sábado, junio 09, 2012

No se puede

No se puede
escribir de todo
y salir inmune.
El verbo,
no es ciego,
sordo,
ni mudo.
Rolando Gabrielli©2012

viernes, junio 08, 2012

¿El destino nerudiano de Parra?



"En 1970, Silvia Pinto le pregunta: “Y de Neruda, ¿es amigo, enemigo, desconocido, admirador?” El vate contesta: “No sería posible yo como poeta sin el antecedente de Neruda. Creo que no pasa un día sin que piense en él siete veces… Mira a la muchacha, casi de espaldas a él, sentada junto a la chimenea y corrige: “No, siete veces es mucho, digamos tres”. “La joven sonríe”. (“Nacional”, 14 de junio de 1970).
La fiesta parriana no estarìa completa  sin esta nueva cuadratura del antipoeta. Este premio es un lujo para el màs nerudiano de los antinerudianos y tambièn para la poesìa chilena, que no tiene lìmites entre el mar, la montaña y el desierto. Los premios son para disfrutarlos en vida y en plenas facultades mentales.  Nicanor Parra se recicla por segundos. ¿Es un fijo en el Derby de la poesìa?  Solo le falta, al autor de Versos de Salón, dinamitar la santa sede de Estocolmo y volar al Olimpo con el Nobel. Ganas no le faltan, aun tiene cuerda con sus 97 años, y ya guardó bajo el poncho recientemente el Cervantes.
Esta vez, Nicanor Parra, le ha arrastrado el poncho al propio Pablo Neruda, al obtener el emblemático  Premio Iberoamericano Pablo Neruda. La decisión de un  jurado variopinto, integrado por chilenos, un inglés, una argentina, un cubano, fue unánime.
El galardonado, muy ducho en esta materia, dijo: "No es la primera vez que me dan un premio que no merezco y espero que no sea la última. Me querellaré contra quienes resulten responsables".
Las razones de este nuevo reconocimiento, las dio el jurado: en la trayectoria de Parra y su aporte al enriquecimiento del lenguaje poético latinoamericano. También "por su humor, su ironía, su mirada infatigablemente crítica y por la extraordinaria diversidad de sus búsquedas como antipoeta, poeta visual y traductor"
Parra y su antipoesìa cierran un ciclo a tambor batiente, de casi sesenta años de renovaciòn poètica, en Chile y en lengua española, pero èl forma parte de un eje poderoso de la poètica chilena con Neruda, Huidobro, Mistral, De Rokha, Gonzalo Rojas, Rosamel Del Valle, Enrique Lihn, Jorge Teillier, Armando Uribe Arce, Oscar Hahn, Gonzalo Millàn y una serie de otros poetas vivos y muertos, que le han dado forma, contenido y sobre todo, lenguaje, personalidad, si se pudiera decir, a este gènero que solo las musas parecieran tener plena confianza en èl.
Desde Poemas y Antipoemas, 1954, Parra no dejò de sacarle la suerte a las palabras. Un vicio que supera a sus estudios de Mecànica Racional y Cosmologìa. No pudo abandonar esa manìa, compulsiòn, de arrojar  palabras al viento, sabiendo la existencia de los bumerang.
Segùn Parra, la  breva tiene cuesco y hay que  pedirle peras al olmo hasta que las de. Chile parecìa nombrado  por varios grandes poetas, alguien podrìa decir uno sòlo, y Parra armò su propia ruta, con Manifiestos, interrogantes, respuestas, crìticas permanentes, aparentes contradicciones, señales, y se fue adentrando en lo que considerò  tierra de nadie y de todos. Comprò su propio ticket para subir, compartir y conducir el gran carrusel de la poesìa chilena. Una buena  dosis de trasgresiòn anima la vida del antipoeta, sin eso no se podrìa explicar del todo su propuesta. Polemizò a muerte con Gonzalo Rojas por un puesto en la lìrica nacional y tàcitamente con Neruda en vida y muerte. Rojas y Parra son los dos poetas que  han tenido màs tiempo para enmendar la plana de su poètica y recorrer los dos siglos olìmpicamente. Las generaciones posteriores, los poetas post Parra, Rojas, Lihn, abandonaron la àcida polèmica entre pares. Lihn le llegò llamar a Millàn, el mudo, por su elocuente silencio, donde su poesìa no dejaba lugar a estridencias mayores, ni menores. Salvo pequeñas veleidades entre artistas, concursos, becas, viajes, oportunismos humanos, se acabaron los manifiestos, y la polèmica un tiempo la entronizò un narrador, Roberto Bolaño. Curiosamente un escritor del cìrculo y con materia prima de Parra, Lihn y Borges, tres polemistas y crìticos legendarios. En una especie de limbo, quedò flotando la sombra de Neruda, la ùltima vez la vi en las calles de Santiago, por allà por el año 1987.
Retirado de la ciudad y del escenario pùblico, más con visitantes, que encuentros con sus pares, en el encantador balneario de Las Cruces, un lugar que cura el corazòn de los enfermos, Parra atraviesa su propia historia, y con la sagacidad de un huaso choro, mantiene al tope la bandera de la anti-Poesìa, sus principios y fin, hasta donde de la cuerda del reloj de arena, entre Isla Negra y Cartagena.  Allí, en el epicentro poético nacional de la Cordillera de la Costa, donde yacen  Huidobro y Neruda, Parra le da cuerda al porvenir  y sigue proyectando la última ilusión y la imagen  de la antipoesía.
Fue en 1954 cuando Parra se ajustò el cinturòn y comenzò a volar, despegò y fue construyendo su propio camino,  esperò largos años, hacìa sombras en su propio laboratorio, jugaba con sus fòrmulas, llevaba una pesada carga, y si querìa subir, compartir la cima, con los pesos pesados de la poesìa chilena, tenìa que hacer otra cosa.
Los españoles intentaron por siglos poner sus picas en tierras mapuches, un esfuerzo titànico, sangriento, imposible,  pero  Alonso de Ercilla y Zùñiga si  escribiò la epopèyica  conquista en La Araucana, las primeras palabras de la poesìa chilena en idioma español. Es  aùn fuente de nuestros poetas y origen del origen de la palabra hispana en nuestra loca e irreductible geografìa. Despuès vinieron nuestros bardos, aedos, poetas, a contar nuestra historia, a reconocer y nombrar las cosas, a establecerse en el territorio como "dueños del idioma del conquistador".  ¿De la espada y la sangre vinieron las palabras?
Despuès vino el gran chorro de la poesìa chilena, con sus influencias ya dichas, conocidas, repetidas, pero una gran poesìa donde Parra està totalmente emparentado y responde ademàs a lo escrito por Neruda, su gran obsesiòn reconocida hasta el final de sus dìas. No habrìa Parra, sin Neruda, Huidobro, la Mistral, sin desconocer los mèritos personales del autor, que son muchos y de recursos variados a lo largo de su extraordinario y obsesivo viaje por la palabra y la vida. La genialidad parriana es de Parra, humor, lo popular, el mundo sicològico, social, amoroso, polìtico, de sus personajes, es  propiedad registrada del autor. Parra me hablaba en el Pedagògico de la Universidad de Chile de sus lecturas de Aristòfanes y proximidades, acercamientos con los beatniks de Ginsberg. La lista es numerosa, variada, va de la antigua Grecia al medioevo, la España de Quevedo, Becquer, Lorca,  Whitman, Pound, Eliot hasta Kafka y Chaplin,  el desvalido Carlos Pezoa Vèliz, con nombre de puntero izquierdo del Wanders de Valparaìso. Dijo que su maestro era Huidobro. ¿La antipoesìa se alimenta del viento de todas las voces posibles? ¿Poesìa camaleònica? No podemos olvidar al Arcipreste de Hita ni a Bocaccio, Parra encuentra su propio Tarot y lo juega. ¿En  este amplio universo y naipe mayor de la poesìa, siempre ha estado la carta de Neruda?
Parra se puso a conversar y a escuchar a los ciervos de la gleba poètica y popular, un poeta que oìa atentamente, tomaba nota y confrontaba sus sueños con la realidad y aùn asì intercambiaba dudas durante sus insomnios.  El antipoema de Parra no es un poema disfrazado de poesìa, es una nueva retòrica, de alguien que le pide màs a lo nuevo, a los cambios que se producen necesariamente en un gènero, renovaciòn, sin apartarse de todas sus coordenadas, pero ascendiendo  escalones inéditos.
Sin obsesiòn no hay Arte, pienso en Leonardo y su Gioconda que la hacemos pasar por la Monalisa o viceversa, ese diminuto cuadro, que nunca abandonò, ni se deshizo, a pesar de sus mùltiples grandes invenciones, la Divina permanecìa cerca de sus manos y corazòn, viajaba con Da Vinci como una verdadera amante. No digamos Picasso, que se devoraba sus propios òleos convertidos en carne.  Parra busca su propia aguja en el pajar dentro de la poesìa chilena y  de una manera obsesiva comienza  a construir su Obra Gruesa. ¿Echar unos cimientos nuevos y arrancar por los palos? ¿Escribe como el último condenado de la tierra? Yo lo vì entre la razòn y la desesperaciòn, con una gula verbal incontenible. No cupo dudas en 1954, despuès de un largo silencio de un aparente acto fallido, Parra volvìa para quedarse, venìa con todo, como un cohete disparado a la luna, màs que afinar la punta del làpiz, los filos y contrafilos de la antipoesìa, que es pura cotidianidad, pescar con red y colar palabras a su manera, peces del ying y del yang. 
Todos sabemos que la diversidad poètica en  Chile no es poca cosa, vasta con leer a Waldo Rojas dede sus propias inefablebidades a Millàn,  Silva, Hahn,  Cuevas, Zurita,  y un abanico mucho màs grande que el viento  que vemos soplar. No todo es el contrapunto parriano-nerudiano, serìa faltarle el respeto a la palabra, al lenguaje, a la poesìa chilena del siglo XX y de lo que va del XXI, a lo que hicieron Huidobro, la Mistral, De Rokha, Gonzalo Rojas, los Rubio, Lihn, Teillier, Rosamel del Valle (voy repitiendo nombres que  he dicho una y otra vez), Dìaz Casanueva, Arteche,  Uribe Arce, Barquero, Anguita,  Hahn, y no sè cuantos màs. Y aquellos que crearon atmòsferas, hicieron grandes poemas, trabajaron una palabra a la intemperie que habrà que recoger y estudiar. La Violeta que puso mùsica  a su poesìa popular, siguiò su propio instinto.
De este largo camino que es la poesía, lo que se desprende a ojo de buen cubero, es que todo poeta que se respete debe hacer  su propio camino. Hay libros, tìtulos emblemàticos en este ejercicio chileno, las Residencias nerudianas, grandes fragmentos del Canto General, las Odas elementalesAltazor, Tala,  Contra la muerte, Poemas y antipoemas, Greda vasija, Para àngeles y gorriones,   La Pieza Oscura, , Archivo expiatorio,  Lobos y ovejas, y Relaciòn Personal, entre otros libros, no tan personales. De la potencia verbal y permanencia en el tiempo, las Residencias nerudianas, parecen hacer coincidir las opiniones màs crìticas  sobre la obra nerudiana, partiendo por Enrique Lihn, Bolaño, el propio Parra y aùn Gonzalo Rojas. En lo personal me quedo con las Residencias como el libro màs total de la poesìa chilena. Nadie me ha pedido que llegue a estas conclusiones, dentro de un texto dedicado a Parra, pero hablamos de toda la poesìa chilena o de ninguna.
Sin embargo, la obra de un autor es su poètica, no sòlo un libro, aunque hay escritores que sòlo con unos cuantos poemas han pasado a la historia. La poesìa chilena es la obra de muchos autores, esa es su principal riqueza, la dura roca silenciosa, el rìo caudaloso, las pavimentadas ciudades, los cerros, la catedràtica metafísica de las palabras, los ingenuos orificios  de las a, o, e, todas las vocales de Rimbaud, y esta cotidianidad sin paraìso de Nicanor Parra.
Este premio conmemora casi 60 años de bùsqueda de Parra, porque la poesìa no tiene una sola puerta de entrada. El mundo mediàtico de la poesìa, debiera  estimular a los lectores a leer las obras de los autores y creo que esta bonanza, racha de premios del antipoeta, le hace bien, en primer lugar a la poesìa chilena, y tambièn a la latinoamericana y de habla española. La poesìa  casi no tiene  tribuna editorial y algunos paìses han tenido que recurrir a los Festivales pùblicos poèticos, como se hacìa antiguamente, para llegar a los lectores. En el Chile de Pinochet, Parra abriò su propia carpa y la cerrò un fuego intencionado que no alcanzò la palabra. No eran dìas recomendables  para la poesìa ni ninguna otra palabra que no fueran escritas en los benditos Bandos Militares, una suerte de oscuros poemas medievales que daba a conocer  de viva voz la ùnica voz autorizada de la autoridad.
Me sumo a las voces vivas y muertas/el mejor poema mañana/palabra encriptada en la palabra/alegre, divertida, oscura, desconocida/Si hay tiempo para la memoria/el presente es/a todas luces/futuro. Rolando Gabrielli©2012


miércoles, junio 06, 2012

Bradbury viajò a Marte


Danny Karapetian, tiene nombre de personaje de Marte y esta mañana me enteré por él, que su abuelo, llamado Ray Bradbury, viajó finalmente a Marte, como era su deseo, reposar para siempre en su planeta favorito. Lo dijo en una de sus declaraciones, cuando vivía en la tierra, porque Ray Bradbury, maestro de la ficción poética, nostálgica y futurista partió hoy a los 91 años, pero su imaginación ha quedado intacta en sus grandiosos libros.
Seguramente tenìa preparado un cohete en alguna de las calles de Los Àngeles para dirigirse a descansar para siempre, su adorado planeta rojo, lleno  de esperanza y alejado del torturante mercado global, mediàtico y rampante consumismo. Exento de las pobres guerras humanas y libre de libertad.
Todo ocurrió  tal vez en Los Ángeles hoy, como en enero de 1999 y la atmósfera la describió el propio Ray Bradbury en sus famosas Crónicas Marcianas en 1950, en el breve relato, El verano del cohete,  que abre uno de sus libros más enigmáticos y sorprendentes. No sé si habríamos de recordarlo, quizás  su  intención sólo fue desaparecer, como  llegó al mundo, sin más valija que sus propias palabras ya escritas para que siguiéramos soñando con aventuras y conquistas de otros mundos, como de nosotros mismos.
Siempre me dio la impresión que  era un hombre discreto, no veía televisión cuando la caja idiota vivía  el esplendor de todo nacimiento, él, como autodidacta se había hecho en las bibliotecas públicas  de Nueva York, ahí, leyendo, se formó, educó y transformó en el gran escritor que siempre fue. Nunca se identificó con Internet y expresó su adhesión total al libro impreso. En Farenheit 451 nos hizo una severa adevertencia sobre la quema de libros, tan proclive en las dictaduras. Tiempo despuès advirtiò algo que ocurre en nuestros tiempos, ya no hace falta quemar libros, se le està enseñando a la gente a no leerlos.
Periódicos como el New York Time, ya lo dieron por muerto, recogieron los hechos, dirán ellos, sus famosos investigadores y se apuraron en difundir la noticia a primera hora, tan pronto el nieto la dio a conocer a través de la voz de ese pajarito cibernético que no para de tuitear. Ray Bradbury ya había volado a otros mundos, ese era su principio  y fin, lo desconocido por conocer y ver con sus ojos algún día. Su literatura simplemente es fantástica y sus famosas Crónicas Marcianas, están en el Polo Norte de Marte desde el 2007, cuando la nave Phoenix de la NASA las depositó en su superficie. Èl nunca aprendiò a manejar un automòvil, ni se idiotizò por las màquinas ni aparatitos.
En una de sus últimas aventuras por la tierra, un día cuando leyó en un periódico que estaban cerrando una de las bibliotecas donde él devoraba libros, pidió que le subieran  sus libros a su vehículo y a él en su silla de ruedas  para visitar el lugar. Como un marciano, apareció el patriarca de la ficción,- el fantàstico Ray- y comenzó el rescate, firmaba y vendía sus increíbles historias, que he recomendado a lo largo de décadas, hasta que  la biblioteca reunió los fondos necesarios para ser reabierta.
Pareciera ser que Bradbury nunca se dejó impresionar por la realidad ni los obstáculos, lo suyo era el más allá, sin perder de vista el más acá, el hombre con sus conflictos perennes, las guerras, su aniquilamiento, la conquista de nuevos mundos y según Borges, en su prólogo a estas Crónicas, el genio del hombre de Illinois, como le llama, ha puesto sus largos domingos vacíos, su tedio americano, su soledad, la experiencia de un largo tiempo vivido, cuyo norte siempre fue el futuro.
Jorge Luis Borges, un adelantado en los temas fantásticos y de la literatura anglosajona en Amèrica latina, lo descubriò y lo  prologò en los años 50 , cuando aùn veìa màs allà  de sus futuras tinieblas su propio futuro y  se preguntò en pleno Buenos Aires: ¿Còmo pueden tocarme estas fantasìas y de una manera tan ìntima? Toda literatura (me atrevo a contestar) es simbòlica; hay unas pocas experiencias fundamentales y es  indiferente que un escritor, para transmitirlas recurra a lo "fantàstico" o a lo "real", a Macbeth o a Raskolnikov, a la invasiòn de Bélgica en agosto de 1914 o  a una invasiòn a Marte. ¿Què importa la novela o la novelerìa, de la science-fiction?, se cuestionaba el autor de Aleph. Habìa  descubierto una  literatura clàsica recreada en una poètica del espanto, del terror metafìsico, de la luminosidad de las palabras y de un profundo humanismo. Y recordaba sus lecturas de Wells, las compara finalmente con esos dìas de  deleitable terror. Sí, un terror fantástico.
Bradbury conociò muy bien su paìs, el alma individual, las pasiones colectivas, la idiosincracia norteamericana, y las Crònicas marcianas, son un obra maestra de una realidad transplantada, visionaria, una suerte de cosmovisiòn cotidiana dramàtica y poèticamente lograda.
Atesora los elementos sustanciales de la vida, y nos conmueve como si la solemnidad de la muerte fuera un pasajero inùtil, intangible.
He vuelto a releer  Crònicas marcianas para seguir viajando y viviendo el mundo de Bradbury, dibujado hace màs de medio siglo y es tan asombrosamente fantàstico como real.
Si alguien me preguntara que pienso de este libro, dirìa que es fantàstico, una poètica que ficciona el ùltimo grano de arena de la imaginaciòn al servicio de una nueva realidad que se reescribe.


martes, junio 05, 2012

Kim Phuc

Horror,
dame la mano,
suframos juntos,
el espanto,
la miseria humana.
Fragancia del napalm,
el fòsforo quema y arde
la conciencia del fuego.
Las bombas estallan, 
de maravillosos pùrpuras,
amarillos, el horror quema.
La muerte del enemigo es bella,
santa en el templo Cao Dai,
una aldea de arroz
incinera la luz y la vida.
El arroz no volverà a crecer
y el horror tendrà hijos bellos
al otro lado de la muerte.
¿Dónde estaba el ojo de Dios?
Rolando Gabrielli©2012


Uno se vuelve


Uno se vuelve a preguntar
en el poema,
¿quièn eres tù, palabra?
No ha pasado nada
en la odisea del poema,
sòlo un viaje, sòlo un viaje.
Rolando Gabrielli©2012

lunes, junio 04, 2012

No olvides


No olvides,
es el gusano
quien deja volar
a la mariposa.
Rolando Gabrielli©2012