En un día como hoy, este comienzo no es original, nació hace 105 años, Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, quien años màs tarde se hizo llamar Pablo Neruda... Nació en Parral, en la zona central de viñedos en Chile, un pueblo polvoriento, diría en su poesía, y quedó huérfano de madre un mes más a tarde del parto y partió a Temuco, sur de Chile, zona mapuche, de la araucanía. En Temuco, la llamada Frontera, se hizo poeta en las profundas soledades del Chile austral, lluvioso, selvático, dominado por el viento y las tempestades En Temuco conoció a la Mistral, quien descubrió su poesía, -nació una entrañable amistad de por vida- y vivió los 20 Poemas de Amor y una Canción desesperada (libro despreciado por sus pares e impares críticos y despotricadores) con sus primeros amores juveniles en los confines de Chile. En 1945 Lucila Godoy Alcayaga, conocida como Gabriela Mistral, obtuvo el primer Premio Nobel de Literatura para América latina. En su discurso oficial dijo:" Si la Academia de Estocolmo quería honrar la poesía de Chile, debería haber dado el galardón a Pablo Neruda que es el poeta más grande de mi patria." La Mistral en los adolescentes días de Temuco le daría a conocer los clásicos rusos y en sus días consulares en Italia, le brindaría posada y protección al amigo perseguido por Gabriel González Videla.
En 1921, firmó por primera vez con el nombre de Pablo Neruda, La Canción de la Fiesta. Su primera nota periodística la publicó un 18 de julio de 1917 en el diario La Mañana de Temuco: Entusiasmo y perserverancia. Se fue a Santiago, la capital, a estudiar Pedagogía en francés. Había llegado de la provincia en tren a la Estación Central, cargado de sueños y nostalgias. No olvidaría más el Sur, ni las lluvias, ni su infancia, aunque sus domicilios se convertirían en casas y lugares a nivel planetario. Vivió un exilio permanente, aunque permaneció en Chile, su poesía. En su último homenaje masivo en el Estadio Nacional en Santiago, en 1972, poco después de recibir el Premio Nobel de Literatura, dijo que su amor por Chile no era un matrimonio de conveniencia.
A los 15 años descubre a Walt Whitman, dice Volodia Teitelboin en su libro Neruda, la biografía más completa sobre el poeta. Veneraría hasta el final de sus días al poeta norteamericano, como sería fiel a Rimbaud, Lautréamont y Mallarme. Del hermético francés dijo que había aprendido grandes lecciones para su poesía. Neruda como Borges, en la orilla de su otro universo, a pesar de ser vecinos, leyeron lo que debían leer y bien, para hacer lo que hicieron en litertura. El poeta chileno renovó la poesía española con un nuevo lenguaje y otro camino después de Darío. Y Borges, ya sabemos que hizo en prosa principalmente y en la manera de apropiarse de la literatura universal, sin dejar de ser argentino.
Tentativa del hombre infinito y El Habitante y su esperanza y Anillos, son tres poemarios de su primera época y tiempos, libros elogiados por el poeta Enrique Lihn, que dice que es el discurso delirante de Neruda el que le interesa. El Canto General, el libro que a Neruda le parecía el más importante de su obra, Lihn lo descalificaba rotundamente. Pienso que Canto General, que se iba a llamar Canto General de Chile, tiene registros de alto nivel y para el inglés Cohen, es innovador. Todo indica que el Vate usó numerosos libros y aún hay pasajes enigmáticos.
De Maruri, una vieja pensión santiaguina, la calle del Crepusculario, viajó como Cónsul a Birmania, Ceilán, Java, Singapur, y España, del 34 al 38, cuando se desplomaba La República. En Asia se reafirmó en las ya iniciadas Residencias en la Tierra, su obra más potente, universal, emblemática, preñadora de poesía castellana y vanguardista. Las Residencias confirmaron la poesía de Neruda como nueva en toda época y tiempo. Se habló antes y despuès de ellas. Federico García Lorca fue uno de los primeros en reconocerlo y abrirle las puertas de la poesía española. El más grande libro surrealista en cualquier idioma, dijo el poeta mexicano José Emilio Pacheco. Octavio Paz, antes de morir precisó después de releer toda la obra escrita del poeta chileno: el más grande poeta de su siglo. Juan Ramón Jiménez dijo que Neruda era un mal gran poeta. El aceite y el vinagre nunca se juntan en poesía, ni en la práctica, ni en la vida. Detalles, simples detalles, Neruda no se enteró de alguno de estos elogios, tuvo muchos homenajes en vida y el mismo se regalaba sus libros en cada cumpleaños, editando uno. Al único cumpleaños que faltó, el número 70, se tenía siete libros, uno por cada década. Siempre se consintió como un niño.
España le cambió la vida y la poesía. Ya había editado sus legendarias y míticas Residencias en la
Tierra y vendría una nueva visión de América y el mundo: España en el corazón y El Canto General. Su matrimonio con Delia del Carril e ingreso al Partido Comunista de Chile, en 1939, son dos variables determinantes en el itinerario futuro de Neruda. El Senado y el exilio. El poeta del amor y de la materia, ya tenía un reconocimiento mundial.
España le cambió la vida y la poesía. Ya había editado sus legendarias y míticas Residencias en la
Tierra y vendría una nueva visión de América y el mundo: España en el corazón y El Canto General. Su matrimonio con Delia del Carril e ingreso al Partido Comunista de Chile, en 1939, son dos variables determinantes en el itinerario futuro de Neruda. El Senado y el exilio. El poeta del amor y de la materia, ya tenía un reconocimiento mundial.
Viajes y más libros, la política, el amor. Neruda en el centro del escenario mundial. Isla Negra, el mito de la isla que nunca existiò y desde ahí navegando con su poesía frente al mar. Las Odas elementales (imperdible nerudiano) y Memorial de Isla Negra. Chile y más Chile, siempre el viajero inmóvil de Rodríguez Monegal. La Isla de Capri, Matilde Urrutia y Los Versos del Capitán. Neruda se casó tres veces, pero nunca se separó de la poesía.
Neruda fue un poeta discutido en vida, desde Octavio Paz a Nicolás Guillèn, pasando por todas las alas conservadoras del parnaso. Neruda había tenido sus feroces enfrentamientos en Chile con lo más granado e innovador, la vanguardia poética chilena de la década de los veintitantos, Huidobro y De Rokha. Una descomunal batalla literaria de superegos y gran poesía. Y a casi 36 años de su muerte, sigue siendo materia de novela, "biografías de su vida desconocida, hallazgos de su personalidad", comparaciones a tutiplén, críticas apasionadas como si aún viviera. Y también es objeto de admiración y muy leído en sus libros y através de Internet. Según Google el más leído en la red. Un referente dentro de la gran e histórica poesía chilena del siglo XX y del habla castellana. El siglo XX de la poesía y la historia de Chile son vinculante a la esfera del mundo nerudiano. Julio Cortázar subrayó en su tiempo la influencia del autor de Crepusculario en la narrativa latinoamericana, con Rayuela a la cabeza.
El 73 le pregunté a Enrique Lihn que opinaba de Neruda. Me dijo que la Historia le había favorecido y que no se volvería a repetir otro. Chile vivía una historia sórdida por esos días que duraron 17 años y medio, y Lihn fue uno de los protagonistas de ese tiempo horroroso, como él lo calificara. La maquinaria oficial militar aplastó la cultura. Se habló del apagón cultural y eso incluyó a los poetas que se quedaron dentro del horroroso Chile. Hacer poesía en un país acuartelado 24 horas al día, después de recibir un disparo en la cien, no es tarea recomendable y sus resultados están a la vista. A Parra le quemaron su carpa, a Lihn lo detuvieron a empujones, uno o dos poetas se suicidaron, otros no salieron del bar. A la mayoría le borarron la memoria con piedras de calicanto. Yo aprendí una frase descriptiva en el trópico: de a vaina se sobrevivió.
Uno de los mejores libros que he leído del Chile de Pinochet, es el de Gonzalo Millán, La Ciudad, escrito en Canadá. La edición chilena sufrió algunas modificaciones hechas por su autor, pero lo que importa es la crudeza desencadenante del lenguaje e impacto de la voz colectiva de la memoria. No he leído la novela de contrapartida de este revelador, singular, fundacional poemario. La poesía siempre midió con una vara alta la literatura chilena. La narrativa, con algunas excepciones, vistió pantalones cortos antes de la llegada de Giaconi, Donoso, Bolaño y ha sido muy discreta en general en el siglo XIX y gran parte del siglo XX.
Lihn diría en un artículo que Neruda fue el último Aedo.
Su Canto a Stalin, condenó de por vida a Neruda, aunque pocos repararon en que se sacudió en vida de tamaño peso histórico y a pesar de estar inmerso en la Guerra Fría y pertenecer a un partido político vertical, de pocas desidencias o ninguna, dijo lo suyo dentro de su poesía y tiempo. Miembro prominente del Partido Comunista de Chile, una catedral viviente, icono indiscutido de la izquierda mundial, Neruda pisaba sobre algodones y acomodaba su caparazón de tortuga gigante, legendaria, en la historia cotidiana de su época y en las frías aguas de la política chilena. Del 70 al 73, Chile era el país de la cuerda floja.
No fue un santo ni se postuló a tal, pero aun le prenden velitas sus feligreses y feligresas poéticos, los lectores del mundo que es lo que cuenta en poesía o para cualquier escritor. Vagó como una animita en pena durante los 17 años y medio de la dictadura pinochetista en el sentir popular y corazón de mucha gente humilde. En vida se le condenaba políticamente por su sovietismo, pero no desde el punto de vista literario, sólo de su vida personal "burguesa". El poeta De Rokha fue el que más persistió en atacarle poética y políticamente mientras vivió. Neruda y Yo, un libro entero de diatribas contra Neruda. De Rokha se suicidaría, ignorando el pasado, el futuro desde luego, y el presente.
Neruda, 105 años después de su natalicio, no ha dejado indiferente a nadie, a, b, c razones es citado, mencionado, criticado, pero jamás olvidado. Y con él, la poesía chilena, si no, pregúntenle a Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Oscar Hahn etc. Roberto Bolaño lo incluyó en El Nocturno de Chile, Jorge Edwards, escribió Adiós Poeta, Enrique Lafourcade con Neruda en el País de las maravillas. La raquítica novelística chilena, a excepción dicha de Bolaño, Donoso y algunos otros de antes y después como se ha reiterado en esta nota, ve en Neruda un especimen a estudiar, diseccionar, trajinar como "materia narrativa, asunto histórico, personaje de proporciones descomunales, amante, político", y dicen encontrar sus secretos y desmesuras, como si fuera un dinosaurio carnívoro varado en la memoria de esos novelistas que arponean su geografía humana. Neruda Moby Dick. Uno de los novelistas fue anarco trotskista, otro liberal de izquierda a derecha, uno conservador de derecha y el último, ex comunista. Un arqueado arco político, sin puntas, ni cuadraturas posibles de su arbitrario círculo. Y así llegamos a El Caso Neruda del novelista chileno Raúl Ampuero. El detective cubano, venido a menos, residente en Valparaíso, Cayetano Brulé, es el protagonista. Narra la historia del folletín nerudiano.
Por los vientos que soplan de este libro, el autor ha descubierto la clave de la poesía amorosa de Neruda, el método, como trabajaba el Vate ese tipo de poesía y las causas que le motivaban esos versos que le dieron tantos éxitos literarios en su público universal. Hernán Loyola, el más persistente estudioso de la obra nerudiana en los último 50 años, no llegó tan a fondo como Ampuero, ni Jaime Concha en su lúcido libro Neruda, ni Alonso, Emir Rodríguez Monegal, Fernando Alegría, Alone, Lihn, J. M. Cohen, la Mistral, Teillier, Parra, el estudioso de la poesía chilena, Federico Schopf. Ninguno de sus más audaces críticos, aquellos que veían el universo detrás de sus metáforas, ni sus tenaces detractores, habían hilado tan fino como R. Ampuero. Borges, que veía debajo de las piedras y no aplaudía precisamente a Neruda, nunca reparó en los aportes que hoy nos hace Ampuero. Ni siquiera el cura Valente, crítico sagaz, conocedor de su obra y admirador de su poesía, se aproximó a este iluminado autor. Tan conocido es el desconocido Neruda, que después de su muerte el 23 de septiembre de 1973, que el Dr. Hernán Castellano, poeta y profesor en California, donde enseña a Neruda, me preguntó dónde podía conseguir una fuente bibliográfica que cito en mi trabajo: En defensa de la poesía. Me refiero a este texto, ampliamente divulgado y alojado por más de un año en el Portal de Neruda, porque allí se decía que "Neruda no sabía ni entendía de poesía." La poesía de Neruda siempre tuvo un registro amplio de estudiosos a nivel mundial, pero es destacable la cantidad y calidad de poetas chilenos con su "propia retórica", a pesar de este pulpo gigantesco de la poética castellana que fue Neruda en su tiempo. Su tinta de gran calmar sigue derramada en la conciencia poética del mar inmenso de su poesía. Pero la poesía chilena tiene numerosos poetas de gran factura y "originales": Mistral, Huidobro, De Rokha, Parra, Rojas, Lihn, Millán, Teillier, Rosamel del Valle, Díaz Casanueva, Hahn, Rubio, Anguita, Miguel Arteche, David Rosenmann Taub, Efraín Barquero, Uribe, Silva Acevedo etc.etc. La lista es larga como la geografía y bajo cada piedra se esconde un poeta.
Neruda, su trabajo poético, le otorgó respeto a la poesía y a los poetas, casi siempre ignorados y considerados como "escritores vagos de un oficio fácil e innecesario". Él, rescató la dignidad de los poetas y puso a la poesía en su verdadero lugar, en ese Chile ninguneador que persiste en no cambiar.
Ampuero, su biografía personal que nos llega, puede ser materia de un libro, pero él prefiere descubrirnos un nuevo Neruda y darnos la fórmula mágica como hacía su poesía, de qué se alimentaba y cuáles eran las argucias del Vate de Isla Negra para alcanzar tales y cuales climax en su poética amorosa. ¿Simple al parecer, tal como decía Neruda quizás, que no tenía ni daba recetas?. (Ampuero estudió, vivió y se enamoró y después de irse volvió a la ciudad del Muro de Berlín. También vivió en La Habana y fue miembro de las Juventudes Comunistas. Se casó con la joven adolescente hija del Comandante Ulises Cienfuegos de Cuba. Y de súbito dejò la Isla. Su padre, Roberto Ampuero, trabajó durante la Segunda Guerra Mundial para el servicio exterior de información de Estados Unidos. Ampuero es autor de cuentos y novelas: Boleros en La Habana, El Alemán en Atacama y Nuestros años verde olivo, entre otros. Actualmente es profesor de Literatura en la Universidad de Iowa (EE. UU) .)
Veamos que nos dice Ampuero, según leí hace unos días en la Revista Ñ del diario Clarín de Buenos Aires. Ampuero sostiene que su objetivo ha sido bajar del pedestal a Neruda. "He investigado su vida como un biógrafo y luego he vertido ese material real en una ficción policial. Pero todo lo que se cuenta sobre él es real, me mantuve fiel a los hechos, sacando a la luz cosas que se decían sotto voce y eso hace emerger, curiosamente, a un Neruda mucho más novelesco, contradictorio y humano. He aquí la clave de su escritura amorosa: "Lo que caracteriza a Neruda es que necesita vivir una intensa relación de amor, de apasionamiento, de calentura con alguien, que eso le sirve para escribir intensamente y que, después, cuando ha pasado la pasión, necesita en seguida otra mujer como un nuevo afrodisiaco y a la vez como renovado estímulo poético. No sé si realmente lo sentía así o si lo de la poesía era una excusa para justificar su conducta" Un Casanova de tomo y lomo, que tomó la poesía como excusa para amar y hacer política. ¿Estamos ante el más grande timador de la historia poética universal, que de tanto engañar, llegó a obtener el Premio Nobel y renovar la poesía en idioma español (castellano)? Son los datos que le faltaban a los más tenaces biógrafos, ciegos escribanos que nunca consultaron con el acucioso detective Brulé. ¿La calentura está en las sábanas? El poeta chileno Manuel Silva Acevedo dijo que la Poesía es una perra caliente. Y Parra, había dicho que la Muerte es una puta caliente. Perro del amor, dice el verso nerudiano. ¿Brulé estará al tanto de estos dos bardos y de sus vidas?. La muerte es perra, concluyo.
Pienso en Henry Miller y su Trópico de cáncer. Ni hablar del Marques de Sade, ni de Bocaccio. ¿Libros y autores decadentes que traducían su instinto animal en las páginas literarias?
"Neruda se estaba convirtiendo - continúa el autor-en una especie de santo. Y lo interesante de él es ese mundo contradictorio, esa alma tan humana, porque era muy sensible y generoso a veces pero otras muy calculador y oportunista, como cuando decide quién no se va a salvar de los fascistas, rechazando a algunas personas en las listas de repatriados a América. En eso se parece a Bertolt Brecht, que era comunista y vivía en la Europa del Este pero tenía pasaporte austriaco, que le permitía viajar cuando le daba la gana, y las cuentas bancarias - donde cobraba de las editoriales-, en Suiza. Neruda, entre Bucarest y París, prefería París. Es un personaje con estos lados de luz y de sombra. Yo no quería un personaje acartonado, que acabara siendo una caricatura. El asunto era ver las cosas que no había logrado en la vida y sus contradicciones, ahí estaba su esencia. Ese es el Neruda real, y para mí es un Neruda más grande que el que me habían enseñado". (.......)..."Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como pasto el rocío".
Picasso, Huidobro, Cortázar, Vallejo, Gris, decenas de pintores, artistas, cineastas, prefirieron París. Y Carla Bruni, se quedó con Les Champs Élysèes y sus alrededores.
Neruda era un coleccionista, amaba los insectos, a sus amigos vivos y muertos, a los que ya no estaban los incluía en uno de sus maderos de la casa de Isla Negra. El lugar más secreto y universal de su poesía. Prologó numerosos libros, muchos por amistad y porque le gustaba complacer con su tinta verde a quienes se iniciaban en este género donde siempre hay tela que cortar. Recorrió Chile de punta a punta, con su poesía y palabra. Cantó a las piedras de Chile. Toda la materia humana y física, fue su materia.
En sus buenos tiempos, se defendió en un poema de Odas elementales, que ya he incluido en otras ocasiones y que recién ahora relaciono con uno de Lihn, de distinta factura, el enunciado, la filosofía de por qué escribí.
Escribí, escribí sólo/para no morirme./Y entonces/apenas/mis versos de muchacho/desterrado/ardieron/en la calle/me ladró Teodorico/ y me mordió Ruibarbo. Se irguieron/amenazantes/contra mi poesía,/ con ganchos, con cuchillos,/con alicates negros. Y advierte a sus detractores: seré, /seré implacable./Yo les pido/que sostengan sin tregua el estandarte/de la envidia./Me acostumbraré a sus dientes/Me hacen falta/Y reafirma: Y estoy casi seguro/aunque no les agrade la noticia,/que seguirá/mi canto/más acá de la muerte/en medio/de mi patria/será mi voz, la voz/del fuego o de la lluvia/o la voz de otros hombres.
Escribí, escribí sólo/para no morirme./Y entonces/apenas/mis versos de muchacho/desterrado/ardieron/en la calle/me ladró Teodorico/ y me mordió Ruibarbo. Se irguieron/amenazantes/contra mi poesía,/ con ganchos, con cuchillos,/con alicates negros. Y advierte a sus detractores: seré, /seré implacable./Yo les pido/que sostengan sin tregua el estandarte/de la envidia./Me acostumbraré a sus dientes/Me hacen falta/Y reafirma: Y estoy casi seguro/aunque no les agrade la noticia,/que seguirá/mi canto/más acá de la muerte/en medio/de mi patria/será mi voz, la voz/del fuego o de la lluvia/o la voz de otros hombres.
El fantasma de Neruda sigue pesando mucho y yo diría, más vale no meneallo, Sancho.
Por su casa de Isla Negra, este año se reunió la Buda femenina de las editoriales españolas, Carmen Balcells, con su recién descubierto Nicanor Parra. El antipoeta, ni corto ni peresozo le ofició de guía por la casa mítica, donde el Fauno Casanova, según Brulé, amaba, succionaba tal vez como un vampiro moderno, la miel de sus Musas y las convertía en poesía. Afortunadamente prefirió París y no Bucarest, el país del Conde Drácula. Poeta Transilvánico.
La Super- Agente Balcells y Parra, su cicerone, se adentraron en la intimidad del poeta. "Apoyada en un escritorio de Neruda, Balcells, afirmó sobre Parra: "Su reputación es extraordinaria, pero nunca tuvo un agente que le pusiera orden en sus cosas. Y le he dicho que dentro de un año, para vuestro bicentenario, quiero dar a conocer en el mundo su obra. Quiero repetir el proceso Neruda con Parra". (El 5 de septiembre Parra cumple 95 años.)
Y el fantasma de Neruda, sigue vivito y coleando, veamos: ""¡Yo dormí aquí después!", dice Nicanor Parra en el living de la casa de Pablo Neruda en Isla Negra, a eso de las siete de la tarde del miércoles pasado.
El mismo lugar, donde hace más de 50 años leyó por primera vez los antipoemas, mientras Neruda "se paseaba de un lado a otro como un oso enjaulado", pasmado porque sabía que en esos versos había algo nuevo."
El mismo lugar, donde hace más de 50 años leyó por primera vez los antipoemas, mientras Neruda "se paseaba de un lado a otro como un oso enjaulado", pasmado porque sabía que en esos versos había algo nuevo."
Isla Negra es un referente universal y en procesión llegan anualmente miles de visitantes. Les espera el poco pacífico mar de Chile, que con pasión describe Neruda y lo convierte en materia poética. Lihn, lector y crítico de Neruda, sabía que una crítica desmesurada, hiperbólica, parcial, arbitraria, alejada de la obra total del autor del Canto General, no resistiría los vientos de la historia. Y se aseguró párrafo más adelante en decir que su crítica a la obra de Neruda se puede validar si se hace primeramente justicia a quien, con toda probabilidad, es uno de los dos o tres más grandes creadores, en su tiempo, de nuestro idioma, y, en cualquier caso, el más influyente de todos por el espacio de varias generaciones. Sin duda, mi generación creció en la atmósefra envolvente de la poesía nerudiana, Lihn también, y medio siglo de poesía viva, chilena y universal, conforman y moldean algo más que un escenario. El Cartero de Neruda (Il Postino) del novelista Antonio Skármeta, (Ardiente Paciencia, es su título original) es otra cosa. Una historia de amistad, amor y poesía. Una relación muy humana entre el poeta y su cartero.
Neruda es autor de no pocos libros, algunos mencionados aquí, unas memorias, hizo política, viajó, fue Senador, candidato a la Presidencia de la República de Chile, Embajador en Francia, era un gran fiestero y celebrador. No lo conocí personalmente. Me parecía inefable. Una tortuga gigantesca desplazándose por la geografía de Chile, cuando vivía, y ahora su memoria es mar, tierra, piedra, madera, desierto, cordillera, ríos, sur, fin de mundo, palabras, palabras.
Epílogo
Cada autor responde por su obra. Sabe por qué la escribió y cuál es su objetivo. Pablo Neruda fue más que un poeta. Es algo conocido de todos sobre su figura emblemática en el siglo XX. El poeta tempranamente fijó su residencia en la tierra de la poesía. Neruda es una sombra tutelar del vasto panorama, paisaje, universo poético chileno y latinoamericano. Desconozco las motivaciones de algunos "justicieros de la historia y la moral, que ven o creen ver". Aún hay árboles y papel para seguir escribiendo, o está abierta la puerta de la gran avenida digital que todo lo absorbe como si con una pajilla gigantesca se tragara un mar de palabras, un continente de frases, un universo de letras. La historia de Neruda es màs o menos conocida, varios amigos y detractores le han hincado el diente. Es conocido el Caldillo de Congrio del poeta y su receta. Así como algunos se dividen su poesía, polìtica y amorosa, (Hace años escribí de Los cien trajes de la poesía de Neruda.) de igual manera lo hacen con trozos de su vida, pasajes "secretos, personales, íntimos, únicos". Hay tanta prosa raquítica en la literatura chilena que se podría levantar un inventario de osamentas y abrir nuevos cementerios para la palabra. Se seguirán escribiendo libros para turistas del verbo, distraídos personajes que suben a un avión y descienden con los mismos pies como si fueran alas de una ficción que les pertenece. Neruda predijo que se seguiría viviendo y que cuando muriera publicarían hasta sus calcetines. Se considera un Poeta público. La necrofilia nerudiana es casi un deporte de sus adversarios, de un poeta vivo, espléndido, que afortunadamente nació en Chile, es chileno fundacional de todas las cosas que tocó, vió, de todo lo que amó y escribió. En esta época banal, neoliberal, donde el espectáculo evapora las ideas y las palabras son ripio, el escaparate de la última mercancía es el verdadero interlocutor. Se monologa con el éxito frente al espejo de la farándula que cubre todos los espacios e imágines posibles. Al parecer no importa el contenido ni los principios, ni el Arte, sino alcanzar el objetivo de cualquier manera trepando la escalera del vecino o de los muertos.
Corolario
(Fragmentos de una Carta de una amiga del autor y lectora, sobre El Caso Neruda)
"Recién termino de leer tu último trabajo, el que me anunciaste en tu mail, y que te contara que mi hija me regaló en mi cumpleaños último. Me la llevé a unas dulces vacaciones que pasé en San Martín de los Andes. Allá, en medio de los coihues y cipreses, mirando a la distancia al lago Lácar, me la despaché de un solo trago. Permíteme las desfachatez e impertinencia de intentar hacerte llegar algunos comentarios sobre la obra. Pero no lo vayas a tomar a mal. Lo hago desde la perspectiva honesta y sincera de un lector fiel que siempre ha disfrutado sin reparos del vigor de tus relatos, admirando sin reservas el estilo directo de tu pluma.
En esta ocasión, he quedado sorprendido, quizás respondiendo cabalmente a los deseos del autor de esta novela…
Primero que todo, no dejas muy bien parado al laureado poeta. Confieso que nunca ha sido santo de mi devoción, aunque reconozco su valer entre las letras mundiales. Muchos de sus poemas son notables al igual que otras de sus obras que trascienden al pensamiento político del vate. He escuchado por ahí que esta novela ha recibido comentarios ácidos desde la izquierda chilena.
Segunda impresión: ¿cómo lograste penetrar, a través de Cayetano, a la intimidad de Neruda? Sus amores y desamores, detalles sentimentales que estarán en sus biografías, me imagino. Pero poner en su boca juicios de abandono, de rechazo hacia sus amantes y de una hija minusválida, colindantes con una faceta de machismo egoísta, demitificando su figura ¿no parecería algo atrevido? A menos que él mismo lo haya manifestado así en “Confieso que he vivido”, libro que tengo en mi biblioteca y, que a su vez, confieso que no he leído. Quizás ahora lo haga, buscando explicaciones a lo que manifestaste en la novela.
En tercer lugar, y esto es lo que me aflige mencionarte, noté una cierta desprolijidad en el texto. Diferente a otras novelas tuyas que ya he leído. Hay muchos errores gramaticales, como faltas de acentos, algunas fallas de contexto (“trisó” por “trizó” en página 69, según la RAE trisar es el canto de algunas golondrinas), como esa otra de página 142, donde se lee “…océano verde y Cupido”, sin sentido, ya que debería ser “tupido”, como se expresa luego en la 143. Además, el puerto chileno de la zona norte de Con Con se llama Quintero y no Quinteros, como se pone en 303 y 306.
En la página 198 se menciona a nuestra poetisa laureada como “Lucía Godoy Alcayaga” (en vez de Lucila).
Pero lo que me llamó más la atención es la confusión geográfica manifiesta que aparece cuando Cayetano decide ir a Isla Negra y baja hasta la avenida Errázuriz, toma un bus “Sol del Pacífico” (llamados en mi juventud “Terror del Pacífico) que iba a Quintero “dirección que le convenía, pues Isla Negra no quedaba lejos de allí”. Nada menos cierto, querido amigo, pues Cayetano debería haber tratado de dirigirse hacia el sur, tomando la ruta a Casablanca, para llegar a Algarrobo y desde ahí hacia San Antonio, para bajarse en Isla Negra, que está junto a San Sebastián. Más tarde, en la 309, se insiste en este concepto, cuando saliendo desde Puchuncaví, es decir, frente a Ventanas, un Sol del Pacífico lo lleva a Isla Negra. No había tal servicio en esa época y ahora tampoco, en forma directa, claro. Hay que hacer varios trasbordos a otras líneas para llegar desde Puchuncaví a Isla Negra. ..."
En esta ocasión, he quedado sorprendido, quizás respondiendo cabalmente a los deseos del autor de esta novela…
Primero que todo, no dejas muy bien parado al laureado poeta. Confieso que nunca ha sido santo de mi devoción, aunque reconozco su valer entre las letras mundiales. Muchos de sus poemas son notables al igual que otras de sus obras que trascienden al pensamiento político del vate. He escuchado por ahí que esta novela ha recibido comentarios ácidos desde la izquierda chilena.
Segunda impresión: ¿cómo lograste penetrar, a través de Cayetano, a la intimidad de Neruda? Sus amores y desamores, detalles sentimentales que estarán en sus biografías, me imagino. Pero poner en su boca juicios de abandono, de rechazo hacia sus amantes y de una hija minusválida, colindantes con una faceta de machismo egoísta, demitificando su figura ¿no parecería algo atrevido? A menos que él mismo lo haya manifestado así en “Confieso que he vivido”, libro que tengo en mi biblioteca y, que a su vez, confieso que no he leído. Quizás ahora lo haga, buscando explicaciones a lo que manifestaste en la novela.
En tercer lugar, y esto es lo que me aflige mencionarte, noté una cierta desprolijidad en el texto. Diferente a otras novelas tuyas que ya he leído. Hay muchos errores gramaticales, como faltas de acentos, algunas fallas de contexto (“trisó” por “trizó” en página 69, según la RAE trisar es el canto de algunas golondrinas), como esa otra de página 142, donde se lee “…océano verde y Cupido”, sin sentido, ya que debería ser “tupido”, como se expresa luego en la 143. Además, el puerto chileno de la zona norte de Con Con se llama Quintero y no Quinteros, como se pone en 303 y 306.
En la página 198 se menciona a nuestra poetisa laureada como “Lucía Godoy Alcayaga” (en vez de Lucila).
Pero lo que me llamó más la atención es la confusión geográfica manifiesta que aparece cuando Cayetano decide ir a Isla Negra y baja hasta la avenida Errázuriz, toma un bus “Sol del Pacífico” (llamados en mi juventud “Terror del Pacífico) que iba a Quintero “dirección que le convenía, pues Isla Negra no quedaba lejos de allí”. Nada menos cierto, querido amigo, pues Cayetano debería haber tratado de dirigirse hacia el sur, tomando la ruta a Casablanca, para llegar a Algarrobo y desde ahí hacia San Antonio, para bajarse en Isla Negra, que está junto a San Sebastián. Más tarde, en la 309, se insiste en este concepto, cuando saliendo desde Puchuncaví, es decir, frente a Ventanas, un Sol del Pacífico lo lleva a Isla Negra. No había tal servicio en esa época y ahora tampoco, en forma directa, claro. Hay que hacer varios trasbordos a otras líneas para llegar desde Puchuncaví a Isla Negra. ..."
1 comentario:
Hermosìsismo lo de Neruda, las fotos, las palabras son justo la esencia de su literatura, Temuco.....y mucho màs. Terruño, està escrito con sentimientos...
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