La escritura ha sido mi salvación
y han querido cortarme las manos
como el Manco de Lepanto,
que perdió una para la salvación
del hidalgo caballero
de la gran cordura,
de un amante
feroz del ingenio
y del amor real a la vida,
que le ficcionó su amada Dulcinea
y sin bien eran otros tiempos
donde sazonar un puerco
era una virtud de la época,
un poema también requiere
razón y locura, sazón e
imaginación,
molinos de viento y desaforados
gigantes
que se enfrentan a un simple poema
que requiere de la aventura
de su lectura.
Rolando Gabrielli©2018
Chile
Doré
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