El cuerpo del delito
viene a mí y me asalta.
Perdona, le digo,
iba a tomar una siesta.
Se desprende
y abandona el lugar del crimen,
sin haber consumado el delito.
Respiro al borde
del sueño total
y mi alma se desprende
para siempre
de mi propia,
desconocida,
realidad.
Rolando Gabrielli©2016