lunes, junio 26, 2006

EN DEFENSA DE LA POESÍA
EN DEFENSA DE LA POESÍA
en defensa de la poesía
EN defensa de la POESÍA

La crítica impresionista, no impresiona a nadie. La anecdótica, que basa sus "argumentos" en obsesiones, que personaliza, atiende emociones, traumas de infancia y se "apoya" en aspectos externos a la obra, naufraga en la patología de su propio autor.
La crítica descriptiva, sentimental, que bucea en las solapas de la obra y en las amígdalas del poeta o autor, y tiene como referencia un vasto listado de detractores o amigos de la rosca y del círculo vicioso del discurso anoréxico, es un virtual ejercicio de antropofagia, subalterno y mezquino.
Hace años que la crítica adquirió mayoría de edad, y pasó del platonismo romanticón a la ciencia literaria, y dejó de ser presa de las presunciones y de la buena voluntad o como de la mala leche, de quien se erige en crítico, aunque aun vista ropa de kindergarten y juegue a las bolitas con Tutankamon, que en paz descanse y nos perdone esta metáfora, como sagrada momia que es.
La crítica de las tijeras y de algunas Penélopes, —que tejen y destejen la red de Internet en búsqueda de la idea y del tema perdido ( como Ulises bajo el hechizo de las sirenas)— es tan miserable, como la que realiza un poetastro, contra quienes han abierto inéditas avenidas a la poética americana, continente tan afrancesado como british y copista por pecado de juventud y vicio.
Pablo Neruda, chileno, y César Vallejo, peruano, tangencialmente este último mencionado, en verdad no requieren defensa ante el rosario de inexactitudes y afirmaciones extraliterarias, y de citas de vengador despechado, de Floriano Martins, porque la obra de ambos poetas americanos y universales, habla, se expresa, irrumpe, desde la melancólica y vasta región andina, al profundo ser americano, a la visión desoladora del hombre y las cosas, donde las Residencias nerudianas marcan pauta tempranamente en la poesía iberoamericana.
Vallejo, Vallejo todavía
De César Vallejo, fallecido prematuramente a los 42 años, el crítico inglés J. M. Cohen, dice que ha escrito una nueva poesía en América. En su ensayo crítico Poesía de nuestro tiempo, (356 páginas) Cohen, analiza a los principales poetas modernos, entre ellos, George, Rilke, Yeats, Eliot, Pound, Tralk, Blok, Dylan Thomas, Montale, Machado, Auden, Apollinaire, Eluard, Breton, Mayakovsky, Alberti, Lorca, Molinari, Paz, y Neruda, entre otros. "Neruda es un gran escritor, dice, casi el único poeta de hoy para quien todo el mundo material, del mineral al hombre y desde su patria nativa hasta la China comunista, constituye un tema y una inspiración. Neruda es casi el único ejemplo de gran poeta materialista.".
Jorge Luis Borges no aparece en este libro de referencia fundamental, publicado en 1959, porque con su texto El Hacedor, editado en 1960, comienza ser realmente conocido mundialmente. A Borges debemos de entenderlo en la situación límite, más allá del bien y el mal, como si no hubiese existido más que para el reflejo de los espejos.
Para César Vallejo no constituye novedad este ningueneo, ya que en un texto vaticinador nos advierte:
Yo nací un día/que Dios estuvo efermo,/grave.
Veamos lo que dice Floriano Martins, brasileño, poeta visitante, en el semanario Talingo del diario La Prensa, bajo el título "Pablo Neruda: desmesurado, irregular y frívolo."
Gerardo Deniz (?), mexicano, cita Floriano Martins, dice que "Neruda difícilmente resistiría al tiempo sin sus vínculos con el comunismo, lo que implica afirmar que no tiene sustento en su obra". El prestigio de Neruda es un misterio que, por suerte, me es indiferente, ya que estoy convencido de que, sin su comunismo, ni Vallejo ni Neruda serían tan apreciados"
De lejos el mejor, Paz
Octavio Paz, mexicano, ensayista y poeta, Premio Nobel, fervoroso anticomunista, quien criticó ácremente a Neruda por su militancia y estalinismo—del que se fue desprendiendo en sus últimos años de vida, según Jorge Edwards—afirma en el libro Adiós, Poeta, (313 págs.) del chileno Edwards:…"el año pasado releí la obra completa de Neruda, desde la primera página hasta la última. Creo que en mi edición faltaban algunas cosas del final, pero leí entero y por orden todo lo que tenía. Mi conclusión es que Neruda es el mejor poeta de su generación. ¡De lejos! Mejor que Huidobro, mejor que Vallejo, mejor que Borges. Y mejor que todos los españoles….Es un poeta muy irregular, acotó Paz, pero en sus grandes momentos es el mejor. Siempre lo he pensado así: uno de los mejores del idioma. Residencia en la Tierra es un libro extraordinario, pero también hay poemas extraordinarios en Odas elementales, y más adelante.
Edwards le pregunta a Paz si conoce Geografía Infructuosa, El Campanario de Authnay, y el mexicano, dice que no.
De Octavio Paz podría decirse lo mismo que de Neruda: el mejor poeta de su generación, pero se matriculó con la derecha, comenta Edwards, citando a unos amigos españoles.
Sigamos comentando las perlas de Floriano: (Pablo) De Rokha, poeta chileno que polemizó con Neruda y Huidobro, en una verdadera guerrilla literaria de mamuts de la poética, "era tan impetuoso e irregular como Neruda."
Nada más alejado de la verdad, Neruda era un "mapuche" sigiloso y terminante en sus respuestas, y no se inmutaba al mentar sutilmente la madre de su contrincante, y no prestaba mayor atención a la polémica, que a su propia obra. Literariamente hablando, son harinas de costales muy diferentes, y la historia extraliteraria forma parte de los bien ganados archivos nacionales de una poética continental mayor de edad hace 80 años en Chile y a distancia de sus pares en América Latina.
Rosamel del Valle, poeta chileno, "escribe una poesía verdaderamente delirante", nos revela Floriano. Pero, qué quiere decir con esa afirmación, nos preguntamos, cuando, delirante viene de delirar que significa "decir cosas incoherentes por efecto de una fiebre muy alta." ¿Hacia dónde, pregunto, enfoca su visión poética y su propia poesía?
Todo estado febril impone una ilusión, una imagen engañosa que una mente enferma o en estado anormal toma por real.
Rosamel del Valle y Humberto Díaz Casanueva,—amigos inseparables— son dos extraordinarios poetas chilenos muy vinculados al simbolismo francés, romanticismo alemán e inglés y al surrealismo, antecedentes nerudianos como del influyente Walt Whitman, pero asimilados y transformados de manera muy diferentes en la lírica del vate de Isla Negra.
Poeta desmesurado
Su obra es esencial y vasta como profunda es la cultura de ambos poetas, más conocidos por círculos literarios, universitarios y de iniciados, que por el gran público, producto del propio género y de una poética filósofica en búsqueda del ser, del tránsito entre la vida y la muerte, y del uso, por decirlo de manera simple, de un lenguaje preñado de simbolismos e interrogantes , lo que requiere de algo más que una lectura de paso.
Esto dicho, porque el "arroz con mango", un producto de exportación latinoamericano, tampoco va en poesía", como nos quiere hacer ver en esta mescolanza de epítetos, nombres de verdugos antinerudianos, escuelas y estilos, que nos deja caer como en un pozo de revelaciones, Floriano Martins, quien apunta más lejos que su propia imaginación los dardos contra Neruda, desaparecido físicamente hace 27 años.
"No sería arriesgado o irresponsable decir que la poesía de Neruda no resistiría una comparación crítica con la de sus pares hispanoamericanos". Neruda, añade Martins, era una poeta desmesurado y sobre todo obstinado por la enumeración, por la cuantificación, lo que lo volvía esencialmente frívolo." En su obsesión por escribir acerca de todo y en estilo de todas las modas literarias, nunca tratò en profundidad ninguno de los problemas básicos de la lírica".
¿Por siete décadas se ha equivocado la crítica mundial con la obra de Neruda y su público, que reside en Moscú, Estados Unidos, Argentina, México, Francia, Italia, Gran Bretaña, Brasil, España, China, Centro América, Cuba, Chile o Panamá, la tierra del banquero nerudiano Lucho Moreno, para no ir tan lejos de la geografía, ni de las inagotables bóvedas de la poética nerudiana?.
Nicanor Parra, candidato al nobel de literatura a partir de enero del 2001, tan opuesto, "crítico y deudor de la poética nerudiana", uno de los más grandes poetas vivos del planeta Tierra, y que en los últimos años se distanció de Neruda, me comentó en una ocasión que las Odas elementales de Neruda eran simplemente revolucionarias, tienen el germen precursor afrodisíaco del hippismo y que él las celebraba con respeto literario, como lo ha repetido, agrego, la crítica despojada de los atuendos del personaje que llenó 50 años de poética en iberoamérica.
Amado Alonso, profesor en Harvard, abre su libro Poesía y Estilo de Pablo Neruda, (358 págs.) editado en 1940, con la siguiente afirmación, refiriéndose a Odas elementales: "Es una poesía escapada tumultuosamente de su corazón, romántica por la exacerbación del sentimiento, expresionista por el modo eruptivo de salir, personalísima por la carrera desbocada de la fantasía y por la visión de apocalipsis perpetuo que la informa".
El amor, la melancolía de la primera obra juvenil nerudiana, el dolor del ciclo de las Residencias, el amor una y otra vez en Versos del Capitán, Cien Sonetos de amor, y en su poesía editada postmorten El mar y las campanas, El Corazón amarillo y que subyace en toda la poética, lírica nerudiana con excepción de los textos políticos , así como el hombre, la naturaleza, la materia que nos rodea y traspasa, parecen no ser temas profundos de la lírica de todos los tiempos para Martins, y que la poesía de Neruda retoma una y otras vez en un singular, caprichoso y deslumbrante ejercicio de vida.
Neruda, no era ateo
El profesor, investigador de la Universidad de ParÍs, crítico literario y uno de los conocedores más profundos de la obra del poeta sureño, Jaime Concha, en su libro intitulado Neruda, (281 págs) editado en 1972, nos revela ángulos desconocidos de la poética nerudiana, en uno de los análisis más lúcidos de la obra nerudiana.Su enfoque va más allá de la instancia literaria e inserta la poética de Pablo Neruda en el proceso histórico de la sociedad chilena, sin descuidar la poesía misma del autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, Tentativa del hombre infinito, Canto General, España en el corazón, Aun, Estravagario, Plenos poderes, Cantos ceremoniales, Memorial de Isla Negra y Fin de mundo, entre otros.
Concha nos revela que no hay en Neruda ni la intensa profundización en la memoria de símbolos cristianos, como en el caso de Mistral, ni el conflictivo y desgarrado pathos huidobriano en pos de una imposible liberación espiritual. Tampoco el tono violento y blasfemo que exhibe frecuentemente De Rokha o la apaciguada lirización de un sentimiento primariamente religioso, como ocurre en las primera obras de Angel Cruchaga. La poesía nerudiana nace màs allá del catolicismo, fuera de su órbita cultural. El ateísmo no existe ni ha existido nunca en Neruda".
Los pares más formidables de Neruda estuvieron precisamente en Chile: Huidobro, De Rokha, la Mistral. Con los dos primeros se batió hasta el fin de sus días. A De Rokha le llamó Perico de Palothes en sus memorias Confieso que he vivido, y a Huidobro, lo homenajeó y criticó al mismo tiempo, en nuestra opinión, cuando le dedicó unos instantes en su discurso del Premio Nobel en Estocolmo, en 1971.
Huidobro y Neruda se reconciliaron poco antes de la muerte del autor de Altazor, como"poetas, como chilenos y como amigos", recuerda Neruda en sus memorias, donde elogia su poesía que brilla por todas partes y tiene una alegría fascinadora.
"Neruda no poseía el mínimo aprecio por sus pares. Poco entendía de poesía y menos aún estaba interesado en ella."
Perlas, perlas, que culminan con la socorrida cita del eterno enemigo nerudiano, el español Juan Ramón Jiménez, quien calificó a Neruda de "gran mal poeta".
Oda a la envidia
Neruda responde en Oda a la envidia: Escribí, escribí sólo/para no morirme./Y entonces/apenas/mis versos de muchacho/desterrado/ardieron/en la calle/me ladró Teodorico/ y me mordió Ruibarbo. Se irguieron/amenazantes/contra mi poesía,/ con ganchos, con cuchillos,/con alicates negros. Y advierte a sus detractores: seré, /seré implacable./Yo les pido/que sostengan sin tregua el estandarte/de la envidia./Me acostumbraré a sus dientes/Me hacen falta/Y reafirma: Y estoy casi seguro/aunque no les agrade la noticia,/que seguirà/mi canto/más acá de la muerte/en medio/de mi patria/será mi voz, la voz/del fuego o de la lluvia/o la voz de otros hombres. Neruda concluye su Oda subrayando que su poesía tiene tanta salud/como una ordeñadora….
Pero volvamos al principio, a la cita con que Floriano Martins abre su caja de Pandora más que antinerudiana, antipoética en el mal sentido de la palabra.
Para ello utiliza un comentario a la volandera, que no conozco, de Enrique Lihn, uno de los grandes poetas chilenos y latinoamericanos, y lúcido y sistemático crítico de la obra de Neruda. Cito textualmente: "Una vez dijo el poeta Enrique Lihn que no veía la razón para incluir a Borges entre los fundadores de la poesía hispanoamericana, por considerarlo formalmente conservador, destacando la previsibilidad de sus recursos métricos y rítmicos. La contribución incuestionable de Borges, estaría marcada por otros aspectos y no por la estructuración del poema. Quizás pudiera hacerse una observación muy parecida en lo que atañe al chileno Pablo Neruda".
Nadie puede desconocer la honestidad y agudeza literaria de Lihn, quien también se llevó por los cachos a Borges, a quien le niega como poeta fundacional porque "su poesía en verso traiciona en exceso su conservantismo formal paralizante".
Lihn, cuando llegó de Cuba el 69, puso picas en Flandes, trazó la cancha, y abrió fuego contra el poeta mago (Huidobro), el angélico, el poeta vidente, Neruda y todo lo que viene), poeta cívico nacional, alto parlante de voz aterciopelada y torrencial". En 1979, en un artículo del su obra crítica titulado el Circo en llamas (694 págs), Lihn subrayaría que Neruda fue "uno de los últimos aedos contemporáneos. Un líder, cuya función consistió en hacer poesía política; esto es, ninguna de las dos cosas".También diría en su ensayo sobre Neruda, rescatado por su amigo Germán Marín, que "después de Huidobro y, junto al imponderable Vallejo (qué le parece Floriano Martins) aprovechando la lección de fundadores más modestos o menos hábiles, Neruda es, sin duda, uno de los cuatro o cinco poetas contemporáneos básicos de este subcontinente; mal leído por sus manipuladores y admiradores acríticos, entre los cuales se contó el mismo".
Neruda abandonó sus deberes poéticos, Lihn
Lihn nos da a entender que Neruda cedió la palabra a Nicanor Parra sin proponérselo, por abandono a "sus deberes poéticos en favor de la política". Es probable, ya era hora. Neruda había relevado, de acuerdo con Lihn, a Rubén Darío.
Nicanor Parra y Lihn, marcan en Chile rumbos antípodas de la poesía vanguardista, modernista, neorramántica y finalmente nerudiana, y no escatiman oportunidad para hacerlo sentir desde sus trincheras o públicamente. El mito de Neruda, con su pasado verbal estremecedor, como subraya el poeta salvadoreño Roque Dalton y estoy citando a Lihn, sigue estando para nuestra generación en Residencia en la Tierra "donde dio Neruda el tono único e instransferible a su poesía". Neruda hizo un estilo, agrega Lihn, en Residencias y las posteriores (un ciclo de tres en una década).
Juan Larrea, que se transformó después en un acérrimo antinerudiano, reconoció en Neruda lo siguiente: "Todos los ismos - y cito una cita de Lihn-que conocían a la sazón boga en Hispanoamérica han sido poco a poco desbancados por esa ululación angustiosa de lo informe, que se resuelve en una espesa elocuencia desordenada y monótona como las inundaciones. Como ellas, su corriente arrastra un sinfín de objetos arrancados a su coherencia natural, dejando a su paso una impresión de arbitrariedad, desesperación y catástrofe". Es ni más ni menos el impacto de las Residencias.
El referencial de la poesía chilena en el siglo XX se llama Pablo Neruda, sin desconocer a sus gigantescos pares de muy distintas visiones de mundo, Huidobro, la Mistral y De Rokha, y muy posteriormente en 1954, con Poemas y antipoemas, vendría Nicanor Parra a disputar el trono, no desde el Olimpo, ni como pequeño Dios, sino desde la tierra y en su propia carpa.
Tuve mucho contacto personal con Nicanor en mis tiempos universitarios y más adelante después del Golpe Militar en 1973, y siempre noté una obsesión, que considero natural, por la poesía de Neruda y el personaje, completamente oleado y canonizado, criticado y odiado por sus enemigos.
Parra ha estado haciendo su trabajo demoledor de lo que considera la retórica y vieja poesía, desde 1954, con paciencia de huaso ladino y casurro, que montó su propio tinglado en este cuadrilátero de cinco patas en que se transformó la llamada guerrilla poética, aunque cuatro de los gigantes dejaron de existir hace largo tiempo. Nicanor tuvo movimientos ligeros de piernas, ganchos cortos y certeros con De Rokha y Neruda, no así con la Mistral y Huidobro a quienes expresa reiteradamente su admiración y deudas.
Parra es un kamikasi, pero no suicida, del yo nerudiano, y como físico racionalista que es, pude conocer de cerca su trabajo a veces aséptico de su construcción poética, ya que él rechaza por principio el término creación, por considerarlo posiblemente intuitivo y romántico. Busca la objetividad y como una suerte de sacerdote del excepticismo, porta en su bitácora poética la fórmula de la nitroglicerina para hacer estallar todo intento de recetas literarias.
Más vasto que la larga faja de tierra
El tema es más vasto que la larga y angosta faja de tierra llamada Chile. De lo suyo subjetivo, pero medible, y requiere de un trabajo más acucioso, y no de crónica periodística.
Pero algunas cosas deben de quedar en claro. En poesía, quién no viene de algún lado y carece de influencia (s). ¿O acaso la poesía es un gran globo que inflamos desde nuestro cordón umbilical? Lo malo está en la copia felíz del Edén, parodiando el himno Nacional de Chile. Quizás, gramo a gramo, Neruda y la Mistral, sean los dos poetas latinoamericanos mayores del siglo XX. Borges fue un gran y fantástico ficcionador, pero un poeta que pidió prestado todo lo que pudo y lo hizo bien. Ernesto Sábato sostiene que el Borges que perdurará, será el más olvidado, el cotidiano, argentino. No debemos de olvidarnos de Huidobro, Vallejo, De Rokha, Lezama Lima, Nicanor Parra, Borges, Paz, Gonzalo Rojas, Hahn, los más visibles en el invisible río de la poesía continental.
La soga de la poesía es más larga en América latina, y me inclino además en sus extremos geográficos, por Juan Gelman, Argentina, y José Emilio Pacheco, México. Ernesto Cardenal, en Centroamérica. Drumond de Andrade, en el vasto y maravilloso Brasil. Hay grandes poetas intermedios en el paraíso poético, sin la dimensión, universalidad, lenguaje, "originalidad", de Rubén Darío, Neruda, Vallejo, Huidobro, la Mistral, Parra y Lezama Lima.
La poesía de Neruda y el personaje son más profundos que las charlatanerías de sus oficiosos detractores, y no hay nada mejor en poesía, que leer la obra, leer la obra. Neruda ocupó una época como una gigantesca tortuga en las transparentes, torrentosas y a veces lúgubres aguas de su poesía en el sur del planeta. Su tiempo fue la Guerra Fría y hoy se revela con lujo y detalles, como la C.I.A., impidió que le otorgaran el Premio Nobel mucho antes que en 1971, en medio de una cascada de miles de documentos considerados top secret. No comparto los análisis extraliterarios, pero éste es un hecho único en la historia literaria contemporánea. Neruda fue un protagonista social relevante en la historia del siglo XX en Chile y América latina, Senador y "poeta de utilidad pública", como le gustaba que le llamaran, pero ya había acuñado un patrimonio literario indiscutido. Claro que fue un aedo, mi estimado Enrique Lihn. No hay duda de ello. Celebro la capacidad vital, creativa, muchas veces higiénica, de un país al intentar demoler sus propios mitos, pero hay que ubicar también los tiempos, y Neruda se transformó sin querer en un animita, en la pequeña vela que baña de luz la rendija del cuarto de la pobreza, de la soledad y el silencio totalitario. La naciente dictadura lo elevó a la categoría de martir al vandalizar su casa La Chascona, en Santiago, debido a los atropellos en su residencia permanente en Isla Negra y la humillación en la carretera cuando viajaba de urgencia a la clínica Santa María. Su entierro fue en una tumba anónima y el cortejo, vigilado por la metralla militar. Son actos únicos, no buscados. Podría decirse que la historia trabajó a favor de Neruda, pero también su poesía, su oficio, su temprana, vigorosa e irrepetible aparición en el escenario poético de los años 20 y su permanencia. Neruda es un paradigma en América latina, como subraya el poeta, ensayista y Rokhiano, Naín Nómez, en su esclarecedor ensayo Poesía Chilena Contemporánea. (351 páginas).
EN DEFENSA DE LA POESIA (II)
(apuntes para una tataranieta de la Torre de Babel)



Poesìa, què revuelo,
tu palabra,
què siglo, què tiempos.
Flama o flauta,
los ratones hacen fiesta
con las palabras de la tribu.
Poesìa, què asombro,
què dolor.
Virtualìsima, tu palabra,
viajera/nàufraga absoluta.
Por tu boca,
inicio y fin,
muere el poeta y nace el poema.
Rolando Gabrielli


La poesìa es una Caja de Pandora intransferible, muñeca rusa del Arte de la Palabra, lenguaje sometido, recompuesto, arbitrario, liberado a la razòn de ser de su viva expresiòn y corporalidad. Mueca, mudez, perplejidad, esplendor del Verbo, la poesìa conmueve en la callada celda del poema. Es todo cuanto ocurre en la pàgina en blanco: el poema y el poeta, luego el anònimo lector que recrea su versiòn a la luz de su historia y propios conocimientos.
Monje de su propia luz, el lector, la ùltima y definitiva palabra, de la posteridad.
El trabajo del poeta es la bùsqueda de uno, todos los eslabones perdidos posibles, en la memoria del lenguaje de la tribu, en la aldea sostenida por palabras y en la nueva ciudad que construye cada amanecer.
El poder de convocatoria del poema, en tiempos de oxidaciòn de los contenidos, de mudez, show y pasarelas, dependerà de nuestra propia lectura del mundo, y desde luego, de la capacidad del lenguaje de transmitir la experiencia ùnica de la palabra poètica y el poema.
Las palabras son un río
Las palabras son un rìo/de la a hasta la z/y todas als combinaciones posibles./El poema, como el rìo, Heràclito/no puede bañarse dos veces/con las mismas palabras/El lector, en cambio/debiera nadar/inclusive contra la corriente.
No nos hagamos ilusiones, ni benditas, ni malditas las palabras, la poesìa no se extinguirà, goza de la salud adecuada a la circunstancias y a los tiempos dìficiles, porque no vivimos la epòca de la èpica, de la historia donde el verso y la prosa se confunden para deleite del lector, ni tampoco los dìas apocalìpticos que algunos profanadores de la esperanza suelen contemplar en sus templos, màs allà de las visitas domiciliarias y en las televisoras, verdadero culto de la sinrazòn, que con razòn habìa perdido el clàsico manchego.
Que la poesìa viaja en un vagòn de tercera, probablemente. Que se acicala para no pasar desapercibida, en un escenario que rinde ciego culto y pleitecìa a la imagen y al dorado mercado global, muy posible. Que su principal arma es decir lo que no se ha dicho, con la expresiòn y belleza de la verdad inaugural, del desencanto, la perplejidad, lo desconocido, ùnico, irrepetible, como la inocencia a punto de ser perdida, una realidad.
La poesìa es un recurso de expresiòn y libertad, individual y colectiva, porque recoje y asume el yo comùn de la caverna, del lar y de las mega ciudades, y su ùnica frontera es la bùsqueda incesante del yo ìntimo en el desmoronado, fulgurante, diseminado, inconcluso escenario de la palabra, el hombre y su relaciòn con las cosas.
Su materia es la materia de todos: el lenguaje, revuelto por un loco en el caledoscopio, donde un aprendiz de mago cuenta con todas y ninguna de las fòrmulas posibles, para transformar este oficio, artesanìa, trabajo, esta ilusiòn òptica entre la realidad y la palabra, manera dudosa y certera, a veces, de instalarse entre la vida y la muerte, pero que en cada uno lleva el sello inconfundible de una particular, ìntima relaciòn con el mundo, las cosas, el hombre, y desde luego, todo lo construido a travès de la palabra.
No nos hagamos ilusiones, la poesìa seguirà siendo la principal enfermedad en el màgico mundo adolescente, puente entre lo fantàstico y lo real, pùlpito de un yo que crece y se expresa a la màs mìnima fricciòn o choque con la realidad, el entorno primario.
Todos somos poeta
Todo es casi poesìa en el àmbito inèdito de la vida juvenil, pero cuando "evoluciona, crece el naciente espìritu", suele envolverse en una especie de laberinto con paredes y caminos brumosos, donde la poesìa suele estar en lista de espera y comienza su paràlisis. Poesìa de nintendo, en un siglo que no sabe que hacer con la tecnologìa del ocio. Yo prefiero el camino del maldito adolescente, Arthur Rimbaud, —que no dejò piedra sobre piedra en el empedrado camino de la poesìa, y al suicida y sacerdote de palabra, Charles Baudelaire,—que a las juveniles, precoces, damas o señoritos de la poesìa infantil que toca piano a domicilio o corta el pasto los dìas domingo.
En un principio, todos somos poetas, amamos, reìmos, vivimos, y practicamos el lenguaje pionero del descubrimiento, y de pronto, el arte de magia hacia el paìs de nunca jamàs, se vuelve en la espantosa e inservible realidad cotidiana que repite su monotonìa hasta tragarnos el verdadero habla, el màs natural. (Hoy las màquinas tragan màs el sucio nikel, que las viejas y no gastadas palabras de siempre)
Desaparece la poesìa y se instala la asqueroza prosa de la frustraciòn, del servilismo verbal, del antifaz, del carril que no lleva mano derecha, ni izquierda, del sueño que no tuvo principio, ni final, del camino que nadie transita o de la ventana sin luz, ni paisaje.
Dejemos que en cualquier estaciòn crezca la esperanza de la poesìa y su raiz se instale sin agua, si es preciso en el desierto, donde a veces las palabras claman, abofetean a diestra y siniestra, y no requieren de un peso especìfico para desfilar como anorèxicas en pasarelas y shows. Son el cactus de su propia vida o sequìa.
Despuès de algunos miles de años, cuando la poesia formò parte de la invenciòn del lenguaje humano, nombraba las cosas, los objetos, formaba parte de los sonidos, relacionaba al hombre con la naturaleza, el cosmos, y fue magia, Verbo al inicio, luego rito, pareciera que el hombre posmoderno,— digital, — absorbido por la tecnologìa de las comunicaciones que lo bifurca, incomunica y mantiene en permanente terapia intensiva por la ausencia de solidaridad, se evapora en un submundo de imágenes virtuales, su verdadero frenesì existencial que lo automatiza, maquinea, descompone y engolosina y neutraliza su capacidad de reflexiòn.
Cronista inescrupuloso de la palabra
Paquidermo en una selva de imàgenes inagotables, pasea su corporalidad frente a la pantalla, no ve otra cosas que ramas de un jardìn que desconoce o se ha familiarizado por esa manìa de hipnotizarse frente a un espejo que quisiera devolverle la mirada, pero todo le impide cruzarlo, como Alicia en el paìs de las Maravillas, porque ha perdido la voluntad de soñar y de aventura.
La poesìa no limita con las palabras, tiene todos los puntos cardinales a su disposiciòn, màs el del lector, que con su propia brùjula, recorre el texto, lo recrea, pone los acentos, dispone del placer, dolor, de los deseos, impudicias, pudores, de los bastidores detràs de las palabras que se abren a sus propios descubrimientos, porque el poema nace cada vez que alguien lo lee y le agrega sus sudores, amores, sus propias huellas.
La poesìa me aproxima a la realidad, escopetea el sentido y un nuevo orden nace de las palabras, el pozo sube en silencio hacia la superficie y espejea la luminosidad que cubre sus profundas cavernas expuestas a la luz.
El poeta es un cronista inescrupuloso de la palabra, crispador de la imagen, usuario sin complejos del diccionario, amante usurero, despiadado, totalitario del lenguaje, tahùr de un abecedario marcado por su arbitrio y jugador lùdico, insaciable, de la palabra.
Su discurso en el siglo XXI es a capella, porque el poeta mira, observa una realidad por una ventana de vidrios rotos, aguardan sus ojos en el retrovisor de la cotidianidad, a la espera de reconstruir un paisaje con los restos y destellos del pasado, con el aroma y la atmòsfera del presente, y la frenètica esperanza insomne de los sueños. El poeta no tiene podium, carece de tarima, de parlantes, oficia su callada misa sin bombos ni platillos, en el sagrado, solitario e irrepetible ejercicio de la palabra.
Ah, la poesìa, el arte de la palabra, no hay tema ajeno a ella, registra, refiere la historia, la hace crònica, simple hecho, asume su tiempo a lo humano y divino, es su canto: todo nace en ella, todo se despide en ella : sol y bruma de su aconte (ser), lo que le sucede con el hombre y su relaciòn con las cosas, es parte de su propio asunto. Puede pertenecer a distintas escuelas en diversas èpocas, porque su caracterìstica es la bùsqueda, la exploraciòn de nuevos mundos y lenguajes, y cuando pareciera agotarse, transformarse en ciega y muda retòrica, ella sigue revelando paisajes desconocidos y caminos inèditos. Es centinela de sus propios sueños, peregrina de su propio oficio.
La poesìa no tiene escuela, engendra sus propios dolores, miserias, muertes y resurrecciones de una misma madera:
La palabra.
Palabra, palabra
Impecable la palabra,
no duerme, aguijonea,
-avispa de su picada-
el poema, devuelve
aguijòn por aguijòn,
palabra por palabra,
su gozo y su dolor.
Por la boca sale el poema
La poesìa està viva y coleando. Por la boca sale el poema y muere el poeta. Pez de una misma agua, turbia, transparente, la palabra y el poeta. En poesìa hay que intentarlo casi todo, con vicio, obsesiòn, manìa por un "lenguaje personal" y la bùsqueda insaciable de una retòrica arbitraria. Las palabras deben de intensificar al màximo sus olores, tensiones, frenesì, aguadas, viajes sin retorno, en la vìa implacable que conduce a cualquier y desconocido lector, atropellarse, si es preciso, en el azar constante y razòn ùnico de ser, de buscarse y mostrarse en la ìntima pasarela de la lectura, donde ha de estar desnudo, incorrupto, contaminado, abierto de par en par, el poema.
Sì, con palabras se hace el poema: arbitrarias, mudas, irònicas, huèrfanas, lùdicas, corruptas, santas, inmaculadas, vìrgenes, putìsimas señoras, sin otro altar que sus espaldas, cuerpos, caderas, nalgas y la flexible musculatura de sus s. Entren con sangre o como quieran, a la pulcra pàgina en blanco, asciendan al cielo o bajen al sòtano, pero pongan mùsica aunque vayan a su propio entierro.
Aventajada por la historia, prima donna desde tiempos inmemoriales, què nombrò primero la poesìa: ¿piedra, luna, reno, pez, sol, àrbol, estrella, viento? Què cosas, actos, oficios, sentimientos, razones, anciana lùdica en todo tiempo, capuleta de su desdicha la palabra de la superficie al subconsciente, siglos trabajando la cantera del lenguaje.
La poesìa en su hangar, afina, aceita, calibra las piezas de su motor; mezcla el pasado, adivina el futuro, pulsa, vive el presente, combina las energìas y es ala y vuelo en todos los tiempos, contra viento y marea. Suele quemar màs naves que llegar a puerto. Nàufraga por principio del lenguaje, isla sobre la que rema a tientas, con la pobre brùjula de unas cuantas intuiciones, palabras y el agitado peso de una Babel que otros construyeron a retazos o intentaron ordenar con singular èxito, con un extraordinario fracaso.
Dylan Thomas el galès, asigna una tarea al poeta: tomar una palabra gastada y prostituida, como la hermosa palabra blondo y alisar las arrugas de su disipaciòn y ponerla otra vez en el mercado, fresca y virgen. La poesìa encuentra su propia forma, la forma nunca debe ser sobre impuesta: la estructura deberà nacer de las palabras y de su expresiòn. No quiero expresar sòlo lo que otra gente ha sentido; quiero desgarrar algo y mostrar lo que nunca se ha visto, nos dijo Dylan Thomas.
Cada poeta genuino tiene sus propias normas, sus propios còdigos, su propia aura y sus propias deudas. Las mìas, con todo cuanto he leìdo y respirado, visto legalmente y he espiado, con la luz y la sombra, con aquello que està detràs, en bambalinas de la propia vida, con el futuro que me empuja hacia un vacìo con nuevas esperanzas, con el lìmite, el resquicio, la puerta entreabierta, el nùmero impar, las nuevas alas de Icaro, con lo innombrable, vocaciòn de todo poeta.
El poema es una aldea sostenida por palabras
La poesìa es una exploraciòn solitaria con el material de todos, puede ser la puesta de sol o el amor frustrado, la mùsica o los ratones de Hamelìn. Comenzò quizas dònde y concluirà màs allà, quien sabe cuando…las palabras estàn expuestas en una especie de bolsa de valores para enriquecerse o arruinarse, para crecer, desplomarse, para hundirse, respirar, ser felices, asistir a su propio entierro, sepultarse, ser luto o fiesta, desconocen su futuro, ignoran lo que les espera, quien las valorizarà, su pasiòn es decir cosas nuevas con las mismas palabras. La poesìa es expresiòn viva de su època y nada le es ajeno al hablante, que sòlo debiera de enmudecer ante el callado fruto del poema. La poesìa està aparentemente en bancarrota, pero sigue siendo un acto generoso, legìtimo, entre el espìritu y la materia. Sigue caminando sobre el abismo de los cinco sentidos, parodiando a William Blake, y ella conduce al palacio de la sabidurìa, a travèz del lenguaje, del conocimiento, de su aventura obsesiva por la pàgina en blanco. Su real convocatoria està en lo que expresa la palabra, su compromiso sigue latiendo de la mano y visiòn de mundo de cada poeta. La poesìa encuentra su propia medida en la ocasiòn deliberada del lenguaje. Allì, en el poema, con absoluta libertad, autonomìa, sin servidumbre de ninguna especie o naturaleza, la poesìa presenta sus cartas al lector. En absoluta complicidad, el poema y el lector ejecutan un acto irrepetible: el ejercicio ineludible de los sentidos, a partir de un texto, de una experiencia recreada por otro y qwue uno interpreta de acuerdo con su propia informaciòn, conocimiento, intereses y gustos.
El poema es una aldea sostenida por palabras, una cerradura violada, una descarga al corazòn del lector, una moneda que tintinea sin el frìo azul del mercado global y arroja suerte y no fortuna. Cuando alguien lee un poema, no debiera salir indemne, sin un escalofrìo, sin un golpe leve en el hombro de la imaginaciòn.
Poesía, poesía
La poesìa atiende lo domèstico, cotidiano, coloquial, lo abstracto, los apuros, tropiezos del corazòn, las quejas y contentaciones del Hombre en cualquier punto y època en el planeta, de la historia y sus propias circunstancias, las guerras, los viajes, sueños, y vaga por el subconsciente como la loca de la casa, perdida en una estaciòn sin andenes.
Hoy el mundo es tambièn una anècdota on line del Conde de Lautréamont, la metàfora de su espanto, sus Cantos de Maldoror, contienen la vigencia de nuestros horrores.
Estamos ante una nueva comedia, no divina, desde luego, y el Papa viajero de la literatura universal, Saramago, es un crudo crìtico de este modelo que tiene virtualmente sumidos en la desesperanza a dos mil millones de seres humanos en la tierra, personas que tienen menos importancia que un chips operando en una computadora coreana del kurdustan.
La poesìa no hace lobby en la sociedad global, prefiere chatear a su propio pecunio, inmortalizarse aun sobre el papel impreso, en la gastada tipografìa, y privilegia ser cebolla antes que aristocràtica golondrina que no hace verano, porque no sabemos cuantas capas oculta el verdadero poema.
Nada nuevo bajo el sol de la poesìa, todo oscuro, transparente, por hacer, afortunadamente, con el viejo material de los tiempos, la verdadera herramienta de la imaginaciòn.
"En el arte y en la poesìa, afirmò en el lejano y emblemàtico 1968, el poeta Enrique Lihn, la creatividad se mantiene al nivel del institnto, aguda, fervorizada, eruptiva; acaso, como una abeja reina provee del elemento fecundante a los departamentos estancos en que se procede a las pacientes incubaciones".
Los Poetas, intentan inmortalizarse en las palabras/ buscan con afàn el verbo/en el paraìso perdido del poema/Invocan conjuros/desnudan a sus musas en pleno invierno/le prenden fuego al subconsciente/retratan en viejas plazas la infancia/viajan por ciudades sin nombre/le abren un plazo fijo a la memoria /prefieren un fruto con àrbol/ rompen nueces cada año/sus manos huelen a aceites/cuando pulen las palabras.
Palabras
Sangran por la herida.
¡Ah!, palabras, ciegas,
malditas, como remontan
una tras otra,
escalan, muerden, pujan
por vivir en esta pàgina
en blanco.
En la confianza excesiva de las palabras, podrìa estar el peligro, para la propia poesìa. Sabemos que las hay ordinarias, señoritas, siùticas, ariscas, comprometidas, displicentes, altaneras, venidas a menos, timoratas, insolentes, desprendidas, chovinistas, prejuiciadas, cobardes, desprestigiadas, serviles, autònomas, autoritarias, solemnes, ridìculas, charlatanas, pueriles, infantiles, despiadadas, valientes, absurdas, condescendientes, honestas, humildes, francas, groseras, heroicas, tirànicas, y serviciales.
La poesìa tambièn es dolor, dijimos al principio, porque la vida siempre es el escenario del Hombre, y este texto habla de ello:
ESTACIÒN TERMINI
¿Que pasò Pasolini
con los ùltimos pasos que dio
la vida por usted?
No puedo creer que exista
un final en la Estaciòn Termini,
el màs cruel de los poemas,
bajo las odiosas llantas adolescentes
de un Alfa Romeo 2000.
Un final de Pasolini,
Señor director,
donde usted ignora la escena
y deja correr el ùltimo rollo,
como si se tratara de otra pelìcula
.


Posdata a manera de epìlogo


En Defensa de la Poesìa surgiò a manera de aclaraciòn sobre unos comentarios entorno, principalmente, de la poesìa de Pablo Neruda, y tangencialmente de Cèsar Vallejo. El texto circulò en diversos portales de Amèrica latina, Estados Unidos y Europa, y en los correos de amigos y escritores interesados en la literatura y poesìa.
Internet, ni bendita, ni maldita, joven inexperta aún en los menesteres de la palabra, ducha en la imagen, pero diabòlica por lo vertiginosa de sus piernas y satanizada por su irresponsabilidad, a veces, se encargò de difundir este ensayo, Urbi et Orbi, de una manera imposible antes de su invenciòn y ejemplar en esta era de corre, ve y dile.
Recibì sendos comentarios desde la Patagonia argentina a Parìs, de Temuco, Cartagena de Indias, San Juan, a Madrid, casi todos solidarizàndose con el texto, los autores en menciòn desde luego, y cosa curiosa, desde los màs jòvenes hasta reconocidos escritores, compartieron con pasiòn la palabra poètica y le asignaron un papel en esta volàtil sociedad, donde la vida es un casino, una ruleta, el black jack de cada dìa, y todo se juega a la bolsa, con la alegrìa de la vereda tropical y de los traumas del divàn de Sigmund Freud.
De Cèsar Vallejo, comparto lo que ha dicho el crìtico y sacerdote chileno, Ignacio Valente:
" Ni deprecatorio como la Mistral, ni lùdico como Huidobro, ni telùrico como Neruda, su tono dominante serà una desgarradora ternura casi infantil, en la cual su herencia quechua pone un sello indeleble y caracterìstico. Vanguardista, dadista, ultraìsta, expresionista, Vallejo, provinciano y universal de dolores, quema las naves de su desarraigo en un verbo que es muñeca rusa de su porpia Caja de Pandora. El mestizo andino nos legò esta espuma verbal de sus silencios, los signos de un destino que parecìa conocer y un lenguaje exacto, primitivo, como el dolor adjetivado, que le aquejaba en las raices y coyunturas de sus orìgenes aldeanos. Vallejo se quedò sin Dios, prefiriò trajearse de pesimismo, hundirse en la melancolìa, arrastrar su hombrìa de bien en un Parìs que le recordaba su identidad por segundos y acomodò el verso en las alforjas de una mula terca, tenaz, andina, que siguiò inclaudicable la huella hostil, pedregosa, por el borde del precipicio. Su poesìa es ya la de un clásico que brilla con luz propia, màs allà de la antigua noche andina, incaica.
Pablo Neruda, centro de esta Defensa de la Poesìa, tuvo màs tiempo para hacer y deshacer. Garcìa Lorca caracterizò bien la poesìa nerudiana, cuando hablò del gran tono descarado del gran idioma español de los americanos.
Ignacio Valente, nos sorprende con un trabajo sobre su obra intitulado "Còmo reescribìa Neruda sus poemas". Analicemos, invita el crìtico, una por una estas correcciones, que tan instructivas pueden resulktar para un joven poeta, ¡y para un viejo poeta, y para cualquier poeta!.
De los Veinte Poemas de Amor, Valente escoge el 15. La primera estrofa decìa asì. Me gustas cuando callas porque estàs como ausente/porque estàs como en viaje. Como si hubieras muerto. El magnifico encanto del silencio/ausencia de la mujer amada, que constituye el asunto mismo del poema, no continuaba con la metàfora del viaje, que de suyo es buena, acota Valente—es una tentaciòn comprensible, añade— pero no refuerza el motivo central como està planteado en el primer verso del cuarteto con estos otros tres alejandrinos:…"porque estàs como ausente/tan callada y tan pàlida como si hubieras muerto/y como yo le tengo tanto miedo a la muerte/despuès estoy alegre de que no sea cierto". Esto Neruda lo hace a los 19 años de edad.
Para Valente, se puede hacer poesìa con una explicaciòn o con un raciocinio , y se ha hecho desde Lucrecio hasta T.S. Eliot, pero no en este tipo de poema lìrico de amor.
La versiòn definitiva, agrega Valente, tan hermosa y sugerente, ha desplazado la sonrisa y la muerte que no es muerte hacia la estrofa final del poema y ha quedado "novìsima y redonda": me gustas cuando callas porque estàs como ausente,/y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca./Parece que los ojos se te hubieran volado/y parece que un beso te cerrara la boca.
Neruda confirma tempranamente como debe sudarse un verso, una y otra vez, para que sea como el verso de los dioses, al decir de Valery, citado por Ignacio Valente, en esta nota sobre el primer volumen editado de las Obras Completas de Neruda (De Crepusculario a Las Uvas y el Viento, 1923/1954), que incluye las anotaciones sobre poemas reescritos por el vate de Isla Negra.
El Correo Electrònico sobre el tema, se caracterizò por ser profuso, y refleja el interès por la poesìa, de Neruda principalmente. Oscar Collazos, cuentista colombiano, autor de Esta Mañana del Mundo, libro juvenil, fresco, profundo y brillante, nos revela aspectos inèditos, opiniones personales, luminosas, autorizadas, y francas, sobre el fondo de esta temàtica.
"Gracias por su mensaje y texto crìtico, que leì con placer. Me es familiar, como lector esa saga de poetas que va de Neruda a Lihn, de quien fui amigo y vì en Barcelona, antes de morir, aquejado pero no quejumbroso. Paz dijo alguna vez que la poesìa de Neruda era "el purgatorio de las sensaciones y de las imàgenes". Y el viejo y arbitrario Harold Bloom (the Western Cannon), consagra a Neruda un capìtulo extenso que traza paralelismo con Whitman. Lo mejor y lo peor de la gran poesìa latinoamericana, eso encuentro en Neruda. ¿Y Vallejo?. El elogio de la dificultad, dirìa Estanislao Zuleta, pero una dificultad natural y fluida. Por eso es difìcil traducirlo, por eso Bloom lo ignora en su "cannon de Occidente"". ¿Sabe que quienn mejor lo tradujo al alemàn fue Hans Magnus Enzensberger?. Cuando nos vimos en Berlìn (1977), acababa de salir su traducciòn en Suhrkamp Verlag. Entiendo que Lihn: era màs vallejiano que nerudiano. Venìa del surrealismo. Ademàs, acuèrdese de los gestos antiepìdicos: suiempre se busca matar a papà. Lihn sospechaba de Huidobro, a quien la posteridad debe "Altazor". Incluì un ensayo suyo en mi antologìa sobre "Los vanguardismos en la Amèrica Latina" (Casa de las Amèricas, La Habana, 1970). En fin… me encantò leer su ensayo. Jamàs he escrito un poema…confesable, pero devoro poesìa y he tenido el privilegio casual de ser amigo de grandes poetas: Gil de Biedma, Juarroz, mi compadre Efraìn Huerta…Charry Lara…
¿Que hacemos con esa lìnea que lleva Gonzalo Rojas a Zurita?. Los vi hace poco en Bogotà y fue muy placentero conocerlos. Rojas me hizo el honor de recordarme que habìa leìdo unos cuentos mìos y mi polèmica son Cortàzar, por allà en el 1969". Un abrazo, Oscar Collazos.
El narrador colombiano sintetiza en profundidad la dimensiòn de los poetas y la poesìa, de la literatura, de lo expuesto En Defensa de la Poesìa y sus derivados. Abre, inclusive, nuevas lìneas de discusiòn y abrocha capìtulos importantes de la literatura poètica contemporànea.
Bernardo Reyes, oriundo de Temuco, Chile, sobrino nieto de Neruda, se sumò de inmediato al tren de la poesìa en la red. No sè como llegò a sus manos mi ensayo, èl nos dice que :"Me ha sido reenviado su magnìfico artìculo por manos amigas….En general coincido con casi todas sus apreciaciones, y con admiraciòn he hecho con su artìculo el recorrido crìtico.
Creo que la adulaciòn, siendo antìtesis del desprecio, forman parte de un mismo cìrculo, que, cuando junta los extremos produce la muerte, el desprecio, el ninguneo: la manida imagen de la serpiente devorando su cola. Neruda en vida se fendiò con el argumento consistente de su obra, màs que contestanto ataques. Y bien dice ud. que cuando habìa que utilizar los argumentos de los puños verbales, tambièn lo hizo, como lo manifiesta el magnìfico ensayo de Faride Zeràn "La guerrilla literaria".
Nacho Jordi Atienza, de España, "soy un admirador del grandìsimo Neruda—y desde hace exactamente dos dìas, del grandìsimo Huidobro. Respecto de otros autores,mencionados en el ensayo, coincido punto por punto con los que conozco. Por ejemplo, la vida no vuelve a ser la misma, ni la escritura, despuès de leer a Cardenal o a Lezama Lima, pero, reiteradamente desde mi punto de vista se olvida a un Oliverio Girondo, enormìsimo cronopio y gran renovador del lenguaje. Respecto al tradicionalismo formal de la poesìa de Borges (aludido por Lihn en la primera parte del ensayo), sòlo quiero señalar que èl afirmò una vez que, al contrario de la opiniòn extendida, creìa que el verso libre era el màs difìcil de practicar, una especie de pecado de juventud, y en cualquier caso su apego a las formas clàsicas no le impidiò vehicular en su obra poètica su personal y fascinante cosmovisiòn ( caray què frase). Las menciones de un (Octavio) Paz "diestro" por oposiciòn a un Neruda "zurdo", han hecho volver a pensar en el viejo tema de la ideologìa en el arte. Recuerdo mi sorpresa cuando me dijeron que Graham Greene era catòlico: Nadie lo dirìa leyendo "El factor humano" o la increìble "El poder y la gloria", que son simplemente novelazas impresionantes, con personakjes que son buenos y malos, que tienen todos un cielo y un infierno dentro.
Haciendo el còmputo general, observaremos que, infaliblemente, las obras "panfletarias" son ràpidamente periclitadas por la historia de la literatura. El Canto General de Neruda, puede tener una lectura polìtica, pero tiene muchìsimas màs y ademàs proviene de la autoconvicciòn del artista, no de sus ganas de convencer a nadie, lo que le convierte tambièn en una obra maestra por derecho propio. Huidobro tiene una oda a la muerte de Lenìn que es en realidad un conmovevedor poema de amor, la necesidad urgente de expresar cariño, no de coaacioanr entusiasmos. Se me ocurre tambièn el ejemplo de nuestro malogrado Miguel Hernàndez, que escribìa unos poemas cojonudos, a veces hasta por "encargo", en los que su ideologìa se transparentaba, no podìa ser de otra manera, por lo demàs, en el momento urgente de la guerra civil, pero èsta nunca se ponìa en primer plano".
Leopoldo Gonzàlez, poeta y trabajador de la cultura, Argentina…Dice que recibiò un consejo de desconfiar y no envenenarse con las crìticas…"Yo creo que Neruda es un grande, no se si el màs grande, pero indudablemente un tipo traducido a casi todos los idiomas debe tener algo màs que las relaciones polìticas. A mi hay particularmente cosas de èl que no me llegan, creo que Gelman o Cortazar, me llegan màs. Creo que poetas casi desconocidos como Santoro o Constantini, son màs cercanos a mi mundo. Pero releo a Neruda cuando puedo porque lo reconozco un maestro. Si vos no podes sentir carne de gallina leyendo Farewell, es que tenès agua en las venas y eso no tiene discusiòn."
Las opiniones son muchas màs y variadas, algunas apuntan al propio autor del ensayo, elogiosas casi todas, y no vienen al caso en un trabajo de esta naturaleza. Lo importante es que ha salido ganando la poesìa.
Tataratara nieta de Babel o ta-ta-ra-rà, la poesìa no desaparecerà.
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Epìlogo sobre el Epìlogo, làpida sobre la làpida, algo asì.

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