sábado, mayo 03, 2008
viernes, mayo 02, 2008
Fecha
Es mi pasado, fecha
horas de un presente muerto
frente al portal de buganvillas
el verano arrastra pajas secas
detràs del muro
como si fueran memoria
las lentas hojas dan vuelta
no deja de sonar el telèfono
los grillos de la tarde
pertenecen a un tiempo sin nombre
hablan otro idioma en el patio de la casa
no sé mañana que respuesta
pero habrà otro día
y el sol repetirà su luz,
es verano.
Rolando Gabrielli ©2008
jueves, mayo 01, 2008
Teoría del poema
miércoles, abril 30, 2008
UTOPIA
martes, abril 29, 2008
LA LLAMADA
Rolando Gabrielli©2008
lunes, abril 28, 2008
CAMPO DE AMARTE
Manuel Siva Acevedo amigo y poeta de los años sesenta y tantos de un Santiago que dormía la siesta, bucólico, romántico, y en la juventud feroz de aquellos días, es quien escribió este libro años más tarde y lo intercambió por uno mío hace un año en la Feria de Bogotá. La ceremonia en un teatro fue simple, me regaló Campo de Amarte y se llevó: Entre paréntesis, amor. Dos cuerdas para distintas guitarras de un mismo movil: el amor. Estábamos sobre un escenario, donde ya los poetas habían leído y un presentador realizado un show. Nos fuimos cada uno para su ningún lugar hasta hoy día.
Un domingo de tarde tibia, detenida en los rayos de luz que iluminan la sala, me entretengo con la portada de Marc Chagall, donde el amor pareciera danzar sobre si mismo, un gesto cotidiano que acompaña un ramo de flores en las manos de una mujer que busca la boca de su amado y viceversa. La portada, de estos peces, sin agua, más bien parecieran venir de unas sombras, porque se le ha quitado la pintura (el color) al cuadro original de Chagall: El cumpleaños. La pintura de Chagall está llena de detalles, colorido, una alfombra roja que cierra la superficie inferior del cuadro, inocencia, que no tienen los poemas de Manuel Silva Acevedo. No es una crítica, sino una acotación, de forma y contenido, en este caso, lo gráfico y la palabra. El amor, el sexo duro, la pasión, el erotismo, son viejos, eternos, inacabados temas de la poesía, de la literatura y del arte en general.
Safo, 630 años A.C., para no ir màs lejos, que la cercanía de la misma carne en la palabra, allà en la Isla de Lesbos, escribe del amor en primera persona, habla de su pèrdida a su ausencia. (Soledad a Media Noche/Se han puesto ya la luna y las pléyades. Es media noche. Pasa el tiempo. Y yo sigo durmiendo sola.) Catulo, que inspiró a Ernesto Cardenal, tambièn le cantò al amor con despecho de sal en la herida que el mismo curó... ni vayas tras quien huye, ni vivas desgraciado, sino que, duro el ánimo, tente firme. No sientas. Adiós muchacha, Catulo ya no siente. Pues que no lo deseas, ya no te irá a buscar ni te hará ruegos, pero tú sufrirás cuando nadie te ruegue. De estos versos antiguos viene este poema de Cardenal:
Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido:
yo, porque tú eras lo que yo más amaba,
y tú, porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos, tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti,
pero a ti nadie te amará como te amaba yo.
Muchachas que algún día leaís emocionadas estos versos
Y soñéis con un poeta
Sabed que yo los hice para una como vosotras
y que fue en vano.
Y Francesco de Petrarca pasado el 1300, dijo a su Laura:
Si no es amor, ¿qué esto que yo siento?
mas si no es amor, por Dios, ¿qué cosa y cual?
Si es buena, ¿por qué es áspera y mortal?
si mala, ¿por qué es dulce su tormento
Feliciano me adora y le aborrezco; Lisardo me aborrece y yo le adoro; por quien no me apetece ingrato, lloro, y al que me llora tierno, no apetezco: a quien más me desdora, el alma ofrezco; a quien me ofrece víctimas, desdoro; desprecio al que enriquece mi decoro y al que le hace desprecios enriquezco; si con mi ofensa al uno reconvengo, me reconviene el otro a mí ofendido y al padecer de todos modos vengo; pues ambos atormentan mi sentido; aquéste con pedir lo que no tengo y aquél con no tener lo que le pido.
Es muy larga la cuerda del amor en poesía, amplio su abanico, vastìsimo, complejo, diverso, sorprendente, duro, placentero, y contradictorio, su camino. Un pozo oscuro bajo la luna, el amor crece y agita. Y Skakespeare, el padre de tanta poesía amorosa y tragedia, nos recuerda: Si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer, no has amado. Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras. Y Oscar Wilde es autor de esta vieja y repetida frase: Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas. Pessoa : Amo como ama el amor. No conozco otra razón para amar que amarte. ¿Qué quieres que te diga además de que te amo, si lo que quiero decirte es que te amo".
domingo, abril 27, 2008
¿La tonada chilena de Bolaño en Buenos Aires?
Estuvo presente, también, en la Feria, pero sin mucho éxito. Al “Homenaje a Roberto Bolaño” apenas asistió un puñado de personas, y la mayoría –por la tonada– eran chilenos.
En el video, uno de los presentadores se niega a explicar la razón que justifica el gran boom de popularidad de su compatriota novelista".
por Andrés Gómez BravoLa Tercera, 07.10.2006
Ex boxeador y camionero, León Bolaño es el padre del autor de Los Detectives Salvajes. Desde México, donde se radicó en 1968, habla por primera vez en forma pública de su primogénito: narra el reencuentro en Madrid en 2001, tras dos décadas sin verse ni hablar, y asegura que le heredó "la firmeza" de carácter.
Útimos Atardeceres sobre la Tierra se titula el cuento y es de los mejores de Roberto Bolaño. Parte así: "B y el padre de B salen de vacaciones a Acapulco (...). El coche del padre de B es un Ford Mustang del 70. A las seis y media de la mañana suben al coche y comienzan a salir de la ciudad. La ciudad es México Distrito Federal, y el año en que B y su padre abandonan el DF por unas cortas vacaciones es el año de 1975". El cuento narra las últimas vacaciones que B y su padre pasaron juntos. Y -como toda la obra de Bolaño- es una mezcla de memoria y ficción.
Dos años después de ese viaje, Bolaño -o B- partió a Europa. Recorrió Francia y el norte de África. Se radicó en España y se convirtió en escritor. Veinte años más tarde recibió un telegrama desde México. "Comunícate urgente", decía, y llevaba un número telefónico. B temió lo peor. Era de noche cuando marcó. "Bueeeno", respondieron del otro lado. "¡Papá! -exclamó-. Pensé que te habías muerto".
No es ficción: durante dos décadas Roberto Bolaño y su padre, León, no se vieron. Tampoco se hablaron. Bolaño publicó sus primeros libros, ganó premios, se hizo conocido en el continente..., y su padre no tenía idea. "La distancia y el trabajo lo absorben a uno", explica hoy León Bolaño. Ex boxeador y camionero, el padre de B reside en Querétaro, donde dirige la empresa de transportes El Chileno. "No me enteré de sus libros hasta que unos parientes me dijeron y mi hijo León Enrique comenzó a sacar datos de internet", cuenta a través del teléfono.
León Enrique es el mayor de los hijos del segundo matrimonio del señor Bolaño y, a diferencia de Roberto, se dedica a la política (fue secretario del Ayuntamiento de Querétaro por el PAN, el partido de Vicente Fox y Felipe Calderón, Presidente electo de México).
"León Enrique se puso en comunicación con Roberto. Me alegró mucho. Estuvimos conversando horas. Allá (en España) eran como las dos de la mañana", recuerda el patriarca del clan.
Su hijo León Enrique consiguió los libros de Roberto. Y don León empezó a leerlos. Y entre las páginas de Putas Asesinas encontró el cuento de sus últimas vacaciones juntos. "Imagínate, paisano, me emocioné mucho, mucho. Fue así, igualito como él lo cuenta".En la carreteraLeón Bolaño nació en Los Ángeles, Chile, hace 8o años. Entró a la marina, pero no era un tipo para seguir órdenes: "No me gustaba que me mandaran. Y me retiré". De todos modos, su paso por los grumetes no fue en vano: aprendió a boxear y fue campeón peso pesado en el sur. Después conoció a la profesora Victoria Ávalos y se casó. En 1953 nació Roberto y un año después su hermana María Salomé. "Dejé el boxeo, compré un camión y nos fuimos a Valparaíso", relata.
Vivieron en Viña y Quilpué, donde el niño Bolaño jugaba a los vaqueros. Tenía un caballo, el Zafarrancho, que luego recordaría en el cuento Últimos Atardeceres... "Era un caballo que traje de Magallanes -dice don León-. Fue una odisea, imagínate, paisano. En Ouilpué teníamos una quinta y a Roberto le gustaba montar. El caballo era su regalón".
Por entonces el futuro novelista empezaba ya su vida aventurera, en el camión del papá. "Una vez íbamos de Valparaíso a La Serena y pasadito Calera se me reventó la bomba inyectora. Quedamos en medio de la nada. Era el año '62 y el tránsito era muy difícil. Pero ahí las barajamos". El camión cargaba sacos de harina y, según don León, consiguieron que les hicieran pan en una casa del sector. "Sobrevivimos cuatro días hasta que llegó el mecánico".
La familia regresó a Los Angeles y Roberto comenzó a revelar su carácter, atestigua el papá. "Era de los que contradecían a los maestros. Lo tenían entre ceja y ceja, jajaja. A veces íbamos a comprar víveres y él me decía 'papá, mientras tú compras yo voy a ver libros'. Leía tanto... siempre fue así".
La pasión por la lectura, testimonia, era herencia Avalos: "Su mamá era muy lectora, de ahí yo creo que le venía. Yo no, yo soy un hombre de acción". Y como tal, dice, le heredó otra cosa: "La firmeza. Mi hijo no se dejaba dominar por nadie".
En 1968 el clan partió a México. En el D.F. el matrimonio Bolaño Ávalos se separó y en 1973 Roberto viajó a Chile entusiasmado con la Unidad Popular. Pero llegó cuando el golpe era inminente. Fue detenido en Concepción y salió gracias a dos ex compañeros de liceo.Mal de amorDe vuelta en México, Bolaño se dedicó de lleno a la literatura. "Llegaba de reuniones con amigos y empezaba a escribir, escribir y fumar", dice don León. A mediados de los 70, la familia se separó para siempre: Victoria Ávalos y María Salomé viajaron a España.Por entonces Roberto estaba de novio con Lisa Johnson, una joven poeta norteamericana. "Vivieron juntos, pero la madre de ella los separó. 'Qué ganas con un escritor que no tiene nada', le decía. Quedó muy mal. No dormía, estaba muy enamorado y pensó matarse. Lo convencí de que matarse por una mujer es una pendejada".Bolaño se marchó a Europa. Y el padre formó otra familia.Llamadas telefónicasAl principio, Roberto escribía a su papá, dice el hermanastro León Enrique. A veces, en el tiempo de mayor pobreza, le pedía dinero. "Pero una vez le pidió una cantidad fuerte y le dijo 'como adelanto de mi herencia'. Y eso indignó a mi papá. 'Este cabrón piensa que ya me voy a morir', le dijo a mi mamá. Le mandó el dinero, pero nunca más le habló".Y así pasaron 22 años. Hasta que León Enrique envió el cable a Blanes, el año 2000, y Roberto llamó a México. "Y toda la bronca quedó en el olvido". Al año siguiente, Bolaño y su padre se reunieron en Madrid. Fue un encuentro lindo, recuerda don León. "Pero lo hallé demacrado. Se tomó como 20 pastillas en la comida. Quedó de venir a México, pero quería terminar la novela".
Por entonces Roberto trabajaba en 2666 y ya padecía la insuficiencia hepática que le produjo la muerte. León Enrique siguió en contacto con él por mail. "Yo le decía 'por qué no vienes a ver a mi papá, quién sabe cuánto va a vivir', y él me decía que tenía un viaje pendiente y que lo tenía suspendido por una cuestión de salud. Yo pensaba 'no mames, cabrón, yo haría el viaje igual'. Nunca me platicó lo grave que estaba".
Su muerte los tomó por sorpresa: se enteraron por casualidad dos días después. Don León llamó a Blanes y Carolina López -la viuda- le dio la mala nueva. "Ay, este muchacho", dice hoy el padre. "Se mató por esa novela. Casi no dormía, era una obsesión. Me apena acordarme, paisano".
Pese a los años de separación, don León dice que Roberto era su orgullo. "Fue algo grande mi hijo. Lástima que la vida se le truncó tan pronto".