Lampedusa, Mediterráneo, qué mar,
me digo, no puedo lavarme las manos,
ni decir estas aguas limpias
de Pilatos siguen inocentes su curso
y vuelven a ganar titulares de espanto.
Sí, digo, son una trampa de muerte,
un gran muro de aguas ciegas
que arrastran cuerpos náufragos, inertes,
hinchados de agua, ojos de no ver más
que un mar que les arranca la luz y la libertad,
el habla que solo los peces podrían escuchar,
sus lenguas secas de sal.
No puedo decir yo no estuve allí, no los conozco,
ni sé por qué vienen de dónde son,
ni negar sus nombres o no vi nada,
si son los muertos que trae el mar desde algún lugar,
cadáveres, cuerpos negros, doblemente enlutados
por la noche del auto destierro silencioso, impune, fatal
Rolando Gabrielli2023
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