Paul Auster murió en casa, en una habitación que le encantaba, la biblioteca, con libros en todas las paredes desde el suelo hasta el techo, pero también con altas ventanas que dejaban entrar la luz. Murió con nosotros, su familia a su alrededor, el 30 de abril de 2024 a las 18:58
. Así reveló, Siri Hustvedt los últimos momentos de quien fue su esposo desde 1981.
Fiume tiene sus
rutinas como cualquier mortal, hacer sus ejercicios para sobrellevar los
dolores del cuerpo, revisar la prensa, poner en alerta sus cinco sentidos para
iniciar el día a plena capacidad neuronal. Los acontecimientos locales y
mundiales superan la ficción, puede salir el sol a plenitud, brillar con un
cielo despejado, pero la humanidad está en un permanente parto de
acontecimientos y guerras.
El día de ayer pareciera trasplantado en el de hoy,
pero siempre suceden hechos relevantes,
que llaman la atención más que otros por
su intensidad y carga emotiva. Superando los
habituales Fake News, este blog y Fiume hacen un alto, un minuto de
silencio por la desaparición física de Paul Auster, un novelista, guionista,
ensayista neoyorkino reconocido y querido en todos los continentes.
Fiume, aislado en el tiempo, sobreviviente de Limbo
city, abierto a los caminos de la vida, nunca leyó a Paul Auster y lo lamenta
porque los temas de sus novelas son
también sus temas. Incomprensible no haberse encontrado en las lecturas de Paul,
pero una vida a la intemperie, sin entorno, a capela, caminado en un desierto
verde de la nada, donde la palabra es una mera mercancía, Fiume se cruza de
brazos y concluye que se hace lo que se puede, una respuesta y explicación
mediocre, tal vez, pero real. Antes de estas confesiones, Fiume busco en su
memoria, luego biblioteca un libro de Paul Auster y no lo encontró. Así pasó en
estos días, creyéndose justificado, pero el autor se resistió, al parecer, no
le dio el gusto de acercarse a su tapa, contratapa, al menos.
Fiume es un admirador de una ciudad que desconoce,
Nueva York, y digo esto porque yo a él lo conozco bien y se de su devoción, y
como vuelve a lecturas vinculadas con la city: A partir de Manhattan del
poeta Lihn y Poeta en NuevaYork de Federico García Lorca, entre otras
pistas que nos llevan a su obsesión por NY.
New York era el personaje principal de
la obra de Auster, el azar, el amor, la vida a la intemperie, obsesiones también de Fiume, aunque Auster
vivía en la city que era su materia prima y lo de Fiume, así, lo decía, era una
ilusión, un sueño, una metáfora en su vida, la perfecta utopía. Fiume no vive tan lejos de NY, conoce gente que viaja a la ciudad de Whitman, donde estudió Federico García Lorca y donde Woody Allen filmó sus mejores películas. Conoce a un pintor que vive en NY, pero nunca nadie le ha dicho, ven a Nueva York, te la voy a mostrar más allá de la postal y nos tomaremos un café en el Central Park, en las proximidades donde un desquiciado mató a John Lennon.
Park Slope, el barrio de Paul AusterPaul Auster no requiere una carta de presentación, tal vez Fiume piense que para él, si. Fue traducido a 40 idiomas y lo más importante, tuvo el aval de sus lectores, la felicidad de vivir el amor y el éxito de su pasión literaria. Una vida íntegra para un escritor buena persona que vivió su tiempo de manera limpia y generosa. Asi piensa Fiume después de leer una serie de notas sobre el autor, detenerse en el alma de las palabras, bucear en algunas anécdotas, viajar hacia los días en que comienza y se decide a ser escritor. Fiume se va adentrando en el personaje y se lo imagina en el acto de la escritura, pasión de las palabras, en plena vitalidad, disponiendo de verbos y sustantivos,en Brooklyn, allí donde vivía, escribía, soñaba, amaba, en Park Slope. Woody Allen, piensa Fiume, cree recordar, paseaba con sus personajes por esas calles, y de ahí puede venir más que algún recuerdo, una atmósfera, una rara sensación de un lugar conocido, algo que solo el cine pareciera poder instalar en la memoria.
Fiume se queda como suspendido en el aire de las imágenes que va soplando el viento como las hojas de un otoño rejuvenecido por el tiempo y los buenos deseos. Nadie lo conocía mejor que su esposa Siri Hustvedt, quien dijo estas últimas palabras que compartimos en silencio: como su testigo, amiga, amante, colega escritora y primera lectora (como él lo fue mío), sólo puedo decir que escribía desde las profundidades del sentimiento, desde los espacios de ensueño donde nacen, se desarrollan y terminan los grandes libros. No son los espacios de las convenciones prescritas, de las novelas y memorias que salen de los departamentos de escritura creativa de las universidades de Estados Unidos
.
Gracias Paul, Fiume.
Rolando Gabrielli2024