El 15 de marzo de 1974 caminaba por las calles de Santiago de Chile. No olvidarè ese dìa, en las proximidades de La Moneda. Me detuve frente a un kiosko de venta de periòdicos y vi un titular del diario La Segunda que anunciaba el suicidio del ex ministro de Defensa del gobierno de Salvador Allende, Jaime Tohà, en el Hospital Militar, donde se encontraba en estado agònico tras las vejaciones y torturas inflingidas por los militares. Era un hecho noticioso màs aparentemente dentro del misterioso y tenebroso realismo y escenario polìtico chileno. Tohà, de 1.92 de estatura, 45 kilogramos de peso, casi ciego, con quemaduras de cigarrillos en los brazos, se habìa colgado en un clòset. Traguè un aire denso, grueso, casi sin oxìgeno, la lista era numerosa. La mentira y el terror deambulaban por Santiago en esos dìas. Desde el 11 de septiembre a esa fecha, Chile era una fosa comùn a lo largo y ancho de la devastada Repùblica. La fosa siguiò creciendo como una vìbora por el largo cuerpo de Chile. El titular quedò colgado en mi memoria. Viajè y persistìa ahì. Tohà fue estrangulado, se supo en el mundo, mucho tiempo despuès, tras una investigación sobre su muerte. Chile viviò una pesadilla, ampliamente documentada y conocida por el mundo entero. Ese 1974, el cantautor de la trova cubana, Pablo Milanès, escribiò esta canciòn que refleja lo que ocurriò y el futuro que esperàbamos todos.
Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada,
y en una hermosa plaza liberadade lo que fue Santiago ensangrentada,
me detendré a llorar por los ausentes.
Yo vendré del desierto calcinante
y saldré de los bosques y los lagos,
y evocaré en un cerro de Santiago
a mis hermanos que murieron antes.
La lista de vìctimas y de casos emblemàticos que se desconoce el origen de su muerte, ha crecido a 726 casos desde la muerte de Salvador Allende en La Moneda, hecho, cuyos pormenores se estàn examinando a travès de una rigurosa autopsia de los restos del mandatario màrtir. A la muerte sùbita de Eduardo Frei, ex presidente de la repùblica, se viene a sumar ahora la de Pablo Neruda, un icono en la historia chilena, poeta universal, el màs leìdo e influyente, y cuya muerte el 23 de septiembre de 1973, ha sido puesta en duda por el chofer y asistente del Vate de Isla Negra, Manuel Araya, quien denunciò a un diario mexicano que Neruda muriò producto de una inyecciòn que le aplicaron en su estòmago y no debido al càncer a la pròstata por el cual era atendido antes del golpe militar. Araya le acompañò hasta el ùltimo momento en la Clìnica Santa Marìa, donde Neruda fue trasladado por seguridad desde Isla Negra. Temìa ser asesinado y su casa ya habìa sido allanada por el ejèrcito de Chile. Su indiscutible prestigio y peso internacional, le y transformaba en una de las figuras sobrevivientes al golpe de Estado màs incòmodas para el futuro regimen de Ponochet. En una conversaciòn con el Secreatrio General del Partido Comunista de Chile, Luis Corvalàn, el polìtico le habìa dicho que no temiera, él era demasiado grande: "A ti Pablo, no podrán tocarte". Cito a Volodia Teiltenboin, en su libro Neruda.. Neruda le respondiò, "Te equivocas, Garcìa Lorca era el prìncipe de los gitanos, y ya sabes lo que con él hicieron". ¿Palabras premonitorias del úlltimo Aedo, como le llama Enrique Lihn?
El ex embajador de México en Chile Gonzalo Martínez Corbalà, quien estuvo con Neruda un día antes de su muerte, revelò que "el acta de defunción de Pablo Neruda señala que el sábado 22 el poeta se encontraba en estado catatónico. Lo que dice el documento
Martìnez Corbalà viajò a Mèxico para informar al Presidente Echeverrìa de la situaciòn en Chile, ya que tenìa 500 asilados entre la embajada y su casa. El diplomàtico describiò el escenario "prendido en alfileres", en un pormenorizado relato al diario azteca, La Jornada.
Echeverìa dio la odrden de enviar a Chile un aviòn de buen tamaño para trasladar a los exiliados y dijo, “Busque usted a Neruda en Santiago, sabemos que está enfermo, que está mal, ofrézcale, dígale que le ofrecemos que venga a México como huésped distinguido invitado del presidente y del pueblo de México o si lo prefiere que venga como asilado acogido, a los términos del tratado de asilo con la protección que le corresponde. Que él lo decida“. Sigue el relato del embajador a La Jornada. "Cuando me mandó el presidente tratamos de ejecutar la orden. Pablo aceptó al punto de que me dieron sus maletas y las de Matilde (Urrutia, esposa de Neruda) y un paquete con el manuscrito de Confieso que he vivido, escrito con la tinta verde que usaba Pablo.”Neruda y Frei murieron en circunstancias "sospechosas" en la misma Clìnica Santa Marìa de Santiago, la màs prestigiosa en esos años.
Neruda, recuerda Martínez Corbalá, había aceptado la opción de venir como invitado de honor del presidente y del pueblo de México. “Lo plantié a la Junta, a la cancillería chilena de facto, lo aceptaron sin poner objeciones, le dieron su pasaporte y en la embajada le dimos la visa. Ya estábamos listos.
–¿Cuándo nos vamos don Pablo?, le pregunté.
–Pues nos vamos el sábado 22, respondió.
“Creo que eran las 11 de la mañana. Veo a don Pablo, que era un hombre como todos los hombres en ese nivel que han vivido toda su vida entre la creación artística y era una vida muy diferente a la nuestra. Le dije: ‘Ya don Pablo, vámonos. Ya estoy listo. Todo está preparado’. Teníamos una ambulancia para llevarlo de la clínica al aeropuerto y me dijo simplemente: ‘embajador, no me quiero ir ahora’.
Le dije ‘bueno don Pablo ¿cuándo quiere que nos vayamos? Me dijo: ‘Nos vamos el lunes embajador, categóricamente, nos vamos el lunes’.
"El domingo por la noche recibió una llamada de México, era el subsecretario de Relaciones Exteriores, José Gallástegui, quien a gritos, porque la comunicación era muy mala, le dijo: “¡Oye Gonzalo, aquí en México está el rumor de que Pablo Neruda murió. Me quedé verdaderamente impactado.
–Aquí estoy, no me he movido y no sé nada. Ahorita voy a la clínica Santa María y después te hablo.
Con todo y que ya era de noche, con el toque de queda encima, salió con rumbo al nosocomio amparado con un salvoconducto obtenido días antes que le permitía transitar después del toque. “Cuando llegué ya había muerto."
Gonzalo Martínez Corbalá, revelò que estuvieron con Neruda el día anterior a su muerte y vieron que él podía conversar tranquilamente, caminó por la pieza, intercambiaron opiniones políticas, describió qué objetos personales quería llevar en su viaje a México, expresó dudas de irse del país pues dijo que quería compartir la suerte de su pueblo ”
Los dìas posteriores tan ampliamente narrados y divulgados. El velorio y saqueo de su casa La Chascona en Santiago, por la soldadesca pinochetiana. Su entierro erizado de armas camino al Cementerio General. El cadàver errante, anònimo, que no pudo ser enterrado en Isla Negra, como eran sus deseos. La confiscaciòn militar de su casa en Isla Negra. El mito vivo de Neruda ahora recorrìa Chile y el mundo como un fantasma real, temido por la Junta Militar Chilena, que hizo todo lo posible por silenciarlo. Prohibiò sus memorias como si la memoria pudiera ser borrada por un decreto o un bando militar.
Con estos antecedentes, el Partido Comunista de Chile, del cual Neruda era miembro, interpuso una querella. como "un deber moral", dijo el diputado de esa colectividad, GuillermoTeillier. “ Lo único que quiero decir es que el Partido Comunista de Chile se hace plenamente responsable de este acto, pensamos que es un deber moral ineludible ”» , presentar esta denuncia.
Teillier, presidente del PCCh subrayò que esto, “ además, está dentro de un cuadro que se ha presentado en el país en este último tiempo en que se han empezado a aclarar muertes que parecía que habrían sufrido un modo y en realidad sucedieron de otro ”» , como las muertes de Salvador Allende, Eduardo Frei Montalva y José Tohá." El diario La Jornada que hizo un amplio y detallado despliegue de estas revelaciones, afirma que "en esa clínica, en ese entonces el establecimiento privado de salud más importante de Santiago, actuaba una unidad de la policía secreta Dina, autora de miles de asesinatos y que encabezaban tres médicos militares que respondían directamente a las órdenes de Manuel Contreras, jefe de ese siniestro servicio."
Cavilo, divago a miles de kilòmetros de Chile, recurro a la memoria, lecturas, a los vestigios de aquellos dìas, la atmòsfera enrarecida y siempre aparece Enrique Lihn en una conversaciòn que tuvimos sobre el Vate frente a la Universidad o Nicanor Parra conversando de paso ante el Edificio Diego Portales que se apropiò la dictadura, ex Gabriela Mistral, actualmente Gabriela Mistral, -me seguirè viviendo-, dice el verso futurista Nerudiano, como si un eco misterioso resonara en el laberinto de un caracol en Isla Negra, y me quedo con el poeta de gran registro universal, chilenìsmo, materialista, còsmico, telùrico, que sigue siendo Neruda a pesar de detractores y panegiristas que no lo leen, sino lo siguen convirtiendo en un campo de batalla, a 37 largos años de su muerte o asesinato, aùn no sabemos.
El ex embajador de México en Chile Gonzalo Martínez Corbalà, quien estuvo con Neruda un día antes de su muerte, revelò que "el acta de defunción de Pablo Neruda señala que el sábado 22 el poeta se encontraba en estado catatónico. Lo que dice el documento
“ no es cierto, porque yo estuve con él ”, sentenciò el diplomàtico. Era el día pactado para su salida de Chile con rumbo a México." Si yo fuera chileno, pedìa investigar el caso, acotò.
Martìnez Corbalà viajò a Mèxico para informar al Presidente Echeverrìa de la situaciòn en Chile, ya que tenìa 500 asilados entre la embajada y su casa. El diplomàtico describiò el escenario "prendido en alfileres", en un pormenorizado relato al diario azteca, La Jornada.
Echeverìa dio la odrden de enviar a Chile un aviòn de buen tamaño para trasladar a los exiliados y dijo, “Busque usted a Neruda en Santiago, sabemos que está enfermo, que está mal, ofrézcale, dígale que le ofrecemos que venga a México como huésped distinguido invitado del presidente y del pueblo de México o si lo prefiere que venga como asilado acogido, a los términos del tratado de asilo con la protección que le corresponde. Que él lo decida“. Sigue el relato del embajador a La Jornada. "Cuando me mandó el presidente tratamos de ejecutar la orden. Pablo aceptó al punto de que me dieron sus maletas y las de Matilde (Urrutia, esposa de Neruda) y un paquete con el manuscrito de Confieso que he vivido, escrito con la tinta verde que usaba Pablo.”Neruda y Frei murieron en circunstancias "sospechosas" en la misma Clìnica Santa Marìa de Santiago, la màs prestigiosa en esos años.
Neruda, recuerda Martínez Corbalá, había aceptado la opción de venir como invitado de honor del presidente y del pueblo de México. “Lo plantié a la Junta, a la cancillería chilena de facto, lo aceptaron sin poner objeciones, le dieron su pasaporte y en la embajada le dimos la visa. Ya estábamos listos.
–¿Cuándo nos vamos don Pablo?, le pregunté.
–Pues nos vamos el sábado 22, respondió.
“Creo que eran las 11 de la mañana. Veo a don Pablo, que era un hombre como todos los hombres en ese nivel que han vivido toda su vida entre la creación artística y era una vida muy diferente a la nuestra. Le dije: ‘Ya don Pablo, vámonos. Ya estoy listo. Todo está preparado’. Teníamos una ambulancia para llevarlo de la clínica al aeropuerto y me dijo simplemente: ‘embajador, no me quiero ir ahora’.
Le dije ‘bueno don Pablo ¿cuándo quiere que nos vayamos? Me dijo: ‘Nos vamos el lunes embajador, categóricamente, nos vamos el lunes’.
"El domingo por la noche recibió una llamada de México, era el subsecretario de Relaciones Exteriores, José Gallástegui, quien a gritos, porque la comunicación era muy mala, le dijo: “¡Oye Gonzalo, aquí en México está el rumor de que Pablo Neruda murió. Me quedé verdaderamente impactado.
–Aquí estoy, no me he movido y no sé nada. Ahorita voy a la clínica Santa María y después te hablo.
Con todo y que ya era de noche, con el toque de queda encima, salió con rumbo al nosocomio amparado con un salvoconducto obtenido días antes que le permitía transitar después del toque. “Cuando llegué ya había muerto."
Gonzalo Martínez Corbalá, revelò que estuvieron con Neruda el día anterior a su muerte y vieron que él podía conversar tranquilamente, caminó por la pieza, intercambiaron opiniones políticas, describió qué objetos personales quería llevar en su viaje a México, expresó dudas de irse del país pues dijo que quería compartir la suerte de su pueblo ”
Los dìas posteriores tan ampliamente narrados y divulgados. El velorio y saqueo de su casa La Chascona en Santiago, por la soldadesca pinochetiana. Su entierro erizado de armas camino al Cementerio General. El cadàver errante, anònimo, que no pudo ser enterrado en Isla Negra, como eran sus deseos. La confiscaciòn militar de su casa en Isla Negra. El mito vivo de Neruda ahora recorrìa Chile y el mundo como un fantasma real, temido por la Junta Militar Chilena, que hizo todo lo posible por silenciarlo. Prohibiò sus memorias como si la memoria pudiera ser borrada por un decreto o un bando militar.
Con estos antecedentes, el Partido Comunista de Chile, del cual Neruda era miembro, interpuso una querella. como "un deber moral", dijo el diputado de esa colectividad, GuillermoTeillier. “ Lo único que quiero decir es que el Partido Comunista de Chile se hace plenamente responsable de este acto, pensamos que es un deber moral ineludible ”» , presentar esta denuncia.
Teillier, presidente del PCCh subrayò que esto, “ además, está dentro de un cuadro que se ha presentado en el país en este último tiempo en que se han empezado a aclarar muertes que parecía que habrían sufrido un modo y en realidad sucedieron de otro ”» , como las muertes de Salvador Allende, Eduardo Frei Montalva y José Tohá." El diario La Jornada que hizo un amplio y detallado despliegue de estas revelaciones, afirma que "en esa clínica, en ese entonces el establecimiento privado de salud más importante de Santiago, actuaba una unidad de la policía secreta Dina, autora de miles de asesinatos y que encabezaban tres médicos militares que respondían directamente a las órdenes de Manuel Contreras, jefe de ese siniestro servicio."
Cavilo, divago a miles de kilòmetros de Chile, recurro a la memoria, lecturas, a los vestigios de aquellos dìas, la atmòsfera enrarecida y siempre aparece Enrique Lihn en una conversaciòn que tuvimos sobre el Vate frente a la Universidad o Nicanor Parra conversando de paso ante el Edificio Diego Portales que se apropiò la dictadura, ex Gabriela Mistral, actualmente Gabriela Mistral, -me seguirè viviendo-, dice el verso futurista Nerudiano, como si un eco misterioso resonara en el laberinto de un caracol en Isla Negra, y me quedo con el poeta de gran registro universal, chilenìsmo, materialista, còsmico, telùrico, que sigue siendo Neruda a pesar de detractores y panegiristas que no lo leen, sino lo siguen convirtiendo en un campo de batalla, a 37 largos años de su muerte o asesinato, aùn no sabemos.