sábado, enero 21, 2023

Malabares de verano

Un indio de pequeña estatura,

mirada ancestral, hace malabares

en una esquina de la ciudad,

aplastada por un sol

que detiene, asfixia el viento

y levanta vapor  del cemento.

Es un verano crudo,

incluso para una piel curtida.

Los automovilistas

permanecen indiferentes

en sus refrigerados vehículos,

ven al joven indio lanzar al aire,

 en un ordenado equilibrio,

un trio de desgastados palitroques

con una pelota de futbol

sin que caigan al suelo.

El semáforo pasa de luz roja

a verde y los autos parten.

En la vereda, bajo el ardiente sol,

se dibujan aún los palitroques,

en sus perfectos malabares,

que trajo un indio de lejanas islas

a la ciudad.

Rolando Gabrielli2022

viernes, enero 20, 2023

Oscuro misterio

 Nadie vio

a la noche,

entrar 

en la oscuridad

y salir al alba,

sonriente.

Rolando Gabrielli2023

jueves, enero 19, 2023

En la hora final

 En la hora final,

no hay reloj. 

Todo lo arrasa

el tiempo.

El polvo

es el verdadero

rostro del espejismo,

que quizás veremos.

Rolando Gabrielli2023

miércoles, enero 18, 2023

Somos polvo

 Somos polvo,

estrellas libres

por la palabra.

Hombres de la tierra,

futuros hijos del espacio.

Rolando Gabrielli2023

martes, enero 17, 2023

Monólogo like


        Jacques-Louis David,  Sócrates bebiendo la cicuta


Somos

el monólogo

like,

Sócrates.

Solo sé

que nada sé,

del Otro.

Rolando Gabrielli2022

lunes, enero 16, 2023

Los bañistas de un día soleado

Picasso Los bañistas

 Somos un accidente, Heráclito,

no un mismo río dos veces,

es cierto, el agua

que no deja de fluir,

en uno u otro sentido.

Nosotros sin ser los mismos,

nos bañamos una y otra vez,

sin ningún sentido de la historia,

del curso del río.

Somos los bañistas de un verano soleado.

Rolando Gabrielli2023

 

domingo, enero 15, 2023

Por si a alguien le interesa

En poesía, vivo el día a día, sin ningún plan, nada organizado, no hago recuentos, resúmenes, me atengo a la sorpresa  del lenguaje, la palabra, que interroga, afirma, confirma, se contradice, explora finalmente donde el silencio pareciera abrirnos la puerta. Es tan vertiginoso el poema como las palabras que lo integran y el tiempo que vivimos, es el viento de nuestros días que pasa y vuelve a pasar inevitablemente.

El poema, por si a alguien le interesa, trabaja silenciosamente en las horas muertas, asoma inesperadamente, vacilante, de él ya no dependen las palabras, entra en juego una atmósfera desconocida, nueva, diría algo que se va pareciendo al asombro, lo que era un gesto, una señal, una palabra que convoca, conmueve, suma, arrastra a otras palabras y nos quiere decir de alguna manera algo que no se han dicho.

El poeta es el intermediario de una voz nueva, trae un mensaje, puede que en un principio lo desconozca, pero las palabras se lo van reafirmando en el poema. Tiene los bolsillos llenos de realidad y sus palabras no dejan de  enfrentar infinitos crucigramas, esos laberintos  donde se mueve la imaginación.

En el mar de los lugares comunes, ese sitio que acepta y niega la existencia de la creatividad, aquel que apela a la inspiración, donde también la poesía suda la gota gorda como una obrera de la construcción, en esa invención que solo le agrega un poco de belleza a la realidad, yo he trabajado codo a codo con mi musa, he compartido con ella todas las palabras que he encontrado en mi camino, las he sumado a la fortaleza de las suyas, buscando cristalizar nuestras utopías y compartirlas con el  anónimo lector.

Yo he recurrido no pocas veces a mi musa, como lo hacían los antiguos griegos. Ella me ha confiado algunas palabras y decires, ese sello intransferible, que convierte las palabras en una expresión única, irrepetible. Pero, sin oficio, trabajo, interpretar y recrear lo que dice la protectora de mis palabras, sería casi imposible.  La musa  respira las  palabras que terminan siendo mis palabras y Ella sabe que me debo a ellas como el pez al agua.

El Lector, es a quien podría interesarse en el poema, realizará un acto muy personal, íntimo, libre, sin presión alguna, cuando lo tenga frente así comience a recorrer el conjunto de sus palabras, a tomar una primera impresión, acercarse al texto  con sus sentidos, interpretarlo y tener su primera versión. Hay textos explícitos que solo requieren de un vistazo casi de reojo. Otros son tan personales que cada lector puede sacar su propia conclusión y ver lo que quiere ver. Poemas para rumiar y rumiar. Algunos  nos identifican, los hacemos propios, calzan  como anillo al dedo. Textos que conservamos y convertimos en mantra. Pueden interpretar, hacer más llevadera o agrandar la soledad. Un gran menú: la poesía es por naturaleza revolucionaria del espíritu, conciencia humana, apunta al Ser. Un poema es un viaje/al interior de la palabra/debiera ser etéreo, eterno/confirmar su destino/a los ojos de un lector/que lee inadvertido/por las palabras que cruzan sus sentidos.

Rolando Gabrielli2023