en la herrumbre de su oscuridad,
viaja un mundo
distópico,
de oscuras
golondrinas,
qué belleza la
belleza,
multiplica el arte
de la naturaleza
en un horizonte
casi perfecto
y el paisaje aún parece
auspicioso,
de un futuro tan
incierto,
nubes erráticas que deambulan
locas, desoladas,
sin sentido
sobre un planeta
que no se hace
cargo de sus
muertos,
que polinizan las
azufrosas praderas
de los desiertos
cancerosos, tóxicos,
lo que el
viento lleva y trae de la muerte,
las cenizas de sus
huesos,
nuestros propios
escombros,
el estiércol de la
miseria humana,
que danza en
castillos de hojarasca,
sobre la arena
movediza de nuestro tiempo.
Somos un gran pozo
azul
que gira,
circunvala,
una nave loca que
se arroja
confiada a los
brazos
del infierno
estelar.
Un sol brillante,
maravilloso,
espera su turno en nuestra historia,
en una esquina de la memoria planetaria.
Basta un
segundo de la muerte
para hacer
desaparecer
el instante vital
de la vida.
Hombre, las
estrellas brillan
por nosotros, no
olvidemos,
donde comenzó nuestro amanecer.
Rolando Gabrielli2025
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