Escribir poesía
es casi un acto de terrorismo silencioso, y como fuente de algún ingreso, un
suicidio. Por eso, Neruda quizás en los días del golpe, cuando allanaron su
casa en Isla Negra en búsqueda de armas, le dijo al capitán que lo visitó en su
cuarto, que la poesía era lo único peligroso que había en el lugar. En vano, el
capitán, asustado, llevó su mano al arma de servicio.
En el curso de estos tiempos, la poesía
está siempre en marea baja, carece de un vigoroso oleaje sostenido, algunos
festivales sobreviven al encanto de sus patrocinadores y convocados. La palabra
no despega, ni ocupa titulares, a pesar que el mundo es protagonista de su
propio caos. El poeta no alcanza para ser siquiera un aguafiestas, convidado de
piedra, ni un personaje extravagante, porque de alguna manera la estupidez se
ha declarado Patrimonio inmaterial de la humanidad.
La gente busca entretenimiento, evasión,
diversión, olvido, pasar la hoja, quiere simplemente distraerse del teatro de
guerra continuo por el que atraviesa el siglo XXI, casi distraídamente. El ser
humano cada día se refugia más en la ficción tecnológica y crea su propia
realidad junto a millares compañeros de juego.
La poesía, por su naturaleza, lucha
contra las recetas, los manuales de autoayuda, y siempre está absolutamente
contaminada de la vida y del espíritu humano, aún en los tiempos más
desalentadores. Ahí ha surgido para alertar a las conciencias críticas de una
sociedad indiferente y en naufragio. Nunca olvidar la belleza, aún si la
encuentras amarga, como en aquella noche Rimbaud la encontró, porque pasaba una
temporada en el infierno. Y en parte el francés tiene razón, porque la belleza
pueda que se sienta autosuficiente, pero también no sea más que una trampa del
vacío.
La poesía toca los sentidos/sus cuerdas
son infinitas/la palabra no deja de hablar/sobre todo, cuando hace silencio.
La esclavitud digital, entre la diversión y la amenaza de la Inteligencia artificial, mantiene entretenido al hombre del siglo XXI. Anuncian, los inefables oráculos tecnológicos, que perderán millones de puestos de trabajo y surgirán nuevos oficios, casi por arte de magia.
Me pregunto, ¿si las máquinas serán los próximos poetas y la palabra amor sobrevivirá a este engranaje artificial y la creatividad humana será un mero adorno, una suerte de cereza del pastel? Cada día los anuncios son más terroríficos, dos países de América del Norte perderán en los próximos años 60 millones de empleos. Habrá en un futuro un sueldo universal, muchos ya no trabajarán, vendrán nuevas profesiones, el Chat Gpt será una especie de Oráculo de Delfos al cual se le harán preguntas y él responderá sabia y doctamente. Para qué leer una novela, cultivar la filosofía, pensar y escribir un poema, porque allí estará la respuesta sin un mayor esfuerzo que brinda el acto creativo. ¿Qué mundo nos pintará en un lienzo la Inteligencia Artificial? Confieso que en la PC de mi oficina tengo el Chat GPT por si me quiere decir algo interesante y también por cábala.
Qué lejos están los tiempos en que los poetas se preguntaban sobre el valor de escribir poesía, y además responder esa formidable pregunta, que definitivamente la sigue respondiendo cada poeta con su poesía desde hace miles de años, ya sea de manera oral o escrita. Si, diría, es una vieja costumbre de amar la vida, en unas cuantas palabras.
Octavio Paz, el poeta, ensayista, Nobel mexicano, se hizo la pregunta hace 68 años en su magnífico libro: El arco y la lira, y basta con leer su advertencia a la primera edición, cuando nos revela que desde que comenzó a escribir poemas se preguntó si de veras valía la pena hacerlo. ¿No sería mejor transformar la vida en poesía que hacer poesía con la vida?, se -re- interrogaba Paz en la lucidez del oficio. Hay tantas formas de abordar el oficio como poetas en la historia de la poesía. La poesía está en todas partes, señalaba Nicanor Parra. Muchos no esperaron una definición, porque la palabra ha sido su urgencia. Charles Chaplin fue un poeta del cine mudo, del silencio, la más poderosa de todas las palabras. Mi amigo, Jorge Teillier, uno de los grandes poetas de Chile, vivió y murió como poeta. Uno de los casos más excepcionales de la poesía fue el del francés Rimbaud, que arrojó al olvido, al silencio definitivo a la poesía después de fundar la poesía moderna con su verso libre e incluir la prosa baudeleriana en la poesía. César Vallejo, escribía y le salía espuma, mientras pateaba la nostalgia en París, donde vaticinó el día de su muerte. Alguien dijo que escribía, el peruano, en cholo, pero el prefirió revelarnos que nació cuando Dios estaba enfermo. Lezama Lima, gira sobre el verso de su poesía, en La Habana, su inefable visión de lo poético. Algunos dirán qué interesante sería crear un robot reproductor de la poesía de Dante, Borges, Neruda, Bretón, T.S. Eliot, Gelman, Poe, Mistral, Tralk, Eliseo Diego, Pessoa, García Lorca, Belli, Baudelaire, Allen Ginsberg, Gonzalo Rojas, Pizarnik, Pound, Kavafis, Celan, Artaud, De Rokha, Safo, Hahn, Quevedo, Homero, Shakespeare, Cardenal, Apollinaire, Dalton, Rolando Cárdenas, Omar Lara, Mayakosvki, Blake, Panero, Millán, Huidobro, Zurita, Char, Dylan, Lihn, Whitman, Silva Acevedo y tantos otros compañeros de viaje que abrieron caminos al andar,
Volviendo a Paz en su introducción del Arco y la Lira, titulada: Poesía y Poema, de inmediato, no pierde una sola página para definir la poesía. “La poesía es conocimiento, salvación, poesía, abandono. Los poetas que escogido, parte de mis lecturas personales, están contenidos en esta definición Y agrega; ”Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza, ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo, crea otro. Pan de ellos elegidos, alimento maldito. Aísla, crea, une. Invitación al viaje, regreso a la tierra natal. Inspiración, respiración, ejercicio muscular. Plegaria al vacío, diálogo con la ausencia; el tedio; la angustia y la desesperación la alimentan. Oración, letanía, epifanía, presencia. Exorcismo, conjuro, magia. Sublimación, compensación, condensación del inconsciente. Expresión histórica de naciones, clases.”
Paz nos dice que el hombre adquiere al fin conciencia de ser algo más que tránsito. ¿A la Inteligencia Artificial, le preocupará este tema existencial ¿Contribuirá al desarrollo del ser humano o acabará con la especie? Son múltiples las interrogantes en medio de un mundo de medias verdades, fakes news, charlatanería a cualquier nivel, de una escandalosa catarsis global social en red.
Lo que si me parece es que los bots no discutirán, ni se pelearán por una simple metáfora, una rima, un verso libre, pleonasmo, hipérbole o un oxímoron. Ahí, la poesía ni los humanos corren riesgo alguno. Quizás pudiera surgir un bot Guasón y prohíba escribir poesía o dicte algunas reglas especiales para quienes quieran ejercer el oficio. Como nos pintan el mundo de la inteligencia artificial pareciera ser infinito. Por eso hay que estar alerta. Desaparecerán oficios, actividades, las relaciones hombre -trabajo, cambiarán. Se viene un mundo desconocido, cuando menos. La poesía ha estado en la lista negra, más de alguna. Quizás surja la palabra encriptada.
Rolando Gabrielli2024
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