Sueña con el corazón en sus manos,
piensa que lo tiene y le pertenece,
pero cosa extraña, lo exhibe para que lo vean,
sereno con puntitos rojos y como ha crecido
en tiempos particularmente descorazonadores.
Nadie puede negar su valentía,
de poner su corazón en el pecho,
tan apaciblemente,
para que cualquier francotirador
o uno de estos locos que pululan
en las grandes urbes o pueblitos,
hagan tiro al blanco con sus dardos
envenenados de palabras falsamente edulcoradas,
torpes diabéticos del amor,
insaciables cazadores y depredadores,
no piensan más que en ellos mismos,
en sus pequeñas satisfacciones.
Ella espera una aventura en el sueño
que la posee y hace entrega de su imagen
en este poema que no ignora,
que los sueños, sueños son.
Rolando Gabrielli©2016