jueves, noviembre 28, 2024

R. Denver/R.Denver

 

Un tipo descreído,

sin país, generación,

ni piso,

exonerado en los 70

por ese destino

que la historia muerde el anzuelo,

arrastra la República y sus barrancos

al sur de los abismos.

Inédito casi de por vida y convicción,

sobreviviente tenaz, visceral

en el País de Nunca jamás,

pasajero sin papeles en los 80 y 90,

en Limbo city, tránsito,

poeta extranjero,

autor anónimo y biógrafo implacable

de la inocencia perdida,

viajero del círculo vicioso,

del amor y del olvido,

paracaidista en caída libre y vertical,

frente al poema y la derivación de sus aguas,

devoto de la palabra,

lengua del pez y la memoria,

oscura respira en tu garganta.

Todo se refleja en algún espejismo,

Por algo le llamó Utopía,

Belleza enigmática, dijo,

El aire está en todas partes.

Coleccionista de ciudades desconocidas,

Praga, Dublín, Denver,

de metamorfosis kafkiana,

lector de folletines y poesía,

novelas con matices de realidad,

audaces historias románticas

insaciable devorador de fantasías.

Ha plagiado en más de una ocasión,

En búsqueda del tiempo perdido,

sin ningún éxito,

¿Literatura para el olvido?

(El mundo camina por calles paralelas,

senderos estrechos, vacíos,

rodeado de muros, tristes muros fronterizos,

bocinazos y pájaros que revolotean,

sobre el asfalto y el aceite que devora

la capa de ozono, el cielorraso de cada día)

Una luz tiene tres colores,

nos guía hacia el fondo del mar y gira,

todo es posible, también respirar,

amar el rojo atardecer, el sol

que brilla de tus ojos,

por ejemplo, deslizarse,

sobre tu ombligo de plata, ciego.

Los árboles aún permanecen de pie,

la naturaleza se sacude la sombra,

devora el paisaje que cae con sus hojas,

sigue la línea invisible del horizonte

El mundo come de la mano digital.

Migajas, migajas.

Rolando Gabrielli2024

A Skeptical Man

A man of no faith,
without country, generation,
or footing,
exonerated in the ’70s
by that destiny,
which history bites like a hook,
dragging the Republic and its ravines
south of the abysses.

Unpublished nearly for life and by conviction,
a tenacious, visceral survivor
in the Neverland,
a paperless passenger in the ’80s and ’90s,
in Limbo City, in transit,
a foreign poet,
an anonymous author and relentless biographer
of lost innocence,
a traveler of the vicious circle,
of love and oblivion,
a skydiver in free vertical fall
before the poem,
in the drift of its waters,
devotee of the word,
tongue of the fish and memory,
dark breath in your throat.

Everything reflects in some mirage;
for a reason, he called it Utopia.
Mysterious beauty, he said,
the air is everywhere.

A collector of unknown cities—
Prague, Dublin, Denver—
of Kafkaesque metamorphosis,
a reader of serials and poetry,
novels tinged with reality,
bold romantic tales,
an insatiable devourer of fantasies.

He has plagiarized on more than one occasion
In Search of Lost Time,
with no success at all.
Literature for oblivion?

(The world walks parallel streets,
narrow, empty paths,
surrounded by walls, sad border walls,
blaring horns and birds fluttering
over asphalt and oil devouring
the ozone layer, the ceiling of every day.)

A light has three colors,
guiding us to the bottom of the sea, spinning,
everything is possible, even breathing,
loving the red sunset, the sun
shining from your eyes,
for example, sliding
over your silver navel, blind.

The trees still stand tall,
nature shakes off its shadow,
devours the landscape falling with its leaves,
following the invisible line of the horizon.

The world feeds from the digital hand,

crumbs, crumbs. 

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