
copas, historias que la memoria
arrastra como trastos viejos
o un presente digno del olvido.
Estos años,
uno puede alcanzar a decir
como querer aproximarse a nada.
Por qué vuelves tan tarde podría preguntar el padre,
solo quedan polvo s y
cenizas, despojos
que algunas vez
fueron
al menos un guiño que no podría ser desconocido
o alterado por este olvido, esta nada.
Fuimos, somos pasados, sin darnos cuenta
y el presente tiene el deber de volvernos
a la realidad que tal vez nunca ha sido,
ni será otra historia paralela.
Pensar que el río permanece
con el mismo hilillo
de agua oscura,
inmutable en su recorrido
que la ciudad
reconoce como un
espejo viejo
que no aspira a ver más que su propia imagen.
Es mejor saber que los amigos muertos no vendrán a buscarnos,
y que el sordo territorio
de las palabras,
es el futuro niño que
aspiramos a ser
y nos rescate de la
asfixia.
Rolando Gabrielli@yahoo.com
Chile