No sabemos si JD Salinger terminò siendo un anacoreta contemplando su famosa obra literaria, abandonàndose a toda suerte de bùsquedas existenciales, penitencias de aislamiento, olvidos sociales, mordazas de lo pùblico, esa telaraña que lo convirtiò en un misterio en la època màs frìvola, banal, estùpida de la humanidad. ¿Se habrà perdonado a sì mismo y se sentirìa hasta el final de sus dìas como un sobreviviente que terminò saliendo ileso de la agresiòn social y del mercado? Èl fue un sobreviviente del dìa D, en Normandìa, y despuès, de su propia existencia, que olvidò en una cabaña en Estados Unidos con sus màs cercanos y una supuesta obra que nadie conoce aùn, a casi 50 dìas de su muerte. Èl era El Cazador oculto que se excluyò voluntariamente de la vida cotidiana màs allà de su vida interior. Aunque se han revelado recientemente algunas cartas, que podrìan develar su misterioso silencio de cuatro largas dècadas, que en una de las epìstolas pareciera resumir con esta frase: 25 de diciembre de 1984:" Me siento aislado de cualquier conversaciòn privada o pùblica. En todos estos años no he hablado màs con nadie, excepto un par de borrachos y unos pocos locos que andan por aquì. Son cartas dirigidas al ilustrador de la primera ediciòn de El Cazador oculto, Michael Mitchell, quien con su mujer Beth fueron los màs entrañables amigos de este escritor de culto que hizo trizas esta relaciòn al negarse a dedicarles un autògrafo en la mìtica novela.
¿Què sombras perseguirìa Salinger que no fuera la propia? Sin duda, la màs oscura de todas.
30 de enero de 1993, en los ùltimos tramos del siglo XX, JD explicaba su decisiòn de no dedicar su libro a MM y su mujer B: "Una portada de un libro blanco revela mucho màs, en realidad, de nuestra amistad de a tres, que cualquier tipo de dedicatoria." Su comunicaciòn se transformó en el P.O. Box 32, de su residencia oculta, en New Hampshire, mimetizada en su olvido.
Las cartas de Salinger estàn expuestas como si fueran escritas por un profeta, un santo, un monje retirado en el màs allà. Allì reposan junto a la Biblia de Gutemberg, el sabio de la imprenta. ¿Estamos ante un iluminado, un santo o un hombre torturado por los efectos de una sociedad estùpida, enajenada y enajenante, verdaderamente esquizofrènica y psicòtica, la cual enfrentò con su autoaislamiento?
27 de diciembre de 1966, un tiempo largo visto ahora en el 2010, le dijo a MM: "Estoy trabajando en un material que me encanta, pero mi Dios, estoy tan lento, tan vacilante". "El truco es trabajar con la decepciòn, sin pestañear", se alentaba así mismo, quien para algunos trabajaba como un obrero enfundado en su traje de mecànico, un overol no sabemos de què color era, pero imaginamos su imagen frente a la nada como si una nave lo hubiese olvidado de recoger frente al bosque. ¿Se convertìa en humano, al reflejar sus dificultades frente a la escritura?. Son muchas las vigilias frente a la pàgina en blanco, hay que estar frente a ella, para saber de este drama. El largo silencio literario de JD, su incomunicaciòn con el mundo y las personas, abren un universo inèdito, que este manojo de cuatro cartas, de 11, que se exhibe en la Biblioteca Morgan de Nueva York, nos hablan algo màs de este enigmàtico personaje, calificado de tìmido, pero que no tuvo reparos en subrayar tajante e inequìvocamente que "El mundo es una porquerìa y se vuelve màs mierdoso a cada minuto que pasa" No se trata de que habla un hombre poco optimista, como algùn descubridor de talentos pudiera revelarnos al traducir estas palabras, sino de un escritor que habla con franqueza y hace justicia a su època. Franz Kafka, cuyas cartas a Felice, leo y repaso como un escolar esforzado, asombrado, còmplice, conmovido, interesado, lo supera en todas las lìneas del aislamiento. A JD, le interesaba Kafka, segùn se desprende de una de las misivas, porque discutiò sobre el checo con la prestigiosa crìtico irlandesa, Enid Satrkie, un 22 de mayo de 1951.
El autor de El Proceso, FK, se retrata una y mil veces en las cartas a Felice y huye de todo compromiso matrimonial. Huye de todo, menos de su literatura, aunque al final de sus dìas, le solicitarìa a su amigo y albacea, Max Brod, que quemara cualquier vestigio de su palabra inèdita. La solicitud era una manera de incinerarse asimismo, porque en Kafka, su existencia respondìa a su propia escritura, a los fantasmas màs ìntimos, subjetivos, contradictorios, letales, màgicos, extraordinariamente personales y reveladores de su palabra. Sobre todo se presenta como un escritor obsesionado, que respira literatura, y si no lo hiciera, dejarìa de vivir. Un hombre encadenado, dice Kafka, por cadenas invisibles a una invisible literatura. Sòlo la correspondencia con Felice, dice, le mantiene vivo. Kafka no necesitaba ir a un sepulturero para que le pusiera la làpida sobre la espalda cuando se define como un hombre enfermo, dèbil, insociable, taciturno, triste, rìgido, casi desprovisto de toda esperanza, "cuya tal vez ùnica virtud consiste en que te quiere". Su aislamiento estaba dentro de sì mismos: "Acabo de pasar una hora entera en compañìa con mi familia, con la intenciòn de librarme un poco de la soledad, pero no me he librado".Las cartas de Kafka parten de la raiz de su incapacidad por lo real, desde el mismo silencio, un esfuerzo titànico, conmovedor por comunicar sus necesidades, tormentos, la voz màs clara de su incomunicaciòn de lo imposible. El mismo decìa que si se le mirara por donde fuera posible, estaba desconectado de todo el mundo. Era como una pàgina en blanco de sì mismo por llenar y vaciar permanentemente. Las cartas suelen ser el ùltimo reducto de confidencialidad, asoman las palabras como pequeños volcanes contenidos, el iceberg que va levantando su rostro lentamente. Kafka y Felice Bauer se escribieron por cinco largos años y fue un perìodo de extrema fertilidad literaria para el checo. Esta comunicaciòn basada en el sueño y el amor, le permitiò a nuestro kafkiano personaje, escribir libros memorables como La metamorfosis, La condena y fragmentos importantes de Amèrica.
Kafka era un pacìfico deportista clavado en y con sus zapatillas en el punto de partida y la meta era una invisible telaraña.
Salinger, tiene una historia muy kafkiana, para nuestro tiempo. Pero existen grandes diferencias con el checo. Frente a la vida, fue un hombre de acciòn, aunque terminò recluyèndose en las ùltimas cuatro dècadas de su larga vida. y se casò en dos ocasiones, con la Dra. francesa Sylvia y Claire Dougles, aunque a partir de su amor con la joven aspirante a escritora Joyce Mainard y de ahì un par de docenas de jovencitas que buscaban la fama literaria, siguiò buscando en el jardìn de las bellas el amor que tenìa esa sensaciòn que deja el viento cuando pasa . Su hija Margaret Salinger, en su libro El Guardìàn de los sueños, revela algunas excentricidades de JDS, como el hecho que se bebìa sus orines y mantenìa secuestrada a su mamà. Kafka no consumò su prometido matrimonio con Felice y la gran causa era que sabía que le harìa infeliz por su personalidad aislacionista. Vivìa un profundo estado de respeto por la libertad, asumido inclusive contra sus intereses. ¿Tenìa un sentido ètico tan profundo de la vida, su amor a la palabra superaba al de la "carne"? Lo que se desprende de sus 500 cartas, es que se autocensuraba constamente, se disminuìa a sì mismo, se ubicaba en una situaciòn de "invalidez", y reiteraba que no era posible la consumaciòn de la vida cotidiana. FK resumìa su titànica tarea de la sobrevivencia, que en èl era un arte de lo imposible, cuando decìa que "con el despliegue de energìas que necesito para mantenerme con vida y no perder el juicio, hubiese podido construir las piràmides". Las cartas de K son de la mejor literatura y es uno de los màs notables alegatos contra sì mismo ante la mujer amada. "Càsate conmigo y lo lamentaràs; no te cases conmigo y lo lamentaràs igualmente." La màs formidable muralla dentro sì y fuera de sì. K y S, vivieron en otras circunstancias, otra època, otras vidas. Kafka muriò joven , a los 41 años, devorado por la tuberculosis y Salinger, 91 años, un hombre de dos siglos: el XX y el XXI, aunque fue el checo el que marcò el siglo pasado a Kafka y fuego. El hombre del siglo XX quedò retratado en su laberinto por FK.
JD estuvo a punto de emular a Kafka, relata en su carta del 16 de noviembre de 1962: "Providencialmente, la parte interior de mi estudio, donde guardaba el trabajo acumulado a lo largo de los años, se salvò del incendio que destruyò la mayor parte de la casa."
Las cartas le retratan con algo de pintoresquismo, por tratarse de una persona recluìda en su interior y que convirtiò su vida en un arte de la fuga de todo evento social, incluida la conversaciòn con sus semejantes. El 31 de mayo de 1979 decìa : "He tenido que tratar con dos universitarios del demonio que me fotografiaron para un pequeño diario delante del correo.¡por què no se van todos al infierno!", reclamaba. No se encontraba a gusto con el trato humano. Quizàs la guerra le dejò una honda huella irreparable. El final del Pez banana, su cuento estrella para algunos, nos revela algo de ello o mucho, la partida de todo mutiliado y herido espiritualmente por la guerra. ¿Ha tenido un hìgado grande, Salinger para ausentarse de un siglo que mostrò desde sus inicios la patologìa de la violencia o hizo mutis por el foro con una extraordinaria impotencia ante lo inevitable? Las cartas son pìldoras de la vida "desconocida" de Salinger. El plato de fondo, si existe, son sus escritos, aquellos que se negò a editar. Es su ùltima palabra y està por verse. No sabemos si quedò escrita y el valor de su contenido. Desde luego, cualquier texto serà considerado una joya del tiempo, una perla en el camino de este gran ausente..De Kafka, al menos, Max Brod recuperò obras fundamentales, como El Proceso, El Castillo, Amèrica.. El fantasma real de Kafka recorre el mundo desde que Max Brod abriò la caja de Pandora de los papeles inèditos del mundo kafkiano. ¿El checo no querìa heredarnos sus pesadillas? ¿El fuego purifica, pensò Kafka? ¿Humo y cenizas era su herencia? ¿Los sueños pertenecen a una memoria personal y no colectiva? Kafka reiteraba que su memoria era nula, probablemente vivìa en presente, y borraba todo futuro por inexplicable. ¿La realidad se le presentaba como ficciòn? ¿Para què dejar huellas de un pasado inexistente o heredar un futuro improbable? Lo cierto es que algunos de sus papeles aùn no encuentran reposo, en manos de herederas codiciosas, insensibles, verdaderas urracas de una de las peores pesadillas kafkianas, enfrentan ademàs la ambiciòn suprema de dos Estados que se sienten herederos del checo, mientras su patria real, pareciera no contar en este ejercicio de musculatura cultural..Todos somos herederos del mundo kafkiano. ¿Què dudas caben a estas alturas? El museo de palabras de K que algunos intentan conservar, forma parte del paisaje universal, se respira, està vivo.Kafka, recordemos sus palabras, no interesaba por la literatura, "yo estoy hecho de literatura"
Hasta tanto no leamos los escritos, se editen, divulguen, no sabremos de què estaba hecho y què hacia JD Salinger, despuès de su retiro definitivo, el silencio literario màs largo quizas del siglo XX. las cartas a su ilustrador y señora, nos insinùan que habìa un escritor detràs de esos pensamientos que seguìa trabajando diariamente.