Viaja la tierra y la circunda el mar,
esta tierra tan dispersa en este mar tan misterioso.
si ella cambia de lugar, su voracidad nos acompaña sin descanso,
si nos alejamos de él, sigue resonando en nosotros.Rolando Cárdenas, chileno, nacido en Punta Arenas. (Poemas Migratorios)
De La Patagonia podría decir, es la inmensidad de un sueño. No hay extensión más inalcanzable que la lejanía. Empujar el motor del tiempo y rodar. No hay límite en el límite, donde el Sur arrastra el fin del mundo. ¿Es una Cruz, el Sur? Bosques de lenga, cohiue, roble, ciprés, Araucaria, el principio del fin en una carretera, el tiempo es un fósil a punto de descubrir su pasado y el mañana existe detrás de un acantilado. Es inútil una ventana para dejar caer el paisaje. Y se aproxima el presente de alguna manera, cuando me llama una voz que no conozco. El trigo podría asomar su cabeza dorada, y el tiempo no se detendría. ¿Habrá pasto este invierno para las ovejas descarriadas? La noche crece en La Patagonia, como el mar, y el tiempo multiplica los relojes. El paisaje se reinventa, como los ojos que lo ven y extienden el blanco mantel cada mañana. Es un retorno al inicio, al principio de lo inacabado, donde el tiempo vuelve a inaugurarse. La Patagonia es una sola: inmensamente chilena, inmensamente argentina, únicamente chileno-argentina, siempre argentina, siempre chilena, Sur, Sur, engranaje de sus pétalos, de la vida que la nace y toca. La numerosa agua ancestral/choca con los dos grandes océanos/donde la araucaria sólo mira el cielo/y el fuego no tiene límites/en esa tierra rodeada de mar/La noche crecerá en el azar/plateada en el reflejo de una llama/Luna sobre vientos gemelos/no te abandones al As de caracol/si el silencio cambia de barco/vendràn nuevas mareas/otro tiempo crecerá con tus ojos/Aquí sólo nace el tiempo en un mismo tiempo/nada ha envejecido/mi incio, mi fin/Estoy tan lejos/pero siento que han vuelto a nacer los copihues/la campanilla silenciosa junto al mar/el ruido perfecto de un sueño/que ya comenzará/¿Para qué ir más lejos del fin del mundo?
D(el) Sur què no se ha dicho, menos quizàs, que de su olvido. Un largo dedo índice pareciera rozar la nariz de La Patagonia, chocar con su ojo y llegar al mar, tocar el polo gélido, la costilla rota y cubrir su largo espinazo con la guitarra y el bandoneón azul. Nada sorprende al gran cetáceo de La Patagonia, la belleza ni la muerte se improvisan. La pampa, los canales, fiordos perdidos, un camino arcilloso, de piedra o asfalto, parecieran decir al viajero, no apure el paso, que no tiene sentido, encuentre, hombre, antes el camino. Natura sabia, la partida de nacimiento de la tierra fue escrita en La Patagonia, tierra de nombres peregrinos, fundacionales, santuario del silencio.
Un fuego se enciende lento, pero siempre será un fuego, inclusive en su orilla. Siempre más claro frente al fuego que convoca, reúne y acompaña. Viejo amigo de estas tierras, el fuego, aquí está, con sus lenguas doradas, disfrutando de una conversación y de las manos que se frotan a su alrededor. Señal de un naufragio, abanicos de luciérnagas, tiempo glacial, soles arrastrados por noches milenarias, la cola de un zorro colorado, azul el tiempo oscuro. El Sur sigue siendo, es, nuestra esperanza, más que una geografía, una aventura hacia el futuro, ese estado de ánimo donde se respira un tiempo inacabado. Cuanto se haya escrito, pareciera poco, ante tan vasto paisaje que la memoria retiene en su caja de agua.
La Patagonia ha sido visitada, estudiada, recorrida, palpada la humedad de su entraña, por los más lejanos y curiosos viajeros de todos los pasados y tiempos, y aún así, su imán sigue intacto atrayendo a sus amantes verdaderos, pasajeros furtivos y también a codiciosos "hombres de negocio(s)". Y nunca ha sido suficiente rescatar con la palabra a La Patagonia, la inmensidad y fuerza de su sueño, esa constancia de permanecer más allá de las distancias, siempre le pertenecerán, como el espacio y el silencio.
Charles Darwin, el naturalista que viajó alrededor del mudo , tocó las largas, quebradizas, paredes, el último espinazo de Chile, donde la naturaleza sueña con la libertad y da un paso más al Sur. Por allí anduvo casi 24 largos meses recorriendo Chile, a pie, a caballo, por mar. De Norte a Sur, Tierra del Fuego, Chiloé, Santiago, Iquique, todo el territorio que le fue posible cubrir al joven naturalista. Dejó escrito en su autobiografía: El viaje del Beagle (barco) ha sido con mucho el acontecimiento más importante de mi vida, y ha determinado toda mi carrera.
Pablo Neruda, poeta del Sur, dijo en su libro Las Uvas y el Viento: Patria de aves marinas/a mí me has enseñado/cuanto sé de los pájAros./Me mostraste la escama/bruñida de los peces/el tesoro plenario/de la anturaleza/fuiste catalogando, ríos, flores/moluscos/volcanes/A las encarnizadas regiones de mi patria/llegó Darwin el joven/con su lámpara/y su luz alumbró bajo la tierra/y bajo el mar profundo/todo lo que tenemos:/plantas, metales, vida/que teje la estructura/de nuestra obscura, estrella.
Estoy mirando, en Panamá, las páginas, del libro que escribió Darwin sobre Chile y me detengo sobre un dibujo imponente de un indio Patagón del capitán Phillip Parker King. Es un gigante impasible ataviado con un abrigo de piel de guanaco, descalzo, rodeado acompañado por un perro, con sus brazos cruzados resguardándose del frío, recogiendo su inmenso abrigo. Pelo largo más abajo de los hombros, cara ancha, labios gruesos, nariz ancha, un rostro asiático armónico, verdaderamente patagón. Un ser del Sur, único, irrepetible. Habitante lejano. Es la raza más alta que he visto jamás, se asombraba el sabio inglés, que describía a las mujeres también como muy altas. Se pintan el rostro rojo y negro y uno de ellos iba cubierto de puntos y líneas blancos, como un fueguino. Los describe como cordiales, pacíficos, ya que tres de ellos invitados a comer al barco se comportaron como gentlemen. Sabían servirse de los cuchillos, tenedores y cucharas, describe Darwin. Se extasiaron con el azúcar. Charles D. nos comenta que los patagones tenía de cinco a seis caballos por personas, inclusive las mujeres y niños. El caballo ingresó a Suramérica en 1537 y desembarcó en Buenos Aires. Buenos anfitriones y amistosos, según relata el naturalista británico.
En una carta a su hermana Catherine, fechada el 6 de abril de 1834, Darwin describe la Patagonia que tiene frente a sus ojos...Estoy verdaderamente contento de tener la oportunidad de ver la Patagonia. Es un país admirable: enorme y estériles planicies, abundantes en sal y habitadas escasamente por animales, con la excepción del guanaco. Tuve muchísima suerte y pude matar un par de estos animales, uno de los cuales nos proveyó de acrne fresca para la cena de Nochebuena. Se despide con una curiosa metáfora de si mismo: Mis cariños a Nancy, dile que si hubiera de verme ahora con mi larga barba, creería que soy un pobre Salomón vendiendo baratijas.
La Patagonia siempre ha sido sueño de aventureros y descrubridores, viajeros, científicos, grandes cronistas, hombres y mujeres pioneras. Han dejado sus palabras, conocimientos, descubrimientos, hazañas, en el mar y en la tierra, y también sus huesos. A ambos lados existe una sola mágica Patagonia, que siempre será única e irreptible. No importan los nombres por donde transita el pasado y el futuro. Todos son y serán hijos del sueño de la Patagonia, tan ancha y ajena, tan lejana y próxima, habitada y deshabitada, es el gran pañuelo de la Patagonia que agita mares, encuentros y pueblos. Yo también tengo un sueño con la Patagonia.
La Patagonia es leyenda viva y ha inspirado a grandes escritores. El faro del fin del mundo de Julio Verne, Los diarios de Antonio Pigafetta, o los cuentos de Francisco Coloane. En 1914, la construcción del Canal de Panamá, dejó transitar solitarios, por el Estrecho de Magallanes, a los gigantes petroleros, mientras que los barcos con las demás mercancías cruzan cómoda y rápidamente los ocèanos por el delgado istmo. De la esquina del mundo al centro de las Américas.
¿La Patagonia una Utopía? ¿O un sueño por realizar?
Pero huboun gran pionero y viajero del aire de la Patagonia. El corazón que que ilustra en el cielo es de la Patagonia y es un homenaje a él y también al amor que nos espera en esas maravillosas tierras. "Qué bello país y cómo es de extraordinaria la Cordillera de los Andes! Me encontré a 6500 metros de altitud, en el nacimiento de una tormenta de nieve. Todos los picos lanzaban nieve como volcanes y me parecía que toda la montaña comenzaba a hervir..." Así describió en una ocasión el paisaje de la Patagonia desde sus cielos, Antoine de Saint Exupéry, el autor de El Principito. El primer vuelo que realiza Saint de Exupéry de Buenos Aires a la Patagonia, Comodoro Rivadavia/San Antonio Oeste/Trelew(Pueblo de Luis) es un 20 de octubre de 1929. El piloto francés así inauguraba con su vuelo de la Aeroposta Argentina, la compañía de aviación de Argentina.
La aventura, la magia, el arrojo, la tragedia, pero siempre la pasión por volar, acompañaría toda su vida a Saint de Exupéry. Del desierto africano a la Patagonia, un sólo camino por los aires de los cielos. Soñó hasta que soñó morir soñando. La Patagonia fue un sueño cumplido. Fueron 15, meses de pasión por la Argentina y la Patagonia. El arrojo y la amistad nunca desampararían al francés. Cuando se perdió su amigo Guillaumet, en uno de de esos endiablados vuelos por la Patagonia, con su monomotor, él salió a buscarlo. Cuando se dio cuenta que había desaparecido para "siempre", escribió: "...Y cuando de nuevo me deslizaba entre los muros de los pilares gigantes de los Andes, me parecía que ya no te buscaba, sino que velaba tu cuerpo en silencio, dentro de una catedral de nieve..."
Saint de Exupéry fue un piloto de guerra, de reconocimiento. Escritor, un enfant soñador. Narró la infancia de las cosas, de la vida, del alma. Volaba como sus ideas. Su paradero era seguir soñando. Un día sobrevolando el sur de Francia. El Sur, su sueño tal vez, desapareció, para no dejar más huella, que la profunda huella que ya nos había dejado.
Fin del mundo, donde al mundo le crece siempre una esperanza. Así me gusta soñar la Patagonia. con los vivos, con los muertos, los pioneros que clavaron sus ojos en esas tierras eternas. De mares oscuros y distantes, de sombrísas relucientes montañas, blancas, bosques profundos.
Los aeroplanos volaron los cielos de Puerto Madryn, Chubut, en la inmensa Patagonia Argentina. 30 aviones de Argentina y Chile, me documenta mi ágil corresponsal desde La Patagonia y me documenta con fotografías únicas del momento histórico.
La Patagonia son también sus cielos, el vuelo de sus pájaros, el alto rincón de sus senderos. No hay límites en el alto cielo para volar y seguir creciendo. El cielo y la tierra, el mar y los ríos, todos los caminos conducen a una misma patria.
Francisco Pascasio " Perito" Moreno"... uno de los grandes pioneros de la Patagonia Argentina, dijo : "Hay una sola patria para el mapuche y para el blanco. Una sola patria, a pesar de todo..." En el año 1865 se realizò el primer censo poblacional de la Argentina que arrojò un total de 1.800.000 habitantes , de los cuales solo 24.000 habitaban la Patagonia. La gran mayorìa aborigenes, amos indisputados de la regiòn aùn no conquistada por hombre blanco, cuyo asentamiento claudicaba en el Fuerte el Carmen de Patagones, desembocadura del rìo Negro- la incipiente colonia de galeses en el Valle inferior del rìo Chubut, el Fuerte de la isla Pavòn, en la desembocadura del río Santa Cruz y la poblaciòn de Punta Arenas en la Patagonia chilena..."!
"Si un indio mata a un blanco es un salvaje, y si un blanco mata un indio es civilización"
La Patagonia es esta presencia del olvido, un paso sobre las playas solitarias, la abrupta caída del sol en sus inviernos, el fuego solitario en la noche, esa orilla sin fin. En verdad siento su cuerpo de hembra que reclama ser habitada.
Rolando Cárdenas, -donde quieras que estés viejo amigo cantando Corazón de escarcha,- escribió estos versos memorables:
En cada casa inmóvil en la noche
está ese tiempo inmemorial
que me devora como un fruto extraño,
más que un antiguo sueño rezagado en la sangre
en que es difícil distinguir los rostros
y en su anillo difuso nos envuelve,
nos destruye y nos alimenta.
Sin saberlo hemos vivido atentos a ese rumor
del que emergiste extranjera y pensativa,
extendida junto a mí como una gran llanura blanca...
Vuelvo al sur/Vuelvo al sur/Como se vuelve siempre al amor/Vuelvo a vos/Con mi deseo, /con mi temor/Llevo al sur/Como un destino del corazón/Soy del sur/Como los aires del bandoneón/Sueño el sur/Inmensa luna, cielo al reves./Vuelvo al sur/El tiempo abierto y su después/Quiero al sur./Su buena gente, /su dignidad/.Siento al sur./Como tu cuerpo en la intimidad./Te quiero, sur . . .Te quiero, sur . . .
Rolando Gabrielli©2006