la muerte se auto convoca
en las narices del mundo
frente al mar,
pasean tanques sobre una angosta,
miserable, exhausta franja de tierra.
Los muertos se preguntan
incrédulos: ¿qué buscan?
y vuelven a respirar bajo tierra.
Tantas muertes y nada encuentran,
escombros humeantes,
huele azufre la indiferencia del mal,
gente sin nombre, carne de cañón,
escenas de terror que ni el terror se hace cargo.
El siglo de las tecnologías
-me dices-
camina al abismo,
mentes brillantes, drones asesinos,
paisajes de horror y de espanto,
solo piedras muertas,
palabras más, palabras menos,
el infierno está aquí en esta tierra,
árida, pobre, crucificada.
Ecos siguen resonando,
son los muertos que oran
por los vivos que aún quedan.
Rolando Gabrielli2024
What has been done cannot be undone, but it can be prevented from happening again. Ana Frank, Bergen-Belsen, Germany, 1945.
Deaf ears are what you hear, death self-summons
right under the world's nose
by the sea,
tanks roll over a narrow,
miserable, exhausted strip of land.
The dead ask
incredulously: what are they seeking?
and they breathe again underground.
So many deaths and they find nothing,
smoldering rubble,
the indifference of evil smells of sulfur,
nameless people, cannon fodder,
scenes of terror that even terror disowns.
The century of technologies
-you tell me-
walks to the abyss,
brilliant minds, killer drones,
landscapes of horror and dread,
only dead stones,
more words, fewer words,
hell is here on this earth,
arid, poor, crucified.
Echoes keep resonating,
it is the dead who pray
for the living who still remain.
1 comentario:
El soldado desconocido, en una noche sin tiempo de Octubre, año 2,021. Ciudad de Panamá en un parque cuyo nombre no recuerdo y compañías nunca prestaron atención a las palabras que para mí en ese momento captaron mi atención como si fuera música.
Ya sea por azar o prestidigitación, encontré nuevamente el enlace al blog y me llevo la sorpresa de encontrar una publicación reciente. Del mismo día, fecha y año hubiese sido inaudito coincidir también en la hora.
Tengo en mi humilde colección de libros, un ejemplar suyo "Entre Paréntesis, Amor". El cuál usted me regaló aquella tarde ya algo lejana, y agradezco infinitamente el detalle. Sería poco decir que el texto me ha marcado pues, no solo a mi, sino a todo aquel a quién he recitado, compartido, leído en voz alta, susurrado o simplemente enviado con el pensamiento alguna de sus poesías. Quizá no sea el apartado más preciso para escribir esto, sin embargo como si hubiese sido arrastrado por los hilos del destino, heme aquí y ahora, en este instanto cristalizado en el tiempo y el espacio, dejándole mi mas profunda gratitud y cariño por su labor poética, que es similar a la de un astronauta a la deriva en el cosmos del lenguaje.
Somos instantes, instantes que duran toda la vida. Un abrazo mi estimado Señor Rolando.
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