Borges no cesa de mirarme detrás de un espejo,
que no me protege de su mirada inquisidora.
Algo quiere advertirme y solo me mira
con su ceguera, refugio del amarillo
y de recuerdos que son una misma historia
que él repite desde la oscuridad,
impune, sin el menor deseo de congraciarse
con el más peregrino e infortunado lector
Georgie ha cruzado la Cordillera de los Andes
y va a ser condecorado por un criminal,
aunque fue advertido antes de abordar el avión.
Borges es Borges no dejaría por nada del mundo
dejar de ser Borges aunque aborrezca al personaje
que creció a su ciega sombra.
No quisiera ver la escena que sè que existió,
la cordillera es mi baluarte y destino de chileno,
que nunca entendió el viaje, su condecoración,
palabras , la ceremonia que ratificó su leyenda escandinava.
Rolando Gabrielli©2017