lunes, noviembre 12, 2018

La aventura


La escritura ha sido mi salvación
y han querido cortarme las manos
como el Manco de Lepanto,
que perdió una para la salvación
del hidalgo caballero
de la gran cordura,
 de un amante  feroz del ingenio
y del amor real a la vida,
que le ficcionó su amada Dulcinea
y sin bien eran otros tiempos
donde sazonar un puerco
era una virtud de la época,
un poema también requiere
razón y locura, sazón e imaginación,
molinos de viento y desaforados gigantes
que se enfrentan a un simple poema
que requiere de la aventura
de su lectura.
Rolando Gabrielli©2018
Chile


Doré

Después de tantas primaveras


Volver a la patria,
todo el sentido se vuelve sin sentido,
cuando a la realidad toca  la puerta  sin fondo.
Digo  después de tantas primaveras perdidas,
no me debes nada,
no te debo nada.
Se han borrado los antepasados,
fantasmas de un  ciudad desconocida,
los bares con su clientela son el bullicio
de viejos sobrevivientes que comparten
copas, historias que la memoria
arrastra como trastos viejos
o un presente digno del olvido.
Estos años,
uno puede alcanzar a decir
como querer aproximarse a nada.
Por qué vuelves tan tarde podría preguntar el padre,
solo  quedan polvo s y cenizas, despojos
que algunas  vez fueron
al menos un guiño que no podría ser desconocido
o alterado por este olvido, esta nada.
Fuimos, somos pasados, sin darnos cuenta
y el presente tiene el deber de  volvernos
a la realidad que tal vez nunca ha sido,
ni será otra historia paralela.
Pensar que el río permanece
con el mismo hilillo  de agua oscura,
inmutable en su recorrido  que la ciudad
 reconoce como un espejo  viejo
que no aspira a ver más que su propia imagen.
Es mejor saber que los amigos muertos no vendrán a buscarnos,
y que el  sordo territorio de las palabras,
es  el futuro niño que aspiramos a ser
 y nos rescate de la asfixia.
Rolando Gabrielli@yahoo.com
Chile