El fútbol se hizo, quizás,
el autogol más grande de su historia: dejar
morir a Diego Armando Maradona, el Gardel del fútbol argentino. Hijo de
la genialidad y de la pobreza, el pibe, el Pelusa inolvidable de Villa Fiorito, enluta
con su partida a la más alta expresión del fútbol mundial, y desde luego, a su
amada Argentina, a su gloriosa camiseta, la albiceleste, que llenó de gloria y paseó
con orgullo por los estadios del mundo.
Un cebollita que creció como el Obelisco porteño y tocó el Olimpo con la
gracia de su cabeza y pies, un talento para brillar entre las multitudes, que
no dejaron de ovacionarle y que despedirán con respeto, tristeza y
agradecimiento a su fantástico 10.
Los ídolos viajan por generaciones en la memoria de los pueblos, no mueren, y no es una frase, se
convierten en leyenda, siguen jugando, llenando de alegría nuestros corazones y quedan para siempre en
el recuerdo y la historia, porque ellos hacen la historia.
Cuando se apaga de improviso una estrella que dio tantas alegrías a su país, a millones, vivimos momentos más oscuros, tienen tanta energía y luz estos astros, que nos dejan a tientas con su partida. La vida es un cometa, fugaz, como la palabra adiós, aunque el espíritu sigue haciendo su trabajo en el más allá.
Diego Armando Maradona era mito en vida en un país donde el fútbol es
una religión. El Papa argentino Francisco, es un hincha del San Lorenzo de
Almagro y en Argentina existe una segunda lengua, que es el fútbol y se habla en la mesa diaria, los
asados, estadios, en el Congreso y desde la propia presidencia de la república, y
no distingue razas, géneros, ni clases sociales.
Maradona abrió las puertas del cielo a
toda una generación de argentinos y a los amantes del fútbol en cualquier estadio del mundo. El 10 nos
enseñó coraje, pasión, belleza, fantasía, alegría, actitud, orgullo, valentía,
amor incondicional por un deporte que es pasión de multitudes.
Todo parecía estar contenido en
esa gambeta prodigiosa con que se desplazaba en la cancha y encaraba las
defensas y los arqueros, su temida y fantástica zurda, que hizo estallar los estadios una y otra vez.
8 comentarios:
"Es preciso tener todavía caos dentro de sí para poder dar luz a una estrella danzarina". Friederich Nietzsche.
D10S ha muerto.
Gracias, Rolando, lo publiqué hoy mismo por ser una noticia tan fresca (y porque de casualidad me alcanzaba el tiempo hoy, jejeje).
Creo que en los casi 25 años de Letralia eres el único autor que ha publicado dos veces el mismo día.
Muy lindo artículo que lo representa. Sin duda tocó el corazón de la gente, un mundo avido de gente genuina, aún con sus locuras, lealtad a su camiseta, la pelota no se mancha, una metáfora donde lo singular de su sufrimiento puede ponerse al costado y no generalizar, una metáfora en clave pueblo, en perspectiva de hincha de fútbol. Sólo para entendidos de corazón abierto. Gracias por lo dado, ni más ni menos , que su don de salir a la cancha y dejarlo todo.M
Acertado dejarlo descansar junto a sus padres, lo más genuino, el amor más sincero. Lo demás es el misterio y la esperanza de la Jerusalén del cielo, dirían los teólogos. En lo terreno dejo muchas alegrías para un futbol desde la camiseta y no desde la corporación. La vida continúa, el viento sigue su curso en los árboles, la mañana se despierta esplendorosa por el campo. Mientras hay vida todo se mueve y tiembla en la energía de la naturaleza. Adelante
Ojo con el plagio, uno envía sus textos y de repente aparecen en otros artículos, la desesperación por anticipar noticias, o pensamientos es voraz, la inmediatez, quiero ya, algo sobre esto. El Periodismo trabaja en esas urgencias y allí la información se tergiversa, no así el texto periodístico literario tiene algunas libertades. Etica y responsabilidad se perdieron en el bosque.
Tal cual, un tipo tocado por un destino y por un talento en el juego, no le perdonan que haya nacido en fiorito.
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